MANLIO FABIO BELTRONES
En una reciente entrevista, el político español Miquel Roca, uno de los siete llamados padres de la Constitución y exponente histórico de la tradición pactista española, expresó que su vida y su pensamiento solo se logran entender bajo el paraguas de una palabra: pacto; "...el afán del acuerdo para avanzar". (El País, 4 de agosto).
Esa vocación pactista ha de ser recuperada, necesariamente, en esta nueva etapa nacional: la de la segunda alternancia democrática mexicana. Y es que esa es la gran decisión que tomó la mayoría de electores el pasado 1 de julio: que el país viva una segunda alternancia y que esa segunda alternancia sea conducida por el PRI.
El tránsito a la segunda alternancia debe ser el punto de partida del lanzamiento de una iniciativa formal de recomposición política basada en la vocación pactista; encabezada por Enrique Peña Nieto y acompañada por la representación del PRI en el Poder Legislativo.
Para tener éxito en esta aspiración estamos obligados a entender en su totalidad el mandato de las urnas: los mexicanos optaron por un Congreso plural, sin mayorías. Por ello, los 207 diputados del PRI que instalaremos el próximo 1 de septiembre la LXII Legislatura, constituiremos el grupo mayor de la Cámara de Diputados.
Hablar de grupo mayor y no mayoría no es un asunto de términos, sino de tener el valor de conocer nuestros límites y desafíos. Partamos de un hecho contundente: desde 1997 el PRI dejó de tener la mayoría en la Cámara de Diputados. Somos el grupo mayor. No podemos auto engañarnos ni simular. Y construir mayorías ficticias puede tener costos muy altos. La idea de conformar un grupo mayor parte de la definición de sus objetivos, no del cálculo de su tamaño. Aquí cinco de ellos.
1. Acompañar y asistir a la Presidencia Democrática en la segunda alternancia. Nuestra tarea será la de construir las alianzas legislativas que aporten valor al trazo transformador que ha planteado Enrique Peña Nieto. Una mayoría artificial no puede asegurar gobernabilidad ni rumbo claro. El grupo mayor, que se reconoce en su realidad, tiene más posibilidades de emprender con éxito las exigencias más apremiantes de la sociedad mexicana.
2. Un grupo mayor para gobernar, no para que nos gobiernen. Las alianzas parlamentarias del grupo mayor se configurarán a partir de nuevos arreglos, no podrán ser superficiales o de objetivos exclusivamente electorales. Serán acuerdos duraderos y no concesiones a corto plazo.
3. El grupo mayor asume sus responsabilidades frente a los otros grupos parlamentarios. Con ellos, diálogo, debate, respeto y reconocimiento. Decía Don Jesús Reyes Heroles: "Más vale la fuerza de la política que la política de la fuerza". Hoy vale la pena tener la audacia de parafrasearlo: Más vale la fuerza de los acuerdos que los acuerdos a la fuerza. El grupo mayor tendrá el reto de encaminar los acuerdos por la vía de la inclusión y el diseño de incentivos para la cooperación política.
4. El grupo mayor tendrá como razón de Estado que la política jale a la economía. Crear los acuerdos indispensables para crecer y activar el mercado interno, aprobar una reforma hacendaria integral y tomar las decisiones económicas que permitan alcanzar un ritmo de crecimiento sostenido, con igualdad y estabilidad. Estos cambios estructurales no los puede garantizar un solo grupo. Se necesita del respaldo de la pluralidad.
5. El grupo mayor entiende la división de poderes como distribución de responsabilidades. Como la fuerza legislativa del partido en el poder, nuestra agenda es la del Ejecutivo. Suscribimos las tres iniciativas que serán presentadas al Congreso de la Unión en septiembre:
1. La creación de una Comisión Nacional Anticorrupción.
2. La profundización y ampliación de la transparencia en todos los órdenes de gobierno y poderes de la Unión.
3. La creación de una instancia ciudadana y autónoma que supervise la contratación de medios de comunicación con fines publicitarios, en todos los niveles de gobierno.
Los mexicanos decidieron y nos corresponde acatar ese mandato con determinación y con resultados. Es un momento crítico en el que no caben los regateos ni las evasivas. Estamos listos para asumir nuestra nueva encomienda con sentido de la historia, a la altura de las exigencias de los mexicanos y visión de futuro.
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