martes, 11 de noviembre de 2008

¿QUIÉN VA A CREER QUE FUE UN ACCIDENTE?

JESÚS CANTÚ

Esa es la realidad, todos, y el todos incluye al mismo Presidente Felipe Calderón, al momento de conocer la noticia
Junto con la noticia del avionazo, que el pasado martes 4 de noviembre segó la vida del Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño; el ex titular de la Subsecretaria de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, José Luis Santiago Vasconcelos y otras 12 personas más, se esparció la idea del atentado en su contra; las dos iban juntas, eran pareja indisoluble. Y es que como respondió Samuel González Ruiz, consultor internacional y ex titular del órgano que precedió a la SIEDO, a Carmen Aristegui:"?Si esto fue atentado o no, da exactamente lo mismo... Las condiciones para que ocurra un atentado siguen ahí. No ha cambiado nada. Si el gobierno mexicano no logra revertir las actuales condiciones, tendríamos que pensar que si éste no fue un atentado, habrá un atentado". Esa es la realidad, todos, y el todos incluye al mismo Presidente Felipe Calderón, al momento de conocer la noticia, de inmediato pensamos en un atentado. Algunos lo hicimos en función de que en el avión volaba también Santiago Vasconcelos, quien había perseguido durante más de una década al crimen organizado; otros, por la presencia del Secretario de Gobernación, instancia que a pesar de su desmantelamiento en los últimos sexenios sigue siendo de principal importancia; y, otros más, por la cercanía de Mouriño con el presidente Calderón. Pero cualquiera que fuese la razón, la asociación era inevitable. Tres horas después del accidente abordé un taxi en la Ciudad de México, el conductor, que ni radio traía en el automóvil y se había enterado del evento por las versiones de sus pasajeros, de inmediato me dio la noticia de la tragedia y también concluyó: "?los mataron, es mucha coincidencia que hayan ido los dos juntos". Al día siguiente, como a las 10:00 horas, abordé otro taxi, el tema nuevamente fue inmediato, el conductor también me trasmite el sentir de sus pasajeros, sólo que en esta ocasión se trata de un conocedor del tema: un piloto de la mayor aerolínea mexicana. El taxista me narra, que entre sus clientes habituales se encuentra este piloto, al que justamente había recogido temprano en la mañana para llevarlo al aeropuerto capitalino, y que este también había sentenciado tajante: "fue atentado". De acuerdo a la explicación del piloto, las aeronaves, y, desde luego, los Learjet 45 no son la excepción, están preparadas para volar con un solo motor e, incluso, de ser el caso, para planear si fallan ambos motores. Y, de acuerdo al taxista, el piloto le había señalado que por el lugar del avionazo, de haber sido una falla mecánica que afectara a ambos motores, hubieran logrado llegar hasta la pista, pues la distancia ya era menor. El taxista abundaba en precisiones sobre la ruta que siguieron San Luis-Querétaro-DF y transmitía comentarios que seguramente le hizo el piloto, pues eran precisos, como el que es la ruta habitual de aproximación al aeropuerto capitalino y que en caso de haber ido al aeropuerto de Toluca, hubiese seguido un camino distinto, por Cuernavaca. En fin, suficientes elementos para dejar constancia que no inventaba y simplemente repetía lo que el piloto le había dicho. Pero a pesar de lo cuidado de los mensajes de Felipe Calderón, para no adelantar un juicio sobre si fue accidente o atentado, hay oraciones que traslucen sus dudas: "El Gobierno Federal a mi cargo, en coordinación con las instancias competentes, realizará todas las investigaciones necesarias, a fin de averiguar a fondo las causas que originaron esta tragedia? Estaremos informando a ustedes y a toda la Nación a medida en que avancen las investigaciones del caso?", dijo el mismo martes, dos horas después del avionazo. Y dos días después, durante el homenaje que les rindieron en el Campo Marte, nuevamente señaló: "Los lamentables acontecimientos del 4 de noviembre se esclarecerán a fondo. Por ello, el Gobierno Federal, en coordinación con las instancias competentes, está llevando a cabo todas las investigaciones necesarias para averiguar las causas que originaron esta terrible tragedia. En esta delicada tarea, contamos con el apoyo de los mejores expertos del mundo y de las agencias nacionales e internacionales especializadas y más calificadas. "Como Presidente de la República, y como amigo y compañero del licenciado Mouriño y de sus colaboradores, soy el primer interesado en que surja la verdad y se esclarezcan las causas de estos hechos." Lo mismo sucedió con el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien reiteradamente viene descartando el atentado. Al día siguiente del avionazo, el miércoles 5 de noviembre, al informar sobre los avances de las investigaciones señaló: "Quisiera enfatizar que hasta el momento no se han detectado indicios que permitan formular hipótesis diferentes a la de un accidente, pero se investigará hasta agotar todas las posibilidades." Y luego repitió exactamente lo mismo. Y el viernes 7 de noviembre, tras los informes de la Procuraduría General de la República, enfatizó: "Lo que quisiera comentar y enfatizar en palabras muy llanas, es que la Procuraduría General de la República, a través del licenciado Nájera, nos está informando en este momento que después de los exámenes periciales que se llevaron a cabo, no se encontraron ningún rastro o no se encontró rastro alguno de ninguna sustancia explosiva, es decir, que no hubo ninguna explosión causada en el avión que cayó". Y más adelante a pregunta expresa de Roberto González, reportero de La Jornada, responde claramente: "La información que estamos proporcionando en este momento refuerza la hipótesis, quisiera comentarlo en esos términos, la información que se presenta en este momento refuerza la hipótesis de que la caída del avión fue un accidente". El mismo miércoles por la mañana, al abordar el avión que me trasladaría de la Ciudad de México a Monterrey, me encuentro como compañero de vuelo con Manuel Bartlett, ex Secretario de Gobernación durante el sexenio de Miguel de la Madrid, y le pregunto: "Tú que sabes de esto, ¿qué crees que pasó? ¿Accidente o atentado? Y su respuesta fue inmediata: "Qué importa, nadie creerá que fue un accidente". Las respuestas de los dos ex funcionarios, uno en el ámbito de la seguridad y otro en Gobernación, dibujan con precisión lo grave de la situación: por un lado, existen las condiciones para que se pueda atentar, inclusive contra un funcionario de ese nivel; del otro, existen las condiciones para que la ciudadanía piense que efectivamente fue una atentado, aunque en realidad no haya sido así. Pero las condiciones están tan presentes, en ambos sentidos, que el mismo presidente y los secretarios involucrados lo consideran una posibilidad viable, como se percibe en sus declaraciones. Urge desmontar dichas condiciones en ambos ámbitos y los dos son igualmente graves y complicados. En el ámbito de las condiciones para el atentado, lo más grave es que la sola consideración de que es factible un atentado a esos niveles muestra la vulnerabilidad del Estado y la población; pero en el ámbito de las percepciones, lo preocupante es que el terreno es fértil para que cualquier rumor cobre carta de naturalización. El avionazo refuerza la necesidad de combatir al crimen organizado, pues sus alcances están minando los cimientos de México, pero su combate no puede limitarse a la batalla frontal y la utilización de la fuerza bruta, requiere una buena dosis de inteligencia estratégica y participación social.

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