En la opinión pública nacional se destaca el hecho de que, periódicamente, hay un incremento semanario de varios centavos a las gasolinas Magna y Premium. Este acontecimiento es apenas "la punta del iceberg". En esa virtud, es útil escarbar un poco para tomar conocimiento de la preocupante realidad que gira alrededor de ese ascenso constante de precios.Cabe recordar que, a partir del Gobierno de José López Portillo, se petrolizó la economía mexicana y nuestro país se convirtió en un alto exportador de petróleo crudo, sin que se tomase en consideración que el petróleo tiene el carácter de recurso no renovable. Con salida de enormes cantidades de petróleo crudo hacia el exterior, en nuestro país hubo ingresos asombrosos, más allá de lo que inicialmente se calculó, lo que engendró dispendios burocráticos sumamente elevados con un gasto público inusitado.Lamentablemente, hubo imprevisión y falta de talento gubernamental y no se tomó la medida de construir refinerías para satisfacer las necesidades internas del país. Ulteriormente, se tomó la decisión de construir una refinería pero, fuera del país. Se construyó la refinería en Deer Park, Texas, en asociación de capital con inversionistas norteamericanos y la dirección de la empresa se dejó en manos de norteamericanos, con los agravantes de que la fuente de trabajo quedó fuera de nuestro país y se originó un costo de traslado por la salida de petróleo crudo y por la importación de gasolina. Durante el régimen gubernamental del presidente Vicente Fox, se corrió la versión de que nuestro país construiría una refinería en un lugar de Centro América, sin precisar en qué país, lo que originó un interés real para los países correspondientes.La situación sufrió un cambio drástico, sucedió lo que era previsible, las cantidades asombrosas de petróleo crudo que se exportaron marcaron grave descenso en las reservas y, precisamente, en el momento en el que, simultáneamente se produjo un inesperado aumento muy cuantioso en el precio del barril de petróleo crudo. Tal situación hubiese sido satisfactoria en exceso si no hubiese estado acompañada por una elevación muy considerable del precio de la gasolina. No solamente se incrementó el costo de la gasolina, que hubo de importarse del extranjero, sino que aumentó la demanda de ese combustible hasta el grado de que, en México, de cada diez litros de gasolina, cuatro de ellos era menester traerlos del extranjero. En las altas esferas federales se optó por mantener bajo el precio de la gasolina que debía consumirse en México, por debajo del precio internacional. Esta decisión derivó en problemas fronterizos. Los consumidores norteamericanos, ubicados en zonas cercanas al territorio mexicano, se surtieron de gasolina barata y en la frontera sur, consumidores guatemaltecos también procuraron abastecerse de gasolina barata, lo que originó tráfico ilegal y contrabando de gasolina, con una fuga enorme de combustibles subsidiados. Incluso hubo automóviles de norteamericanos y guatemaltecos que, varias veces al día, llenaban sus tanques para revender el combustible. Hubo hasta vehículos que llevaban tambos llenos de gasolina mexicana e incluso se habló de corrupción de despachadores mexicanos. Se mencionó el uso de pipas que, en la madrugada, cargaban cantidades considerables de gasolina y hubo balsas para llevar gasolina en bidones al otro lado del río. Las poblaciones nacionales sufrieron desabasto y molestias. Así se inició una realidad adversa que subsiste.
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