lunes, 15 de diciembre de 2008

EVOLUCIÓN DE LA EXPRESIÓN "CHILANGO"

CARLOS ARELLANO GARCÍA

Como punto de partida es factible hacer referencia a la época prehispánica, dentro del mundo maya, y, al respecto, señala Francisco J. Santamaría, en su obra denominada: "Diccionario de Mejicanismos", que el vocablo "chilango", en su variante escrita como "shilango", procede del maya: "xilaan", que significa: pelo revuelto o encrespado. A través de una versión oral, repetida en Yucatán, los mayas eran y son de pelo sumamente lacio, de tal manera que, las personas con pelo ondulado, en mayor o menor medida, eran distintos y, por tanto, tratados como fuereños o extraños.En la obra de José Vasconcelos, denominada: "El Ulises Criollo", el autor hace referencia al acontecimiento de que, en el estado de Campeche, en la época de su niñez, les daban a los no campechanos la denominación de: "guachos", que equivale a: "hijo sin madre", como si fuera un huérfano o un expósito. Esta denominación llevaba inmerso un tratamiento ríspido.Esa misma denominación de "guachos", se entronizó en el estado de Sonora y se aplicó esa expresión a todos los inmigrantes en el estado, procedentes de cualquier lugar del país, al sur de Sonora. La justificación de ese vocablo derivaba del hecho de que, quienes inmigraban de otra entidad federativa, ubicada al sur de Sonora, no llegaban acompañados de su abnegada madrecita mexicana, situación muy normal, por lo que, eran personas "sin madre" y, por tanto, tampoco se conocían sus raíces. Esto dio lugar a una discriminación que originaba limitantes en varios aspectos, pero, tenía la característica de que abarcaba a individuos procedentes de muchos lugares del país y no únicamente de la capital de la República, a diferencia de lo que, posteriormente, ocurrió con el término: "chilango", endilgado a los procedentes del Distrito Federal. Ya, concretamente, respecto de la palabra: "chilango", a través de una tradición oral generacional, de setenta años a la fecha, por lo menos, es bien sabido, que desde los años cuarentas y cincuentas del pasado Siglo XX, se utilizó, en el Puerto de Veracruz, como fruto del festivo espíritu de los jarochos, el sobrenombre de "chilangos", para atribuírselo a aquellos turistas nacionales, que, en las playas veracruzanas, veían enrojecida su piel, por su exposición a los rayos solares pues, en esa época, no se usaban bronceadores ni bloqueadores. El color enrojecido de la piel de los turistas mexicanos, quemada por el sol, les daba la apariencia de: "enchilados", como si fuera consecuencia de la ingestión de picosos chiles. Era un apodo que no implicaba ofensa alguna y que tenía un tono agradable. Ese mote de "chilango", no se sentía que ofendiera a nadie ni que provocase alguna actitud despectiva. Además, ese sobrenombre se aplicaba a todos los individuos procedentes del altiplano mexicano, entre ellos, los procedentes de Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Morelos, Michoacán, Querétaro, Jalisco, Distrito Federal, etcétera y, también se podía aplicar a un veracruzano procedente de Jalapa. No era una denominación aplicable a los procedentes de la Capital de la República, ni tenía intenciones vejatorias, ni discriminatorias. La expresión, de origen jarocho, en Veracruz, se extendió a otros lugares del vasto territorio mexicano, pero, por extrañas razones, la expresión: "chilango", ya no se aplicó a individuos procedentes de diferentes lugares de la República, sino que se especializó como un epíteto aplicable a los mexicanos procedentes de la capital de la República, y no sólo eso, sino que, se aplicó con graves tendencias discriminatorias y menoscabadoras de la personalidad de los sujetos víctimas de la atribución de esa denominación, dándose rienda suelta a un regionalismo exacerbado.

No hay comentarios: