viernes, 20 de noviembre de 2009

NUESTRA DIPLOMACIA NEOLIBERAL HACIA CUBA

HERMILIO LÓPEZ BASSOLS
La UNAM organizó un seminario en el que participaron distinguidos universitarios bajo invitación del Dr. John Saxe Fernández. En él disertamos también, el embajador de Cuba en México y presenté una ponencia. Por razón de salud no estuvo presente el Dr. Pablo González Casanova, exrector de la UNAM. El acto académico era en homenaje a un muy distinguido diplomático mexicano, Gustavo Iruegas.
Sustenté la tesis principal de que México tiene su "piedra de toque", ("talón de Aquiles") en sus relaciones recientes con Cuba. ¿Será porque transitamos de una época de mayor acercamiento con los Estados Unidos a una marcada dependencia? ¿Será porque el panismo se ha establecido efímeramente en el poder? A título personal mencioné estas apreciaciones. Durante el sexenio de Carlos Salinas las relaciones fueron pragmáticas, desde la invitación a Castro a la toma de posesión para lograr una aparente legitimidad internacional, y en Guadalajara se hizo referencia en la Declaración de la Cumbre Iberoamericana a la libertad y los derechos humanos. Para componer el asunto sostuvimos que no se debía apartar a ningún miembro de la familia iberoamericana. Todavía con la Ley Helms Burton iniciamos la defensa de la agresión norteamericana. Pero nuestra razón para oponernos al bloqueo eran las inversiones allá. Al fin, Salinas, viajó a La Habana quizá para arreglar su exilio. Castro vino a la toma de posesión de Zedillo quien dijo que no cambiaría la política con Cuba, pero al desplazar la palabra democracia por la no intervención se iniciaba un giro drástico. Zedillo le pidió plazos a Cuba para su apertura, Castro se molestó y mandó un mensaje: "Si a pesar de todo mi esfuerzo por explicarles directamente mis pensamientos y mis sentimientos hacia ustedes... se sienten ofendidos por mis palabras, no tengo objeción alguna en pedirles excusas, lo que dije y la forma, el tono y el espíritu con que lo dije, no podían lastimar a nadie". Pero México votó en contra de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos, interrumpiendo la larga tradición de abstención en los asuntos internos de la isla. Con Fox llegamos al desastre y al ridículo internacional, el Presidente ignoró los principios constitucionales de "No intervención y Autodeterminación". Nombró a un enemigo de Cuba en la Cancillería y a un oportunista en la Embajada y por primera vez, un jefe de Estado en visita oficial a Cuba se entrevistó con la disidencia. Se ofrecieron las puertas de la Embajada a los cubanos y algunos lo tomaron en serio, haciendo que Castro resolviera directamente el problema. Luego vino el incidente de Monterrey; "Le ruego a todos me excusen de no poder continuar acompañándolos por una situación especial creada por mi participación en esta Cumbre". Volvimos a las andadas en Ginebra, ahora votando a favor de una resolución condenatoria. El priísmo trató de resolver la fractura. Luego llegó a la Alameda quien no tenía posibilidades de ser secretario general de la OEA porque era el candidato de EU. Vino el caso Ahumada y Castro respondió señalando que "la frontera no está en el río Bravo sino más adentro". Salieron los embajadores y estábamos en la puerta del abismo. En el último capítulo, en el presente, hemos pasado a lo que calificó Iruegas como "una política exterior inmóvil y sin sustancia, su interés por América Latina es solamente de imagen porque su misión es agradar a Washington". Si bien se dijo que se estaba haciendo un trabajo discreto y continuo para cerrar la crisis bilateral. Pero con una declaración como esta; "Los principios constitucionales no nos dan 'per se' una dirección de hacia dónde deben ir los esfuerzos de la política exterior", era suficiente para desconocer el espíritu del Artículo 89, X, e iniciar el proceso unirregional de la diplomacia mexicana y de integración y asimilación silencioso a Estados Unidos. El rumbo hacia A. L. desde Los Pinos está totalmente quebrado.
Apunté que una de las causas principales de este desplome ha venido de la mano del retiro o renuncia de una generación del SEM que dio prestigio a México: González Gálvez, Marín, Iruegas, Tello, Eusebio Icaza, J. E. Navarrete, J. Gallástegui, Ricardo Valero, etc., reemplazados por diplomáticos dúctiles, inexpertos y empanizados, a excepción, de Carlos Rico y Juan Manuel Gómez Robledo.
Oficialmente México no ha estado en la Casa Blanca desde que tomó posesión el presidente Obama y J. E. Pacheco dijo en Madrid: "Vivo en medio de un conflicto bélico sin esperanzas de victoria..."

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