lunes, 29 de diciembre de 2008

RECHAZO AL MOTE DE "CHILANGO"

CARLOS ARELLANO GARCÍA

Es acertado llamar al vocablo "chilango" como mote. En efecto, esta palabra tiene como sinónimos: sobrenombre, apodo, alias, y no es lo mismo llamar a una persona con su nombre auténtico que aplicarle un apodo y menos cuando ese alias resulta ofensivo, injurioso, denostante, peyorativo, agresivo, despectivo, despreciativo, insultante, infamante, denigrante, ultrajante, hiriente, nefasto, deshonroso, ignominioso, degradante, indecoroso, inmoral y, por si fuera poco, discriminatorio, y la discriminación es una distinción para vejar.La palabra "chilango" no es una denominación auténtica que pueda endilgarse a las personas oriundas del Distrito Federal, pues recibe, de lleno, todas las características afectativas que engloba un malhadado apodo que, en justicia, debe desaparecer, lo más pronto posible.De manera lamentablemente errónea, el Diccionario de la Real Academia Española, en su edición vigésima primera, correspondiente al año de 1992, incorporó la palabra "chilango" para establecer que dicho término es un adjetivo, que se usa más como sustantivo, propio de México, y que significa: "Natural de la Ciudad de México o del Distrito Federal". Esto no está apegado a la realidad. No es, de manera alguna, un gentilicio aplicable a las personas que el destino los ha ubicado como nacidos en el Distrito Federal. "Chilango" es una palabra cuya evolución hemos enunciado en un artículo de fondo anterior y que, de manera malsana, se ha convertido en un sobrenombre, nada edificante que vulnera la dignidad y los derechos de los mexicanos cuyo nacimiento ha ocurrido en la capital de la República. Que no se diga que no existen palabras para designar a las personas físicas cuyo nacimiento ocurrió en el Distrito Federal. Tradicional y acertadamente a los habitantes del Distrito Federal, capital de la República, se les ha designado como "capitalinos", lo que es correcto pues nacieron o han radicado ahí, y no es atendible el criterio de que también hay capitalinos en los estados de la República porque, aunque esas entidades federativas tengan una capital, nunca se les ha designado como capitalinos. Es jurídicamente fundado llamarles capitalinos, dado que el artículo 43 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece como partes integrantes de la Federación a los estados de la República que designa por sus respetivos nombres. A continuación, en el artículo 44 se establece que: "La Ciudad de México es el Distrito Federal, sede de los Poderes de la Unión y Capital de los Estados Unidos Mexicanos...". De esa manera, los nacidos y los habitantes de la capital de la República tienen como gentilicio el de: "capitalinos". Si se quiere cambiar el gentilicio, también se les podría llamar: "distritofederalenses" para aludir al Distrito Federal, en lugar de la capital de la República, o quizá, hasta se les podría designar coloquialmente como "defeños", con una base convencional consistente en las siglas: "DF" pero, sin la sólida base que corresponde a capitalinos. Por tanto, no es necesario inventar un apodo de consecuencias tan negativas y tan lacerantes para los habitantes y nacidos en el Distrito Federal, capital de la República. No hay la más mínima necesidad de inventar un gentilicio y menos aún, utilizar el término "chilangos" para agredir, dañar y ofender a los capitalinos.Las cosas malas son para los que se dejan y los capitalinos deben rechazar enérgicamente que se les diga "chilangos".

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