jueves, 23 de septiembre de 2010

EL CENTENARIO DE LA UNAM

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

El 22 de septiembre de 1910 Don Justo Sierra le abrió las puertas a la nueva Universidad ante un dictador que se derrumbaba, cubierto en el pecho de medallas, y un México naciente a la vida moderna, oyéndose ya el fragor de la batalla revolucionaria. Ayer se cumplieron cien años de esa gesta conmemorada con gran excelencia y realce en nuestra Máxima Casa de Estudios. ¿Qué es en rigor la Universidad? La sede del pensamiento libre de México. En ella se aprende la verdad sin cortapisas y en este sentido cabe decir que la verdad se manifiesta y expresa en todas las ramas del conocimiento, tanto en las humanidades y ciencias sociales como en las ciencias de la naturaleza. Por eso la libertad de cátedra es la pieza fundamental de nuestro compromiso pedagógico en la enseñanza, la investigación y la difusión de la cultura. En uno de los momentos estelares de la Universidad en que se enfrentaron en formidable polémica Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano con motivo del "Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, asamblea nacional de rectores, profesores y estudiantes", que se llevó a cabo en la Ciudad de México del 7 al 14 de septiembre de 1933, ambos universitarios de excepción defendieron, respectivamente, la libertad de cátedra y la filosofía marxista. Es decir, dos criterios distintos en la cultura y en su concepción. Sin embargo coincidieron, al margen de sus diferencias, en que la libertad universitaria es un baluarte del pensamiento no sólo en el ámbito de éste sino a nivel nacional. Lo que nos distingue como pioneros del resto de las universidades del país. O sea, que en la Universidad caben todas las corrientes ideológicas que deben enseñar los profesores y maestros a sus alumnos y discípulos, y ellos seleccionarlas en un esfuerzo intelectual de acuerdo con sus tendencias y convicciones.
Ahora bien, por razones obvias lo anterior no satisface plenamente al "status quo" imperante, al "stablishment", término acuñado en 1955 por el periodista británico Henry Fairlie y ya de difusión a escala mundial. En una palabra no satisface al gobierno -y hay pruebas de sobra para sostenerlo- porque es un dique que se opone a la retórica oficial, a la propaganda de la clase gobernante y a sus aspiraciones de perpetuarse en el poder. Pero hemos sido, somos y seremos el único foro en que las ideas, libres como la imaginación de los hombres que las concibieron, se discuten y analizan sin compromiso alguno para imponerlas. En consecuencia somos imprescindibles y con razón se nos ha llamado la conciencia de la República. Pero el país ha evolucionado notablemente de 1910 a la fecha y la Universidad, con su enorme influencia, ha inspirado la creación de las universidades públicas del interior de México. Lo que pasa es que al lado de éstas han ido proliferando las universidades privadas, que no son públicas o estatales sino que pertenecen a particulares. ¿Qué tendencias han tenido y tienen esas casas de estudios? Por regla general, salvo excepciones, de corte mercantilista e incluso empresarial. Por supuesto que en principio ello no es malo o negativo y hay carreras muy serias para estudiarlo. Lo preocupante es que en algunos casos esas universidades han servido y sirven a intereses transnacionales que buscan, lográndolo con frecuencia, infiltrarse en el país en beneficio suyo. En este orden de ideas son el instrumento adecuado a los gobiernos contrarios y opuestos a lo que comúnmente se denomina "ideal revolucionario", que corresponde a los principios básicos de nuestra evolución histórica concentrados en el movimiento social de 1910 y plasmados en la Constitución de 1917. Son universidades, por lo tanto, al servicio de un determinado propósito. Pero la historia no se puede acallar. Tarde o temprano su voz se oye y se escucha en todos los ámbitos de la nación. Los hombres de corta mira se ubican exclusivamente en el momento, en la hora actual, aferrándose a su reloj con la pasión del amante desbordado por la forma. Olvidan que hay una esencia histórica que prevalece contra viento y marea. En tal virtud nuestra Universidad debe mantener y conservar a toda costa su prestigio de libertad y dar la mano a las universidades, públicas o privadas, que lo comparten. En este sentido el centenario de nuestra Alma Mater implica un ensanchamiento de la misión universitaria más allá de sus fronteras. Mucho se dice que México requiere un cambio inmediato. Pues bien, el mismo es inconcebible sin la presencia del espíritu universitario, sin la libertad de expresión del pensamiento, porque los cambios meramente políticos suelen ser de circunstancia y condición, generados por conveniencias, utilidades y provechos. Y algo más. La Universidad es analítica y crítica por naturaleza, no acepta con sumisión los dictados de otros. En suma, la presencia de la UNAM es imprescindible para México tanto como la de las universidades libres y no comprometidas, ya sean públicas o privadas.
Que las palabras de don Justo Sierra, el ilustrísimo campechano, iluminen el camino difícil que México recorre en la actualidad: "No se concibe en los tiempos nuestros que un organismo creado por una sociedad que aspira a tomar parte cada vez más activa en el concierto humano, se sienta desprendido del vínculo que lo uniera a las entrañas maternas para formar parte de una patria ideal de almas sin patria".

No hay comentarios: