sábado, 29 de agosto de 2009

GOBERNAR DESDE EL CONGRESO

FRANCISCO MARTÍN MORENO

¡Pobre de aquel país que conduce su economía de acuerdo a los dictados impuestos por la política y se olvida de la técnica para proteger efectivamente los intereses de la nación! No se trata de exportar más azúcar para importar caramelos ni de ampliar la plataforma petrolera para exportar crudo.
Esta semana Excélsior hizo constar: El PRI apuesta a revivir Pemex. Busca salir de la crisis y evitar un enojo social “de dimensiones incalculables”. El PRI busca utilizar al sector petrolero como detonante para la recuperación económica del país, reducir la importación diaria de 500 mil barriles de derivados y evitar la ingobernabilidad y la inestabilidad social que podría ser de “dimensiones incalculables.”
Hemos vivido irresponsablemente del petróleo que descubrió Díaz Serrano a finales de los años 70, al extremo de que hoy el Presupuesto federal de Egresos depende de los ingresos petrolíferos en casi 40% y si éstos se derrumban por agotamiento de los manantiales o por un desplome en los precios internacionales, la catástrofe financiera de México será impredecible, a pesar de que existen herramientas tributarias para financiar más sanamente el presupuesto, mismas a las que no se recurre para evitar conflictos políticos. ¡Pobre de aquel país que conduce su economía de acuerdo a los dictados impuestos por la política y se olvida de la técnica para proteger efectivamente los intereses de la nación!
No se trata de exportar más azúcar para importar caramelos ni de ampliar la plataforma petrolera para exportar crudo, si bien esto podría contener la crisis en el corto plazo. Lo conveniente es revivir la ley que promulgó Lázaro Cárdenas en 1939, en la que establecía la incapacidad del gobierno mexicano de explotar los mantos petroleros a falta de recursos económicos y de alta tecnología. Cárdenas volvió a abrir la industria petrolera a los extranjeros, pero con nuevas reglas. Ruiz Cortines la cerró.
Los estudios del Instituto Mexicano de la Competitividad demuestran que si México abriera su industria petrolera, como acontece en la inmensa mayoría de todos los países, Cuba y Corea del Norte incluidas, nuestro país podría captar aproximadamente 600 mil millones de dólares en los próximos ocho a diez años. Claro está, lo anterior implica la creación de una industria petroquímica de vanguardia que no solamente no importe 500 mil barriles diarios de derivados, sino que los exporte, eso y mucho más, al mundo entero. Nuestra industria petroquímica está quebrada. La ley nos orilló a un absurdo: invertir en Texas para importar nuestra gasolina a México. Ahora construiremos una refinería que tal vez produzca la primera gota de carburante en seis o siete años, en los que continuaremos dilapidando el tesoro público en forma aberrante. ¿Qué tal invertir los diez mil millones de dólares en universidades y tecnológicos y dejar que los extranjeros, con nuestras reglas, hagan el negocio en el que Pemex siempre irá de socio?
Existe más soberanía, en un país con cuando menos 20 diferentes empresas petroleras en el que no acontecería nada si en una o dos estalla una huelga, que en el nuestro dominado por varios jerifaltes del sindicato petrolero, de cuya buena voluntad depende la subsistencia de más de 100 millones de mexicanos. ¿Eso es soberanía? Noruega cuenta con reservas de más de 350 mil millones de dólares con los que tiene garantizado un largo futuro. El propio Fidel Castro ya abrió la industria petrolera a los extranjeros y hoy en día Repsol, British Petroleum Company y Dutch Shell, entre otras tantas más colaboran, con sus debidas reglas, en la expansión de la difícil economía cubana. Ahí está el éxito brasileño, a mayor abundamiento.
El objetivo debe consistir en la apertura valiente de Pemex a la inversión extranjera como parte de una decisión audaz y visionaria. Con 600 mil millones de dólares en los próximos años podríamos reestructurar nuestro Presupuesto de Egresos, construir obras de infraestructura, abrir cientos de tecnológicos y rescatar a millones de la miseria.
Las encuestas evidencian que la mayoría de la opinión pública estaría de acuerdo en la apertura, sobre la base de que ésta se lleve a cabo para beneficiar realmente a la nación. ¿De qué le ha servido la expropiación petrolera a los 45 millones de mexicanos que subsisten en la miseria? Si el problema político se llama López Obrador o sindicato petrolero, para eso se encuentran los políticos dotados por una excepcional capacidad para negociar con la idea de tener las mejores ventajas para las mayorías nacionales. Nadie se puede dar el lujo de secuestrar el país ni de convertirlo en rehén de sus caprichos para llenar los vacíos emocionales de su infancia. ¿Acaso ya murieron de golpe todos los políticos que sacaban adelante lo imposible?
El PRI llegará seguramente en 2012 al poder y se va a encontrar a un país hecho jirones. México no resiste tres años más de calderonismo. El PRI debe empezar a gobernar desde el Congreso legislando en materia petrolera. Cuando lleguen los cientos de miles de millones de dólares la nación se los va a agradecer. La solución no es exportar más crudo, un suicidio, sino hacer una auténtica revolución energética para conquistar el futuro antes de que el hidrógeno líquido sustituya para siempre al petróleo…

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