miércoles, 6 de marzo de 2013

NO OLVIDEMOS EL ÁMBITO LOCAL*


MARÍA DEL CARMEN ALANÍS

Este año las conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer tendrán un sabor distinto. Inclusive las más críticas de la desigualdad de género habremos de reconocer que México logró lo que parecía impensable: superar el 30% de representación de mujeres en ambas Cámaras del Congreso. Con ello, en la última oportunidad posible, el país dio cumplimiento a un Objetivo de Desarrollo del Milenio que se veía lejano. 

De cara a los desafíos que México sigue enfrentando en términos de salud reproductiva, desigualdad laboral o violencia doméstica, saber que la representación política de mujeres se ha incrementado es esperanzador. 

Académicas como Philips, Dahlerup o Lovenduski han demostrado que la manera en que los cuerpos colegiados abordan los problemas públicos se transforma en la medida en que participan más mujeres en su integración. 

En ese sentido, conviene revisar si hay condiciones para que la representación de mujeres en órganos que toman decisiones siga creciendo. La evidencia que surge desde los ámbitos local y municipal desmotiva. 

- En las entidades federativas preocupa que no exista alguna mujer gobernadora o jefa de gobierno del DF. La tendencia que en 1979 inició Griselda Álvarez se volvió a interrumpir, de manera que hoy los 32 titulares de algún Ejecutivo local son varones. 

- Deben prenderse también las alertas en las legislaturas locales, ya que apenas una de cada cuatro diputados locales es mujer. Hay estados como Aguascalientes, Querétaro, Coahuila y Puebla donde la representación femenina no llega ni a 15%. 

- En los municipios la situación empeora. Siete de cada 100 alcaldes son mujeres. En estados como Baja California, Tabasco y Morelos la situación es preocupante. 

La debilidad de la representación política de mujeres demuestra el bajo desempeño de los instrumentos diseñados para incentivarla. Las cuotas de género estatales van de 30% a 50% y no existe entidad que alcance esas proporciones en sus legislaturas. 

Pero más allá de ilustrar esa necesidad de corregir el diseño de los instrumentos para evitar su olvido, las cifras locales y municipales son sintomáticas de los límites que persisten en la lucha de las mujeres por acceder al poder político y la toma de decisiones. 

No puede soslayarse que buena parte del crecimiento político de los ciudadanos ocurre en estados y municipios. Ahí se detectan liderazgos, se crean carreras políticas, se hace gestión política y se crean alianzas de grupo. Algunas de las carreras políticas más visibles se originaron en el lugar de residencia y desde ahí se catapultaron al nivel federal. Pero al parecer, esta posibilidad de crecimiento desde lo local está casi reservada para los varones, pues son ellos los que hallan incentivos para iniciar una carrera que tiene muchas mayores posibilidades de éxito. 

No es casual que el Comité de Expertas de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer declarara en su Informe sobre México su preocupación por los marcos jurídicos locales. Recomendó eliminar obstáculos discriminatorios, corregir legislación y poner sanciones a quienes incumplan cuotas de género. Sugirió campañas de concientización para ampliar la participación política de las mujeres. De poco servirá hacer eficaces los instrumentos que incentivan la participación política de las mujeres a nivel federal si a esa política no la acompaña un cambio en la manera en que las mujeres compiten por el poder político en estados y municipios. 

Si se logran remover los diques de la participación política habrá mayores posibilidades de detectar liderazgos de mujeres desde sus primeras fases y —por ende— será más fácil a los partidos cumplir las cuotas. No olvidemos a las mujeres en el ámbito local. 

*El Universal 06-03-13

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