La posibilidad de coalición entre el PAN y el PRD para la elección de gobernador en el estado de México podría estar muerta; la causa no será la "ley Peña Nieto" (que proscribió las candidaturas comunes), sino la campaña personal, gira de por medio, que ha emprendido Andrés Manuel López Obrador por los municipios de ese estado. En un tono exaltado, el tabasqueño mandó "al carajo" las alianzas entre izquierda y derecha, y de paso a los dirigentes del PRD, que dice le dan "pena ajena", por lo que los conminó a afiliarse al PAN. Así se llevan.Estamos ante dos visiones encontradas: una que mira los resultados previos y defiende la necesidad de enfrentar al PRI mediante alianzas pragmáticas; y otra, que condena esas alianzas por considerarlas negativas para la imagen y futuro de la izquierda, mirando ante todo lo que puede ocurrir en la elección presidencial de 2012, en la que, salvo un viraje imprevisto, cada uno de los tres mayores partidos postulará su propio candidato.A los pragmáticos, hechos y datos parecen dar la razón. Oaxaca, Puebla y Sinaloa, son referentes inmediatos; pero lo es también, en sentido opuesto, el avasallador resultado que en julio de 2009 alcanzó el PRI (en coalición con el PVEM, PNA y PSD) en el estado de México, al obtener la victoria en 38 de 40 distritos federales, en 39 de 45 distritos locales y en 97 de 125 municipios, en los que, sin embargo, alcanzó el 44.5% de la votación estatal efectiva, contra 22.2% del PAN; 17.6% del PRD; 5.6% de Convergencia; 5% del PT; 2.9% del PVEM y 1.2% del PNA. Son esos datos los que pueden explicar la proscripción de las candidaturas comunes, como también la determinación de ir en unidad -a toda costa- entre PAN y PRD, sumando, por lo menos, a Convergencia.La visión de López Obrador tiene referentes distintos. Su proyecto pasa por evitar que sus adversarios internos sigan acreditando que la mayoría de los electores respaldan las alianzas y con ellas a quienes las han impulsado en el PRD (los Chuchos y Marcelo Ebrard); no es la congruencia de la izquierda lo que al tabasqueño preocupa, es el futuro de sus aspiraciones personales, amenazadas por su declive en las encuestas de preferencias entre los suspirantes a la candidatura presidencial en 2012, especialmente frente a Ebrard. De seguir el conflicto, pronto las encuestas también serán enviadas "al carajo".El resultado de la eventual coalición PAN-PRD (quizá sumado a ellas Convergencia), con el PT con candidato propio, es una incógnita. En Puebla (2010) el abanderado petista no hizo mella, pero en el estado de México (2011) podría ser determinante, pues a la división se sumaría el activismo de López Obrador, lo que no ocurrió en este año, ya que el ex candidato se limitó a la condena, pero se abstuvo de traducirla en movilización y giras.Ante el encontronazo con López Obrador, quizá la única salida de quienes están a favor de la unión entre izquierda y derecha sea trasladar la decisión a la ciudadanía mexiquense, o al menos a la militancia de los partidos; una consulta directa podría ser la forma de dirimir el litigio. En la boleta se colocaría una primera pregunta sobre la coalición, ("sí" o "no"); a los que respondan "sí" se les preguntaría por el candidato(a) que prefieren, ya sea de manera libre, o seleccionando de entre una lista previa. Una decisión de ese tipo sería la respuesta a las objeciones en contra de la coalición, un medio para legitimar alianza y candidato, y un preludio, por demás interesante, para la elección mexiquense, a la que Tirios y Troyanos consideran, con razón o sin ella, bola de cristal que anticipa lo que ocurrirá en 2012.Mantengo la opinión de que si las coaliciones electorales están permitidas por la ley, sin requisitos de identidad ideológica o programática, pueden ser establecidas por todos los partidos, en las combinaciones que decidan. Sin embargo, cuando provocan conflictos internos, que amenazan con predeterminar el resultado de la elección constitucional, acudir a la consulta y decisión de los ciudadanos es una vía no sólo legalmente asequible, sino políticamente legítima. Posdata El fraude perpetuo. Toca turno a Juan Molinar; que con la revista Cambio de parapeto coloca foto y bigote en carteleras y parabuses en el DF.
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