domingo, 17 de octubre de 2010

AMLO Y MARCELO

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

En sobremesas y charlas de café hablar del tema es inevitable. Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón parecen enfilados en ruta de colisión con motivo de la política de alianzas electorales que su partido establecerá el año que entra, en especial en el estado de México. Al respecto me he topado con dos visiones, dos hipótesis, sobre el comportamiento de los nombrados.
Hay quienes me aseguran que todo está pactado; que López Obrador ya se definió a favor de Ebrard para 2012, y que lo que estamos viendo son escenas inspiradas por Tin Tan, regañando a su carnal Marcelo. El tabasqueño estaría jugando -dicen- a minar, dentro del PRD, el poder de los llamados Chuchos, para así despejar el camino de su pupilo. En tanto que Ebrard habla con la voz sensata que valora pragmáticamente las temporales alianzas del PRD con el PAN, con el objetivo de elevar la votación por el primero. A lo anterior agregan otra explicación: Marcelo Ebrard no puede salir a la palestra a golpear a Enrique Peña Nieto; en cambio, Andrés Manuel no tiene nada que perder. Por el contrario, quiere convertirse -de nuevo- en la víctima del complot que prepara "la mafia que (le) robó la presidencia".
En el otro extremo, somos varios lo que creemos que el conflicto entre ambos personajes es real; que muy posiblemente conducirá al registro de dos candidatos presidenciales de "izquierda" (ambos emanados del PRI) en 2012. Marcelo por el PRD y López Obrador por el PT, lo que anticipa -agrego- el fracaso de ambos. Fundo mi creencia en las declaraciones y trayectoria de ambos personajes. Aun en la farsa, el lenguaje tiene límites, y AMLO hace semanas que los rompió. Cabe tener presente que mientras el tabasqueño tiene el pasado clavado en el corazón y la mente, Marcelo tiene la mirada puesta en su futuro. El ex candidato escucha a quienes le retroalimentan el rencor; el jefe de Gobierno sabe que le resta un año para acreditarse como el mejor gobernante que ha tenido el DF, desde que el PRD ganó las elecciones en 1997. Uno seguirá en su infatigable papel de misionero; el otro intentará consolidarse en las encuestas nacionales, convenciendo a quienes tienen algo que decir para el futuro.
Pero si el desencuentro entre los citados políticos está inspirado en las películas de Tin Tan y su carnal Marcelo, entonces el que sea candidato quedará en tercer lugar en 2012. Primero que nada, por farsantes. Pero también, porque se habrán aventurado a montar una película cuyo final provocará los abucheos de la sociedad y del electorado. Sin embargo, no creo que estemos ante una farsa. López Obrador no ha recorrido, durante cuatro años, veredas y caminos para después entregar la estafeta a Marcelo; eso se antoja imposible, a menos que alguien pueda demostrar que los seguidores del primero son marionetas que maneja a su antojo, para que, llegado el momento, Marcelo reciba el respaldo del "movimiento", como especie de piadosa transfusión de popularidad que lo haga candidato exitoso.
Si se trata de una farsa, los actores deben ser "nominados". Pero, si estamos ante un conflicto real, entonces lo que sigue es su agudización, hasta que todo quede a punto de ruptura. Resulta increíble, rueda de molino imposible de tragar, sostener que, al final de la trama, los dos personajes saldrán al escenario para informar al público que todo lo previo fue parte de un montaje montado por la "mafia". Y al que no le guste tal final, que pase a la taquilla para que le devuelvan la credencial para votar.
Cabe anticipar que, más allá de lo que pase entre el PRD y el PAN en el estado de México, López Obrador será candidato presidencial en 2012. Mi duda es si Marcelo Ebrard tendrá los arrestos y el coraje para enfrentarlo hasta el final. Más pronto que tarde llegará el momento de la ruptura, como versión reciclada de lo ocurrido en 2005 dentro del PRD.
Posdata. Insisto: lo que parejo, no es chipotudo. La Comisión de Quejas y Denuncias del IFE consideró ilegal la propaganda del Presidente; ahora ordena la suspensión de los mensajes que promueven a López Obrador como precandidato; pero la inequidad impera al no hacer lo mismo con la propaganda de Enrique Peña Nieto y otros gobernadores, a los que declaran libres de toda culpa. Vamos directo al conflicto.

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