domingo, 26 de septiembre de 2010

EL TERREMOTO DEL 85 Y EL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO

HERMILIO LÓPEZ BASSOLS

En ocasión del 25º. Aniversario del terremoto que sacudió nuestra capital, recuerdo la actuación del Consulado General de México en Houston, en la coordinación de la ayuda a nuestros compatriotas en desgracia, labores de información y envío de ayuda.
Minutos antes de las 10:00 a.m. del 19 de septiembre de 1985, la radio local daba las primeras noticias, me encontraba en la oficina del exdirector de la NASA. Volví al Consulado y con las primeras informaciones disponibles, acudí a la televisión para dar un primer parte de lo ocurrido, apoyándome en un mapa de la capital donde se señalaban los mayores daños. Intuitivamente pedí ayuda a la población local ante el desastre. Al mediodía, la alcaldesa Kathy Whitmire se presentó en el Consulado acompañada de numerosos micrófonos de estaciones de radio. Ratificamos la solicitud de ayuda, mientras las imágenes de televisión confirmaban la magnitud del desastre que aquí se trataba de ocultar por las instancias estatales. Cientos de llamadas inundaron la oficina indagando sobre la ayuda necesaria y los lugares de acopio de la misma. Luego se preparó un buen número de bomberos para que se trasladara a México, gracias al apoyo de Continental Airlines que puso a disposición del Consulado varias aeronaves por las noches. Varios hospitales, entre ellos el Metodista, entregaron toneladas de medicinas y equipo que se trasladó a México.
Al interrumpirse la red telefónica en varias áreas del DF, cientos de personas en EU y Europa llamaron a la oficina para solicitar informes sobre sus familiares. Se sabía que teníamos comunicación con México. La oficina trabajó las 24 horas por espacio de cinco días. Ma. Elena, Irma, José Luis, Samuel, Rigoberto (+), Daniel, Rosa Ma., Rosita, Irene, Fanny, Javier, Belarmino, Silvia, mi esposa y muchísimos voluntarios anotaban los nombres y teléfonos, y en las noches viajaban dos funcionarios de la Cancillería, Miguel Ángel y Ramón -hoy embajadores-, quienes entregaban la ayuda en el aeropuerto Benito Juárez, y luego por teléfono en la SRE se verificaba la suerte de las personas, cuya lista llevaban. Así tendimos un "puente aéreo" de ayuda humanitaria e información por casi una semana. Era Houston el sitio donde se concentraba la ayuda del sur y este de EU.
El día 20 -tardíamente- el presidente De la Madrid ordenó a varios secretarios de Estado que viajaran al exterior para informar de los hechos y solicitar ayuda. Antonio Enríquez Savignac (+), secretario de Turismo, viajó a EU; su primera -y única- escala fue Houston, donde se enteró del segundo terremoto. Inmediatamente me solicitó que organizara la primera conferencia de prensa que un miembro del gabinete daba en el exterior, se contó con la cobertura de todas las cadenas nacionales de televisión de EU y corresponsales de los grandes periódicos del mundo que viajaron desde Nueva York, Los Ángeles y Washington. Fue impresionante ver a más de 150 periodistas de todo el mundo en el Consulado General de México, recibiendo el doloroso parte oficial. Así se pudo precisar lo que México necesitaba, y rápidamente se actuó por espacio de más de una semana.
Se realizaron maratones promovidos por las estaciones de radio en español. José Suleimán llevó a bultos mexicanos a "pelear" ante escasísimo público, incluyendo a Raúl Ratón Macías (+) -a quien finalmente se le prohibió hacerlo por su edad. Por tierra, partieron decenas de camiones con medicinas, ropa y comida donadas por hispanos y por la cadena de supermercados "Fiesta".
Meses después, el presidente De la Madrid otorgó diplomas en "Reconocimiento a la Solidaridad Internacional", y Houston fue la ciudad en el mundo que recibió el mayor número de ellas. Como cónsul general de México entregué a la alcaldesa, al concejal Ben Reyes, a varios líderes hispanos, al diputado Román Martínez y al doctor Leonel Castillo, al Comité Patriótico Mexicano, a los asesores jurídicos del Consulado y al jefe de la Policía, Chief Brown, dichos diplomas. Nuestra gratitud también pertenece a cientos de voluntarios que, recibiendo llamadas en el Consulado, coordinando los envíos o recogiendo la ayuda, mostraron una impresionante solidaridad en los momentos posteriores a aquella terrible desgracia del pueblo mexicano.
Vaya hoy nuevamente el agradecimiento a mis compañeros que mantuvieron abiertas las puertas del Consulado por más de 120 horas consecutivas -hecho que quizá no se repite en los anales de nuestras oficinas consulares- para atender llamadas y personas, cumpliendo ampliamente con su sentido de responsabilidad. Meses después lo reconoció el presidente de la República y el canciller Sepúlveda en documento que obra en mis archivos.

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