jueves, 11 de julio de 2013

LA FÓRMULA*

JOSÉ WOLDENBERG

El 7 de julio en la noche me topé con un tuit de Don Susanito. Decía: "me asomé a los portales de diarios y a Tuita (sic) para ver quién había ganado las elecciones. Veo que ganaron todos. ¡Felicidades!". Me imagino que era su sensata reacción ante el triunfo de dos distintos candidatos a gobernador en Baja California. Era no solo una sorpresa, sino un auténtico descubrimiento. En una elección en la que se encuentra en juego una sola posición pueden ganar dos o más de dos. Pa mal, como dice Gil Gamés. Quizá entonces podríamos patentar una fórmula mexicana de comportamiento para la noche y los días siguientes de la elección. Aquí un esbozo.

Paso 1. Al cierre de las casillas todos los candidatos se autonombran ganadores. Los jefes de sus respectivos partidos los acompañan y les ayudan a levantar ambos brazos. Frente a ellos sus seguidores aplauden, gritan y festejan. El acto se puede realizar en el salón de algún hotel o en la plaza pública -al gusto de cada quien y por supuesto dependiendo de la capacidad de movilización de cada cual-.

Condición 1. Hay que lograr que los institutos electorales no pongan a funcionar ningún programa de resultados preliminares y que además no hagan ni conteos rápidos ni exit polls. De la misma manera hay que comprometer a los diarios, televisoras, organizaciones no gubernamentales, similares y conexas, a que no realicen algún ejercicio muestral de recuento o de encuesta a boca de urna. Silencio por favor. No perturben la puesta en escena.

Ganancia 1. Si todos festejan la noche de la elección, si todos se dicen ganadores, seguramente sus "bases" estarán contentas, satisfechas. Podrán echar las campanas al vuelo, ondear las banderas, abrazarse con júbilo, gozar el dulce sabor del triunfo. Nada reconforta más que la victoria y ¿por qué es necesario que unos la disfruten mientras a otros se les escapa?

Condición 2. Resulta imprescindible que las ceremonias de celebración se lleven a cabo con suficiente distancia física. No es para nada recomendable que los seguidores de A se topen con los partidarios de B; no solamente por la confusión que entre ellos se puede generar, sino porque los ánimos se pueden calentar, y ya saben ustedes... las reacciones pueden ser de pronóstico reservado. Cada quien en su parque, cada quien en su hotel, cada quien en un zócalo diferente. Y todos contentos.

Paso 2. Los ganadores autoproclamados le hablan a la multitud (o a la pequeña multitud; ¿una contradicción en los términos?). Agradecen el voto popular que los llevó al triunfo, sobre todo a sus seguidores que fueron capaces de representarlos en todas y cada una de las casillas, a sus compañeros y amigos, a sus familiares y conocidos. A todos, pues. Pero dicen, subrayan, acentúan, remachan, que ahora ha llegado la hora de la unidad, de gobernar para todos, sin distingos, sin filiaciones políticas, sin odiosas diferencias. Después de la "batalla" es necesaria, imprescindible, obligada, la reconciliación; forjar un clima de trabajo que permita el avance, el crecimiento, el despegue de la entidad (o el municipio o el país del que se trate).

Condición 3. Es necesario que el conteo oficial de los votos se dilate un poco. De lo contrario los triunfos se pueden desvanecer muy rápidamente. Esa sumatoria se empieza a realizar, según las distintas legislaciones, el miércoles siguiente. Pero si se le pueden agregar uno o dos días más, mejor que mejor.

Condición 4. Es probable que los grandes medios de comunicación (y también los chiquitos) reproduzcan las declaraciones de todos los ganadores, que por supuesto serán todos los competidores. Con ello, no se erosiona gran cosa los dichos de los autoproclamados triunfadores. Es decir, no hay nada de qué preocuparse. Ya sabemos -consúltese la investigación que se realizó a lo largo de cinco décadas en la Universidad de Samoa Oriental- que los seguidores de los distintos líderes le creen -y mucho- a sus respectivos líderes. Puede incluso suceder que algún diario o televisora regional le dé la razón a uno u a otro, pero ello tampoco hará gran mella entre los convencidos.

Paso 3. Los festejos entonces pueden continuar durante los días siguientes. Ruedas de prensa, entrevistas, incluso kermeses, marchas, mítines, son recomendables. Así se mantiene el ánimo inflamado, la certeza de la victoria, la noción de superioridad. Con ello se cohesiona a los propios, se les inyecta optimismo, se les regalan promesas. Júbilo pues.

Ganancia 2. Hasta aquí el modelo funciona a la perfección. Todos están alegres. Todos ganaron. Todos les pueden rendir buenas cuentas a sus seguidores. Compitieron, sí; y vencieron, también. El pasado fue de lucha, pero el futuro pinta como el arcoíris.

Deficiencia de la fórmula: tarde o temprano, sin embargo, se tendrá que realizar la suma de los votos. Es el pequeño eslabón que debemos atender/resolver antes de poner a circular por todo el mundo la fórmula mexicana. Si logramos zanjar esa insignificante cuestión, todos seremos felices. Ganadores pues.

*Reforma 11-07-13

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