sábado, 27 de diciembre de 2008

MALAS NOTICIAS

MIGUEL CARBONELL

Hace algunos años Giovanni Sartori publicó un libro en el que recogía sus artículos periodísticos. Le puso por título Mala tempora, queriendo señalar el tiempo aciago que venía viviendo Italia desde el inicio de los años 90 del siglo pasado. El país atravesaba una temporada en el infierno, como resultado de la aparición del partido-empresa de Silvio Berlusconi y de la consiguiente demolición del orden republicano que se instauró luego de la caída del fascismo. Muy poco parece haber mejorado desde entonces.
Sartori se quejaba de que Italia no tenía “anticuerpos” para defenderse de los ataques a su democracia. Cuando el país tiene que enfrentar un reto mayúsculo y los actores aparecen desarmados, se apoyan solamente en sus propios enclaves ideológicos. La ciudadanía desarrolla un sentido de servilismo, de genuflexión, decía.
¿Qué decir, entonces, de lo que pasó en México durante este 2008 que termina? El año estuvo plagado de malas noticias. La seguridad pública siguió proporcionando primeras planas. Asistimos impávidos y furiosos a secuestros y asesinatos, decapitaciones, ejecuciones, ajustes de cuentas, motines, asaltos, extorsiones, tráfico de migrantes, armas y droga.
Al deterioro de la seguridad se sumó el declive de la economía, contagiada por la crisis de Estados Unidos. Incrementó la precariedad laboral, se vino abajo la esperanza de crecimiento, aumentaron los despidos y algunas empresas emblemáticas estuvieron a punto de quebrar. Grandes consorcios empresariales vieron disminuir considerablemente su valor bursátil, como una señal de lo duros que vendrán los siguientes meses. La Bolsa mexicana cayó, perdiendo casi 40% de su valor. Cientos de miles de inversionistas vieron cómo se evaporaba su dinero.
El ciudadano, inerme, siente que está perdiendo todas las batallas. El Estado desfallece frente al crimen, la policía mira hacia otro lado, la crisis aprieta, el peso se devalúa, la clase política sigue con sus proyectos chiquitos y con sus dimes y diretes.
Los ofendidos por el delito salen a los medios para gritarles a los políticos que si no pueden con el paquete, renuncien. Nadie les toma la palabra. Docenas de altos funcionarios siguen sentados en sus cómodos despachos, mientras en las calles se decapita gente todos los días. Otras víctimas demuestran la falta de diligencia en las investigaciones y les dicen a las autoridades que no tienen madre. Los aludidos prefieren hacerse los sordos.
Quizá la mejor noticia del año fue la celebración del homenaje nacional a Carlos Fuentes. Un homenaje merecido al mayor talento vivo de nuestras letras. Una prueba de que a la degradación política, económica y policiaca no las acompaña la degradación cultural.
¿Qué nos espera para 2009? Lo más probable es que las condiciones de inseguridad todavía sean adversas. El gobierno de Calderón necesita dar resultados espectaculares si no quiere salir apabullado en la elección de 2009. El pulso de la economía puede recuperarse si se inician las obras públicas de infraestructura que ya han sido anunciadas y si los funcionarios se ponen a trabajar desde los primeros días del año. Es previsible que el Presidente siga moviendo piezas en el gabinete y que asuma un papel más audaz para favorecer a su partido (dentro de la ley) en los comicios de julio.
La ciudadanía tiene, sin embargo, que poner su parte. Le corresponde mantener la exigencia a las autoridades. Habría que hacer una campaña nacional a favor de la denuncia ciudadana de todo tipo de ilícitos, pues las infracciones menores son las que muchas veces suponen un caldo de cultivo para las atrocidades que hemos observado. También será necesario mantener la mirada crítica sobre los partidos políticos y sus promesas de campaña.
Como quiera que sea, ojalá que 2009 nos traiga a todos mejores noticias que 2008.

No hay comentarios: