martes, 13 de diciembre de 2011

EL PETATE DEL MUERTO

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

No pudo ser casualidad -creo- que después de que el presidente Felipe Calderón emitiera su mensaje advirtiendo que el narcotráfico y la delincuencia organizada han penetrado las campañas electorales, el titular de la Fiscalía Especializada para Delitos Electorales (Fepade/PGR) José Luis Vargas, haya aparecido en varios noticieros de radio a remarcar los dichos presidenciales.
El Presidente citó en abono de sus dichos el desplegado publicado en un diario de La Piedad, Michoacán; la por demás sospechosa grabación en la que un supuesto narcotraficante amenaza con represalias de muerte a quienes votaran por el PRD en Tuzantla, y la pretendida renuncia de 50 candidatos de todos los partidos, también en Michoacán.
Rompiendo con la obligada imparcialidad ante conflictos electorales, el Presidente no ha llamado a Fausto Vallejo (PRI), candidato ganador en la elección para gobernador, conforme al resultado del Instituto Electoral local. Imposible que Calderón ignore que están en curso impugnaciones en contra de ese resultado ante los tribunales electorales, y que será la Sala Superior del TEPJF la que emita la sentencia definitiva. Si el Jefe de Estado pretende que se tomen en cuenta las pruebas que cita, bien podría instruir a la titular de la PGR para que las aporte en el respectivo juicio. El relevo en Michoacán será el 15 de febrero de 2012.
Las sospechas de que el crimen organizado está actuando en asuntos electorales se sustentan en hechos violentos ocurridos en contra de candidatos y servidores públicos de elección popular; pero de ahí a generalizar, para poner bajo sospecha los procesos electorales de 2012, hay una distancia mayúscula. El control del narcotráfico sobre los procesos electorales supondría, por definición, infiltrar e influir de manera decisiva a las autoridades electorales. Creo que nadie puede afirmar, con elementos de prueba, que ello haya ocurrido.
Las afirmaciones del Presidente desataron una anticipada tormenta en el proceso electoral federal, iniciado el pasado octubre, a la que se suman las declaraciones del citado titular de la Fepade, quien si más elementos que su molestia porque no le fueron aprobadas las reformas al Código Penal en materia de delitos electorales, se lanza contra el PRI y sus diputados, acusándolos de haber frenado tal reforma. Es un despropósito interesado.
El hecho que ahora narra Vargas ocurrió en abril, sin que hubiese motivado declaraciones de su parte. En este mismo espacio, critiqué tal proyecto de reforma, que pretende aumentar exponencialmente el número de tipos penales en materia electoral, pasando de la judicialización a la criminalización de las elecciones. Sin el menor sentido histórico, el citado funcionario de la PGR deja de lado la evidente inutilidad de la Fiscalía que encabeza, verdadero elefante blanco incapaz de investigar y castigar conductas delictivas tan elementales como la falsificación o adulteración de las credenciales para votar.
Como se discutió en la reforma de 2007, mientras la Fepade siga adscrita orgánicamente a la PGR y su titular sea designado por el procurador, por instrucciones del Presidente, ningún partido tendrá confianza en sus actuaciones; tampoco los ciudadanos. Ese organismo es una rémora de lo pactado en 1994, sólo que en aquél año se buscó, para encabezarla, a un jurista de reconocido prestigio, en la idea de que sería una función transitoria, y así fue. Luego la convirtieron en permanente y la dotaron de oficinas, presupuesto y personal. La verdad, nada importante se perdería cerrando la Fepade y dejando que la propia PGR se haga cargo de la investigación de los delitos electorales de ámbito federal.
Lo destacable, más allá de exabruptos mediáticos, es conocer, con elementos fidedignos, el estado que guarda la relación entre delincuencia organizada y elecciones. Si, como afirma el Presidente, el asunto es muy grave, habrá que tomar medidas de inmediato. Pero si se trata, creo, de hechos que siendo importantes no configuran un patrón de conducta regular, entonces no hay derecho a espantar con el petate del muerto, ni a estar gritando ¡viene el lobo! Con la aviesa intención de incidir, indebidamente, en el curso de las campañas y en los resultados del domingo 1º de julio de 2012.

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