jueves, 29 de diciembre de 2011

PRECAMPAÑAS : ¿EN LAS PLAZAS O EN LOS MEDIOS?

JULIO JUÁREZ GÁMIZ

Cuántas maromas se cometen a nombre de la equidad. Ahora resulta que ningún partido político desea que sus contrincantes salgan en los millones de spots que la ley electoral les garantiza. Los priistas no quieren que los tres aspirantes panistas no den un mensaje navideño a millones de televidentes que, faltaba más, no tendremos ni voz ni voto al momento de elegirlos como candidatos del blanquiazul.
Los perredistas no están nada contentos con la idea de que su virtual candidato no aparezca en los spots de radio y televisión sino hasta que inicie la campaña electoral el 30 de marzo de 2012. Y ahora los panistas han amagado con denunciar tanto al candidato priista como al perredista por realizar actos públicos de campaña en donde se dirijan al electorado porque, argumentan, estos ya fueron designados como candidatos y deberían entrar a la congeladora hasta que termine el primer trimestre del 2012. Qué bueno que fueron estos mismos partidos los que introdujeron el concepto de precampaña en la reforma electoral de 2007-2008.
Obligado por el Trife, y a raíz de un cuestionario redactado por AMLO que inquiere acerca de lo qué le es permitido hacer durante el periodo de precampaña que concluye en febrero próximo, en la noche del lunes 26 de diciembre el IFE aprobó un acuerdo para hacer valer una ley electoral que no contempla limitar derechos de precandidatos únicos. Tanto en el caso de López Obrador como en el del aspirante priista, la resolución del Consejo General determinó que la libertad de expresión de ambos aspirantes no debe ser coartada en sus actividades diarias de precampaña salvo en la aparición de su nombre o imagen en los spots que transmitirá. Es decir, podrán comunicarse con los ‘pequeños públicos’ pero no con los ‘grandes públicos’ a los que conduce la radio y la televisión (siempre y cuando no llamen a votar por ellos o en contra de sus contrincantes y se limiten a una discusión general del estado de las cosas). Una de tantas lagunas reglamentarias que, a mi parecer, se salva afortunadamente con un poco de sentido común.
Gran parte de lo que sucede hoy resulta de características muy distintas dentro de la estrategia electoral de cada partido de acuerdo, fundamentalmente, a dos variables. 1) El posicionamiento de sus candidatos y 2) la configuración de fuerzas al interior de cada partido y coalición. En el caso de AMLO y EPN ambos cuentan con un conocimiento entre el electorado superior al 90% desde hace meses. Su objetivo ahora no es darse a conocer sino modificar percepciones sobre su persona, en caso del primero, y conservar una ventaja sin arriesgar demasiado, en el caso del segundo.
En cuanto al balance de fuerzas partidistas, la izquierda tomó una decisión temprana para, una vez fuera de la ecuación Marcelo Ebrard, poder concentrar las fuerzas de tres partidos (PT, PRD y MC) en torno a un solo aspirante. Acaso la puja interna más intensa ahora en la izquierda sea por las candidaturas a las dos Cámaras del Congreso en donde, ahí si, las tribus se darán con todo.
Por su parte, en el PRI han recalibrado la balanza con la predecible salida de Humberto Moreira de su dirigencia y la cesión de espacios a grupos antes excluidos por la aplanadora mexiquense de Peña Nieto. Reajustes que, entre otras cosas, permitieron que se destrabara la elección de los consejeros del IFE finalmente concluida hace dos semanas. Los cambios al interior del PRI han alcanzado también la correlación de fuerzas con Nueva Alianza y con los siempre entusiastas ecologistas que comanda Emilio González. A pesar de ello, la posición del candidato a la presidencia no está en disputa. Más de uno dirá que los priistas jugarán ‘a no perder’, sobre todo después de las pifias de su candidato en las últimas semanas.
El caso de los aspirantes panistas es muy distinto pues ninguno de los tres alcanza los niveles de conocimiento público que tienen Peña Nieto y López Obrador. Particularmente para quien es el candidato preferido de los Pinos, Ernesto Cordero, cuyo conocimiento entre el electorado está muy lejos de sus posibles contrincantes el año próximo. Y ya no digamos en comparación de sus dos contendientes internos a los ojos de los propios filopanistas. Seis de cada diez se pronuncian hoy a favor de Josefina Vázquez Mota según la encuesta publicada recientemente por el periódico Reforma.
Y aquí es donde todos los partidos terminan inconformes con la principal ventaja de la nueva ley electoral que traería, según nos lo dijeron ad nauseaum en 2008, campañas electorales de tan sólo 90 días en el caso de la presidencia de la República. Unos por querer callar a los otros, otros por aprovechar cualquier pretexto para darse a conocer en el electorado. Todos por dejar muy claro que, si por ellos fuera, las campañas no deberían de acabar nunca, sobre todo cuando se hacen con cargo al erario. Al final, la pretendida equidad queda convertida en una devaluada moneda de cambio para, una vez más, negociar la presencia de los candidatos en los medios y en las plazas.

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