De las 15 victorias electorales que ha obtenido el Partido de la Revolución Democrática (solo o en alianza con otros partidos) para gobernar nueve entidades del país, 11 fueron con candidatos que previamente militaron en el Partido Revolucionario Institucional, de los cuales seis renunciaron a dicha militancia cuando no fueron postulados por el tricolor, es decir, meses, semanas o incluso días antes de ser nominados candidatos del partido del sol azteca. Hasta estos momentos la única entidad bajo administración perredista que no ha sido gobernada por un expriista es precisamente Guerrero, donde la coalición Diálogo para la Reconstrucción de México (Dia, que agrupa a los partidos del Trabajo, Convergencia y PRD) pretende postular al extricolor Ángel Heladio Aguirre Rivero. Los únicos mandatarios estatales que, impulsados por el PRD, no habían tenido antes militancia en el tricolor son: Lázaro Cárdenas Batel, quien ganó la contienda de Michoacán en 2001; Amalia García, en Zacatecas, en 2004; Narciso Agúndez, en Baja California Sur, en 2005, y, el mismo año, Zeferino Torreblanca, en Guerrero. De ellos los únicos que arrebataron la gubernatura al PRI fueron Cárdenas y Torreblanca, pues García y Agúndez relevaron a perredistas. El primer triunfo que le fue oficialmente reconocido a los amarillos fue el que obtuvo Cuauhtémoc Cárdenas, en las elecciones del 6 de julio de 1997, para convertirse en el primer jefe de Gobierno electo del Distrito Federal. Cárdenas rompió con el tricolor en 1987, fue candidato presidencial del Frente Democrático Nacional en las elecciones del 2 de julio de 1988 y presidente fundador del Partido de la Revolución Democrática. Los otros cuatro expriistas, con militancia en el PRD o en partidos integrantes del Dia, que lograron triunfos electorales, fueron: Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Leonel Godoy y Gabino Cué. Bajo la presidencia de López Obrador, el PRD obtuvo cuatro victorias con candidatos sin previa militancia en la izquierda y que renunciaron al PRI para ser postulados por el PRD, o en alianzas que encabezó dicho partido, una vez que el tricolor abanderó a otros aspirantes: en 1998, se lograron los triunfos en Tlaxcala, en alianza con el PT y el PVEM, mediante la candidatura de Alfonso Sánchez Anaya; y en Zacatecas, con Ricardo Monreal, postulado únicamente por el PRD. En 1999 se concretaron, en las mismas circunstancias, la postulación de Leonel Cota en Baja California Sur y la de Antonio Echevarría en Nayarit, esta vez en una alianza amplia que incluyó al PAN en elecciones celebradas el 4 de julio de 1999, cuando López Obrador ya había dejado la presidencia del PRD. Después de los comicios presidenciales de julio del 2000, el PRD nuevamente recurrió a la candidatura externa y a la alianza amplia para obtener, con Pablo Salazar, el triunfo en Chiapas, estado donde en 2006 nuevamente postuló a un tricolor despreciado por su partido: Juan Sabines; en dicha entidad, los dos gobernadores postulados por alianzas encabezadas por el PRD nunca tuvieron una militancia previa en éste último. En el recuento no se incluyen los triunfos electorales en Sinaloa y Puebla, en julio de este año, ya que aunque el PRD formó parte de las alianzas que le permitieron ganar la gubernatura, en ambas entidades el partido coaligado con mayor participación electoral es el Partido Acción Nacional. En cambio, en Oaxaca, aunque Gabino Cué es militante de Convergencia, el PRD sí es el partido con mayor votación. De las nueve entidades gobernadas, en algún momento, por candidatos postulados por el PRD –Distrito Federal, Tlaxcala, Zacatecas, BCS, Nayarit, Chiapas, Michoacán, Guerrero y Oaxaca–, en cinco recurrió a candidatos sin militancia previa para arrebatarle la gubernatura al PRI; en dos de ellas –Tlaxcala y Nayarit– no pudo refrendar el triunfo. En contrapartida, únicamente en dos –Michoacán y Guerrero– consiguió la victoria en primera instancia con candidatos que únicamente habían militado en el PRD. En las otras dos –Distrito Federal y Oaxaca– sus abanderados, aunque extricolores, sí tenían militancia perredista o en Convergencia. Los dirigentes de Dia anunciaron el miércoles 25 de agosto la decisión de respaldar en Guerrero la candidatura de Ángel Heladio Aguirre Rivero, senador priista que, tras ser desplazado de la postulación del tricolor, el jueves 26 anunció su renuncia al mismo para buscar el apoyo de una amplia coalición donde se pretende que, además de PRD, PT y Convergencia, participen el PAN y el Panal. La postulación del también exgobernador interino –ocupó ese cargo tras la renuncia de Rubén Figueroa Alcocer por la matanza de Aguas Blancas– es todavía más controvertida, pues Heladio Aguirre no únicamente carece de militancia en la izquierda, sino que, de acuerdo con los dirigentes históricos del PRD en Guerrero, tiene un pasado antiperredista. Concretamente se le acusa de haber estado involucrado en la represión de una protesta postelectoral en 1990. En dicha ocasión, los simpatizantes perredistas, encabezados por Eloy Cisneros Guillén, quien había sido el candidato a la alcaldía de Ometepec, ocuparon la presidencia municipal en protesta por el fraude electoral; el 6 de marzo policías estatales los desalojaron, con un saldo de 72 lesionados, la muerte de Ramón de la Cruz Zacapala y la desaparición de su hermano Andrés y de otro militante llamado Daniel López Álvarez. Aguirre Rivero, al igual que Manuel Añorve –quien seguramente será el candidato tricolor–, son oriundos de Ometepec y se les acusa de haber coordinado la represión contra perredistas en la llamada Costa Chica de Guerrero. Así, aunque la historia electoral del PRD da plena evidencia del pragmatismo de esta organización para seleccionar candidatos y privilegiar el probable resultado electoral, por encima de la militancia partidista o la congruencia ideológica, pues ha postulado desde fervientes tricolores hasta prominentes empresarios –como en los casos de Echevarría y Torreblanca–, éste sí parece un caso extremo, pues más allá de que no existen pruebas con valor jurídico que demuestren la participación de Aguirre en la represión de perredistas, sí hay plena evidencia de que su administración (1996-1999) no se distinguió en nada del resto de los gobiernos tricolores. Así que existe la certeza de que, en caso de ganar la gubernatura, nada cambiará en Guerrero.
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