jueves, 29 de diciembre de 2011

ROJA NAVIDAD

RAÚL CARRANCÁ

De acuerdo con las informaciones de la prensa ocho estados del interior del país fueron víctimas de la delincuencia organizada durante la Nochebuena y la Navidad: hubo 29 homicidios en total. El saldo es terrible y superior al del año pasado. Ningún discurso, ningunas palabras, ningún mensaje, pueden paliar siquiera la afrenta a los familiares o deudos de los victimados y por supuesto a la nación. La violencia pasó por alto esas fiestas tradicionales y hasta sagradas, burlándose de las prevenciones del gobierno. Las causas de la tragedia nacional son múltiples y se han estudiado de sobra, pero analicemos algo a nivel de ejemplo para ilustrar unos de los aspectos más sobresalientes e inquietantes del desastre que vive México. Imagínense que a un paciente enfermo, gravemente enfermo, se lo va a intervenir quirúrgicamente para salvarlo o tratar de salvarlo. Se lo lleva a un quirófano, de dudosa limpieza e higiene. Pero lo peor viene después porque los cirujanos emplean instrumentos quirúrgicos obsoletos, desgastados por el tiempo, inadecuados e impropios para el caso. ¿Conclusión? Que el enfermo está a punto de morir. Creo que la moraleja es elocuente. ¿Por qué entonces no se entiende que con el cuerpo social ha sucedido lo mismo, exactamente lo mismo, desde el inicio del sexenio, aparte de que se lo ha llevado a un quirófano insalubre e ineficaz ? No es posible erradicar la violencia o luchar contra ella utilizando instrumentos legales ajenos al Estado de Derecho, es decir, por su propia naturaleza injustos. Y eso son las malas leyes como las derivadas de la reforma constitucional de 2008, pues utilizarlas es negar el sentido del Estado de Derecho, y lo menos que se puede decir al respecto es que el cuerpo social es operado imperfectamente. Los resultados se hallan a la vista, no importa que se pregonen detenciones espectaculares de delincuentes. El clima violento no desaparece sino que aumenta de manera escandalosa. Lo bueno o esperanzador es que en 2012, año en que se elegirá un nuevo Congreso y un nuevo Presidente de la República, se podrán ventilar ideas, repasar conceptos y huir del fantasma del voto visceral.
En suma, la realidad es que el elector no suele razonar, al margen de que en un pueblo como el nuestro, todavía con poca formación política, el razonamiento es a menudo contraproducente. Pero hay hechos que se imponen al sentido común y por eso recurrí al símil que presento. El derramamiento de sangre que se ha vivido y se vive en el país es el resultado de operar con pésimos instrumentos. La mayoría de los analistas y políticos dicen sobre el particular que hay que ir a las causas determinantes de la violencia, a saber, las grandes fallas estructurales en el sistema educativo, el desempleo, la crisis económica, la pérdida de los valores familiares y la incapacidad de las policías, entre otras. Sin negar la importancia de lo anterior yo regreso a mi ejemplo del quirófano, o sea, el actual régimen ha querido resolver el problema inmediato, que no el mediato, en contra de preceptos fundamentales de la Constitución, alterándola incluso y "fabricando" leyes supuestamente ad hoc para enfrentarlo. La consecuencia de esto aparece cotidianamente en las noticias, en la prensa, y por eso se vivió una roja Navidad. Yo hago votos, igual que millones de mexicanos, porque la próxima Navidad sea distinta y para bien. Hago votos porque los candidatos presidenciales, analistas, comentaristas y políticos -doy por descontado que no los del PAN- rectifiquen, corrijan, la estrategia que nos ha llevado a una guerra sin cuartel, y porque los soldados y marinos regresen precisamente a su cuartel. Es sorprendente que se hable de la Constitución y de las leyes con un respeto meramente formal, de apariencia y conveniencia, como si fueran citas imprescindibles (en especial para los políticos), y que se ignore su contenido, en ocasiones hasta con insolencia mal disimulada. Ojalá el votante consciente y responsable entienda en 2012 que la salud del cuerpo social merece el mayor respeto.

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