jueves, 11 de diciembre de 2008

QUE LO SEPA EL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

De nada sirven las reformas a la Constitución y a las leyes secundarias si los jueces, magistrados y ministros carecen de la que yo llamo "sensibilidad judicial", o sea, de esa fibra del alma, del espíritu y del corazón sin la que es absolutamente imposible impartir justicia. Y es por eso que quien juzga debe oír, escuchar, a los acusados o inculpados, a los llamados justiciables y a los abogados defensores. Es su obligación y es su tarea más fina, primordial. Narro a continuación un hecho que me parece deslustra a los tribunales y a los jueces, por carecer el individuo al que me refiero de aquél atributoEn el ejercicio de nuestra profesión los abogados que trabajan conmigo en mi despacho y yo fuimos a visitar a un magistrado federal de nombre JORGE SILVA BANDA. Lo único que queríamos era exponerle nuestros puntos de vista en relación con la defensa que nos ha encomendado nuestro cliente para que él los conociera y finalmente, si le eran apreciables o convincentes, los manejara en su resolución. Sin embargo primero nos recibió con sequedad extrema. "Le voy a pedir que sea usted breve porque tengo varios asuntos que estudiar", me dijo. Y cuando apenas había yo pronunciado tres o cuatro palabras me interrumpió abruptamente y exclamo con tono airado: "¡conozco perfectamente el asunto"! Lo que hice entonces fue resumir a un minuto mis argumentos y retirarme inmediatamente junto con mis compañeros. Nos invadió por supuesto una sensación de incomodidad y frustración.Debo aclarar que la hija de nuestro cliente visitó en alguna ocasión al magistrado SILVA BANDA. "Se trata de mi padre -señor- y vengo a manifestarle..." El aludido no la dejó hablar, respondiéndole: "se trata de su padre, señorita, y no del mío. A mí eso qué". Pienso que lo anterior es suficiente para resumir mi historia de la siguiente manera. La corrupción no sólo consiste en sobornar o dejarse sobornar, ya que la corrupción puede ser también moral (más bien inmoral). Es corrupto el funcionario judicial que se queda exclusivamente en el perímetro de la ley escrita, que la aplica casi mecánicamente y que ignora la condición humana del acusado o de la víctima. O peor, que la desprecia. Es corrupto el funcionario judicial que se ensoberbece al grado de suponer, desde luego equivocadamente, que es el único depositario de la verdad. Es corrupto, en suma, el funcionario judicial que desconoce que el Derecho es justicia expresada en la ley, por lo que si no siente en la letra legal su presencia humanizada se corrompe hasta deshumanizarse. Para mí que cualquier reforma a la Constitución o cualquier nueva ley no tienen sentido sin la presencia humana del juzgador. Por aquí hay que empezar y no suponiendo en el colmo de los errores que la mera ley es capaz de abatir las fortalezas del crimen organizado o desorganizado. No dejemos que juzguen los incapaces e insensibles ya que hacerlo es dar patente de corzo a la impunidad y a la injusticia. Por eso el Consejo de la Judicatura Federal debe tomar cartas en el asunto de los jueces que no saben apreciar lo humano. Calamandrei afirma con tono de revelación que quitarle al Derecho sus fibras humanas es rebajarlo al fango de las pasiones más sucias; y lo contrario, conservarlas es engrandecer la misión del hombre en la sociedad y proyectarlo hacia un destino superior.Denunciemos a los malos servidores de la justicia

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