JORGE ALCOCER
El pasado fin de semana el presidente Enrique Peña Nieto, su esposa e hijos se instalaron en la residencia "Miguel Alemán", ubicada dentro del perímetro que ocupa el predio que todos conocemos como Los Pinos. Por ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, bueno será que la oficina presidencial informe el costo que para los contribuyentes ha tenido la reconversión de esa residencia a su uso original y lo gastado en su equipamiento.
A reserva de conocer el monto de lo gastado, en principio es justificable la decisión que tomó el nuevo inquilino de Los Pinos para contar con una casa en la que él y su familia cuenten con las condiciones para el desarrollo de su vida privada, y también pública. No me imagino a un presidente de Estados Unidos ordenando convertir las áreas privadas, de uso familiar, o los salones de recepción, de la Casa Blanca, en oficinas, como lo hizo Vicente Fox con la mencionada residencia, al inicio de su mandato, en el año 2000.
El poder político requiere de símbolos, de pompa y circunstancia, pero también de condiciones materiales para su ejercicio. Enrique Peña Nieto pudo haber proseguido con las adecuaciones a las llamadas "cabañas", para seguir usándolas como casa-habitación, pero optó por ordenar la readaptación de la residencia que albergó a ocho familias presidenciales a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado. Ojalá que la pequeña y bella casa "Lázaro Cárdenas", la primera construida por órdenes del General en Los Pinos, vuelva a ser sede de la oficina presidencial.
En 2003 entrevisté a Vicente Fox en su oficina dentro de la residencia Miguel Alemán; llamó mi atención el mal gusto y la deficiente planeación que distinguían los cambios realizados. Los muros originales fueron sustituidos por tabla roca, para dar lugar a oficinas y cubículos, tipo edificio de la Coca Cola. Enormes corredores, en los que era usual extraviarse; grandes salones de espera, descuidados y con mobiliario desvencijado.
La oficina presidencial, muy al estilo de Fox, era una especie de aparador, o pecera, con dos grandes ventanales en ángulo, sin cortinas, desde los que, para mi sorpresa, los turistas podían golpear los cristales con los nudillos para llamar la atención del Presidente, que presto acudía a saludarlos desde el interior de esa pecera. En el siguiente gobierno me reuní varias veces, en esa misma oficina, con el presidente Felipe Calderón. En una ocasión le pregunté por qué no había cambiado esa oficina; me miró resignado y me respondió algo así como: no puedo dar marcha atrás en todas las ocurrencias de Fox, y esta oficina es una de sus ocurrencias simbólicas.
La primera cena de gala que se ofrecerá en la rehabilitada residencia presidencial será esta misma semana, para Barack Obama; pompa y circunstancia de por medio, la Presidencia de México recobra prestancia, señorío. Y aunque a algunos eso no guste, creo que tiene positivo significado. Como lo tiene que el presidente Peña Nieto, obligado por la coyuntura, haya vuelto a utilizar el Palacio Nacional como sede para eventos públicos y privados, nacionales e internacionales.
Convertido casi en un museo por los anteriores presidentes, el antiguo palacio de los Virreyes merece un mejor uso, acorde con su historia y simbolismo. Ojalá que el actual gobierno lo siga usando, no solamente para fines ceremoniales, pues solo así esa sede del poder presidencial recibirá la atención y recursos para su mantenimiento. Ahí, en nuestra plaza mayor, el Zócalo, se expresa buena parte de la historia de lo que hemos sido y somos los mexicanos.
El poder se nutre de acciones, que el pueblo valora, aprueba o reprueba; también de símbolos, de tradiciones, música, literatura, arte y arquitectura. Somos diferentes porque somos singulares. No hay poder sin símbolos; el poder requiere expresiones que lo materializan, que lo dejan ver. Los Pinos, residencia oficial del presidente de México, es parte de la cultura, valores y tradiciones de varias generaciones, desde que don Lázaro decidió no convivir con las pulgas que, en el castillo de Chapultepec, derrotaron a la emperatriz.
Queda la duda sobre el uso futuro de las "cabañas" que, en Los Pinos, Vicente Fox hizo construir para casa habitación de su familia, que también utilizó su sucesor. ¿Se venden o se rentan?
*Reforma 30-04-13
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