domingo, 17 de octubre de 2010

LOS VEINTE AÑOS DEL IFE

RODRIGO MORALES MANZANARES

El Instituto Federal Electoral, una de las instituciones más nobles del Estado mexicano, acaba de cumplir 20 años; enhorabuena. La conmemoración es un buen pretexto para reflexionar en torno a los retos que tiene enfrente el IFE. Ubico al menos dos centrales: la inminente renovación de un tercio de su máximo órgano de dirección, y la posible revisión a la legislación electoral. Ninguno depende de las acciones propias que pudiera desplegar el Instituto, pero ciertamente su desempeño futuro estará condicionado por cómo se resuelvan esos temas. El Congreso tiene la palabra. En el caso del nombramiento de los tres nuevos consejeros electorales, los legisladores tienen la oportunidad de procesar una decisión en la que no quede duda de que se privilegia la capacidad y la experiencia por sobre la lealtad o la referencia partidistas. La lista de personalidades que atendieron el llamado de la Cámara de Diputados para concursar las plazas en el IFE por fortuna contiene perfiles y trayectorias que sobradamente pueden asumir un papel relevante en la nueva agenda del Instituto. Ojalá que los legisladores logren proyectar, con los nombramientos, el nuevo perfil que requiere y, sobre todo, emitan un mensaje de fortaleza institucional de cara a los comicios de 2012. A todos nos conviene. En cuanto a la legislación electoral, más allá de los asuntos puntuales que eventualmente habría que reformar, me parece que el debate tendría que ser cómo reconstruir el compromiso de los actores políticos con las reglas que ellos mismos se dieron. Si alguna secuela ha producido la reforma electoral reciente ha sido justamente el desapego con la norma. Si repasamos el desarrollo de los litigios, lo que encontramos es que todos los partidos retan sistemáticamente a la autoridad, todos observan como apartados de la norma las acciones de sus contrincantes y todos han sido señalados por las mismas causas de las que ellos se quejan. Tengo la impresión, reitero, que de cara al proceso presidencial de 2012, los actores debieran refrendar su compromiso con la legalidad. El disenso ya no es solamente con la actuación de las autoridades, me parece que cotidianamente el pleito es con las reglas que los partidos se dieron. Dicha incomodidad debe ser resuelta. Sobran ejemplos para ilustrar lo anterior. Tomemos dos recientes: las autoridades estimaron que algunos spots del PT violaban la legislación electoral y ordenaron retirarlos, esa queja fue promovida por el PAN y sin embargo uno de sus ex presidentes escribió defendiendo el derecho del PT. Reitero, la incomodidad parece centrarse en la norma. Mensajes del Ejecutivo federal fueron observados por las autoridades, ya que se apartaban de la norma, y el Presidente no sólo reclama su derecho a emitir mensajes a la población sino que señala que es una paradoja que en democracia se limite la posibilidad de transmitir sus opiniones. De nuevo, el pleito es con la ley que los partidos aprobaron y el Ejecutivo promulgó. Tengo la impresión de que, si queremos proteger en serio el proceso electoral, lo que deberíamos empezar a hacer es refrendar el compromiso con las reglas del juego o ensayar un cambio. O se revisan o se acatan, lo que no podemos es seguir retando a las instituciones. No habrá un proceso tranquilo, ni el IFE va a poder realizar su labor, mientras los actores no resuelvan esta conducta esquizoide.

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