GENARO DAVID GÓNGORA PIMENTEL
“Esta tierra es mía”, filme del director francés Jean Renoir del año 1943, que aborda el contexto histórico de la ocupación nazi, la ideología de exterminio y la opresión a la libertad de expresión dentro de la sociedad. Exhibe la vivencia de un pueblo sojuzgado por la tiranía.
La historia se enfoca en la vida de Albert, un hombre culpado de un crimen que no cometió pero que las circunstancias llevan a señalarlo como el culpable de asesinato, lo cual lo hizo acreedor a la pena de muerte, por este motivo Albert es llevado ante los tribunales, donde él mismo aboga por su causa.
Su disertación es impactante al grado de conmover al jurado presente. No necesitó de muchas pruebas, ni de alegatos redundantes, lejos de mostrar sufrimiento por su inevitable muerte, mostró valentía, coraje por la causa que defendía: “la dignidad” de hombres y mujeres y la apreciada libertad que todos necesitamos.
Su alegato no se basó en la defensa a su persona, por el contrario declaró que “la lucha es contra el hambre, la pobreza, contra la tiranía pero ante todo contra nosotros mismos, contra el abuso del hombre sobre el hombre, sobre su prójimo.”
De lo que este hombre hablaba era de la lucha por el reconocimiento y respeto de derechos de las personas, una lucha basada en la educación, en el valor moral, en la no-cobardía amiga de la libertad y enemiga de la violencia, los hombres dan fuerza a la resistencia. El atender la voz de la conciencia requiere de valor, sólo los valientes resisten a los violentos, más los cobardes acallan la voz de su conciencia que dicta justicia. En un punto de su discurso llega a confesar “todos somos culpables.”
Todos de una u otra manera hemos contribuido a la injusticia, todos hemos contribuido a la tiranía, las injusticias de unos fortalecen la tiranía de otros, el hambre no existe porque unos tengan que ser pobres y otros ricos, existe porque hemos sido lo suficientemente egoístas acaparando lo que a otros les correspondía, no es que la riqueza sea mala, lo que es reprochable es despojar a otros de manera obscena, desmedida y sin objetivo que lleva a la codicia sin fin.
No solamente los gobernantes ineficientes para gobernar, las malas administraciones con planeación deficiente, los jueces que se han corrompido y que han usado como medio al derecho para crear la dictadura perfecta, intercambiando la justicia por poder, la enraizada corrupción dentro de la función pública o un Presidente de la República Mexicana que no sea apto para gobernar lo que nos lleva al fracaso como organización social. También la ciudadanía que bajo el cobijo de tolerancia, respeto e imparcialidad hemos permanecido inmóviles, dejando que otros hagan lo que por derecho y deber nos corresponde, perdimos la capacidad de asombro y de reacción, y la situación del país nos indica que ya no es posible seguir relegando la carga que nos pertenece a todos a sólo unos cuantos ciudadanos.
Es necesaria la “solidaridad” como principio para posibilitar que la libertad y la igualdad sean vividas en las circunstancias concretas de cada persona y en las distintas asimetrías sociales. La solidaridad consiste en que cada uno de los miembros de una sociedad determinada, asuman el destino que quieren tener como grupo, se trata de una solidaridad universal que no sólo se ocupe de un grupo determinado. La presencia de esta solidaridad ética y normativa es fundamental para poder construir una sociedad donde imperen los derechos humanos, y se evite seguir cayendo en el individualismo o en el paternalismo; factores que a la larga impiden cambiar las estructuras de dominación.
Esta interesante película refleja tiempos de opresión social, de represión a la libertad, de crimen, de violación a los derechos, de impunidad y corrupción. ¿Acaso los tiempos antiguos eran mucho peor que los actuales?
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