jueves, 31 de mayo de 2012

EL IFE Y "YO SOY 132"


RAÚL CARRANCÁ

Me parece un desatino, si es que no algo peor, la invitación que el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, les ha hecho a los jóvenes universitarios del movimiento "Yo soy 132"-no importa que ellos lo hayan sugerido-, en el sentido de que tomen un curso en materia electoral. ¿Así que para ejercer su derecho a la crítica y a la participación política y democrática, que en rigor es lo que quieren y reclaman, deben tomar un curso? ¡Absurdo! Ellos no piden prepararse en materia electoral, que de hecho no es necesario para emitir su voto el día primero de junio, ni tampoco solicitan ser funcionarios de casilla. Lo que reclaman como ciudadanos y universitarios es que los medios de comunicación, y en especial las grandes empresas emisoras de televisión, sean imparciales en este proceso y no manipulen a la opinión pública. Quieren limpieza en el proceso electoral para que ellos y todo el pueblo de México tengamos opciones y programas políticos bien estructurados, sobre todo después, a prácticamente un mes del primer domingo de julio, de un debate famélico y de una serie de spots que en realidad no dicen nada o dicen muy poco, con excepción a mi juicio de los de López Obrador. Los jóvenes de "Yo soy 132" no piden otra cosa.
Ahora bien, es imposible saber con precisión si fue el consejero presidente del IFE o los jóvenes universitarios quienes tuvieron la iniciativa de plantear lo de los cursos, pero el hecho es que ellos se han convertido en un factor real de influencia política en el actual proceso electoral. Sin embargo todo se reduce al voto, al derecho a votar, y a que las elecciones se desarrollen en un entorno de equidad y libertad, lo que no está sucediendo desde el punto de vista de los jóvenes y de millones de mexicanos. Al efecto no se pierda de vista que abundan -y no salen en las encuestas- quienes por desidia simplemente reciben el mensaje electoral de los candidatos sin analizarlo siquiera. La negligencia y la inercia los cubren con su manto obscuro de apatía ciudadana. La dejadez y la falta de vigor y de energía política los conducen como una nave a la deriva. Llegarán al primero de julio con un rostro de profunda insatisfacción civil. ¡Allá ellos! Pero hay otra clase de ciudadanos, de electores, que no desean depositar su voto en la urna del olvido o de la trampa. Somos los auténticos demócratas, no importa la edad que tengamos, guiados por el espíritu de la verdad política, siempre insatisfechos con el circo electoral, con la simulación, con el cúmulo de promesas como fruta podrida de piñatas que penden de cuerdas flojas y amañadas. Pero la democracia no es una olla panzuda donde quepan la indiferencia, el tedio y hasta el frívolo capricho. Por eso les asiste toda la razón a los jóvenes de "Yo soy 132", y por eso no deben aceptar ser nada más observadores. En principio no está mal, pero es que ellos ya son mucho más que observadores. Son, repito, un factor real de influencia política, y por cierto no poca. ¿Para qué quedarse en meros observadores cuando se han vuelto críticos eficienteas a los que su alteza de miras, y su falta de compromiso que ata y envuelve, les ha ganado la aprobación y el aplauso general? Que utilicen en cambio su fuerza limpia y su poder transparente para hacer de la crítica una fórmula política. Su simple presencia, dentro de las reglas de ética que ellos mismos se han impuesto, acompañada de opiniones y análisis universitarios, le dará a la campaña electoral un nuevo aire que mucho necesita. En ello no hay demagogia sino compromiso universitario. Lamento que la UNAM no haya sido protagonista de este evento del "Yo soy 132", siéndolo en cambio y desde sus más altos niveles académicos la Ibero y la La Salle. Sin embargo la UNAM está presente, ¡cómo no iba a estarlo!, con el impulso generoso y patriótico de sus estudiantes. Y esto es lo que importa, la sola presencia que sin agresiones ni violencias verbales enciende una luz en las horas tan obscuras por las que atraviesa México.

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