jueves, 9 de septiembre de 2010

TWITTER

MIGUEL CARBONELL SÁNCHEZ

Las llamadas redes sociales están cambiando de forma acelerada nuestra forma de informarnos, conocer personas o establecer vínculos profesionales, afectivos y hasta familiares. Facebook dio a conocer que cuenta ya con más de 500 millones de usuarios alrededor del mundo; si fuera un país sería el tercero más poblado de la tierra. La última novedad en ese universo virtual es la red Twitter, basada en una idea sencilla pero muy poderosa: un espacio en blanco de 140 caracteres que cada usuario va llenando conforme a sus propios intereses. El sistema permite seguir a las personas que nos interesan y a la vez que te sigan las personas que quieran leerte. Con esa simplicidad aplastante y adictiva, Twitter ha alcanzado ya una cifra cercana a los 150 millones de usuarios en todo el mundo. Es la undécima página de internet más visitada del mundo. En Twitter uno puede encontrar de todo: desde grandes personalidades del ámbito de la política o del espectáculo hasta ciudadanos comunes y corrientes que de pronto deciden convertirse en periodistas y comienzan a subir información en la que son testigos directos. El potencial de estas herramientas es enorme. Barack Obama cuenta con más de 5 millones de seguidores, pero artistas como Lady Gaga o Demi Moore pueden sumar incluso una cantidad superior. En algunos países, Twitter se está utilizando dentro de las universidades para presentar exámenes, recabar puntos de vista, hacer encuestas, concertar encuentros académicos, etc. En el mundo empresarial se usa como una nueva forma (gratuita) de hacer campañas de marketing y promoción de nuevos productos. Incluso ha impactado en el mundo de los deportes, en el cual algunas estrellas, como Lance Armstrong, suman millones de seguidores. A veces podría pensarse que los usuarios de las redes sociales son solamente personas adictas a la tecnología, especializadas en el ámbito de la computación. Por el contrario, en realidad se trata de un terreno fértil para que cualquier persona pueda participar con la mayor de las libertades, aportando lo que se le vaya ocurriendo o a veces, sólo leyendo lo que otros escriben. La expansión imparable de Twitter está teniendo efectos también sobre los medios de comunicación tradicionales. Los periodistas no solamente participan a través de sus propias cuentas, sino que toman datos de las redes sociales y los trasladan a los medios de comunicación tradicionales. Los periódicos, las estaciones de radio y de televisión, e incluso los portales de gobierno en internet, se nutren de este caudal informativo. Tenga en cuenta el lector que cada día se envían 65 millones de tweets, lo que equivale a 750 mensajes ¡por segundo!, aunque el pico de actividad fue cuando se estuvieron enviando 3,085 mensajes por segundo (al ganar la liga NBA los Lakers de Los Ángeles). La extensión del uso de las redes sociales también está modificando los hábitos de gasto en telecomunicaciones. Se ha detectado un patrón muy definido entre los adolescentes norteamericanos, a partir del cual, van dejando de enviar mensajes por sus teléfonos celulares y ahora se comunican —gratuitamente— por mensajes que se intercambian en sus redes sociales. Lo que dicha tendencia pueda suponer para el futuro de las empresas telefónicas es incierto, pero sin duda tendrá consecuencias no menores. El reto es ir conformando una serie de perfiles de usuarios que nos aseguren dos grandes objetivos: credibilidad y rigor en el análisis. ¿Por qué creerle a quien escribe tweets desde el anonimato? ¿Qué razones hay detrás de cierta campaña de denostación? ¿Cómo debe interactuar un candidato presidencial por medio de sus redes sociales (el caso de Obama es el ejemplo a seguir en este punto, creo)? ¿A qué periodistas se debe seguir en Twitter? Las redes sociales son una gran oportunidad para millones de personas en todo el mundo. Pueden ser un factor de enriquecimiento del debate público, un espacio para la creatividad literaria, una oportunidad para crear o fortalecer vínculos amistosos e incluso una nueva forma de relacionarnos con el mundo. Depende del uso que se le quiera dar. Lo importante es estar abierto a nuevas formas de comunicación, conocimiento e interacción con los demás.

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