miércoles, 24 de abril de 2013

UNAM: EL CHANTAJE DE LOS POCOS*


MIGUEL CARBONELL

La UNAM está inerme frente a los violentos. La toma de la Rectoría (una más, de las muchas que ha sufrido la Universidad a lo largo de su historia) por 20 sujetos incapaces de articular una sola demanda concreta, armados con tubos y palos, con el rostro cubierto, demuestra que la Universidad cuenta con escasos medios para ser defendida. 

La postura del Rector Narro ha sido encomiable. En primer término ha presentado ante la autoridad competente (la PGR) la denuncia de hechos por la comisión de varios delitos. En segundo lugar ha dicho que no habrá diálogo con los violentos. En tercer término ha apostado a la responsabilidad de los universitarios para que el edificio sea devuelto lo antes posible. 

Eso es mejor que provocar un escalamiento de la violencia, que es lo que están buscando los asaltantes de la Rectoría. Saben que sus incomprensibles demandas no tienen ni sustento ni futuro y apuestan a "calentar" el ambiente para lograr un mayor apoyo. Les conviene la violencia y la están buscando provocar, afanosamente. 

Aunque la toma del edificio es una ofensa y además es un delito, lo cierto es que la Universidad sigue trabajando. Miles de alumnos llegan cada mañana armados (ellos sí), con libros, computadoras y libretas, dispuestos a seguir estudiando sin desmayo. Cientos de profesores e investigadores cumplen igualmente con su trabajo, sin distraerse en estériles confrontaciones, que en el pasado tanto daño causaron a nuestra Universidad. 

Por eso es que el tiempo juega a favor de los verdaderos universitarios. Los violentos seguramente se cansarán y abandonarán su inaceptable actitud. Eso sí: deberán enfrentar las consecuencias de sus actos. Sería un pésimo mensaje si se permitiera la impunidad, pues los daños al edificio (que es Patrimonio Cultural de la Humanidad, declarado por la UNESCO) tendrán que ser pagados con el dinero de todos los contribuyentes. 

Un papel impresionante lo han jugado los estudiantes (los de verdad, quienes por serlo no necesitan taparse el rostro y romper vidrios), quienes se han manifestado junto al edificio de Rectoría demandando su devolución a las autoridades. Algunos de ellos han incluso intentado dialogar con los asaltantes, pensando que pudieran éstos ofrecer algún argumento, alguna mínima razón que justifique sus acciones delictivas. Pero no obtuvieron nada, como es obvio. De esos sujetos no salen razones, sino simplemente discursos delirantes por medio de los cuales pretenden reivindicar cosas bien concretas. Por ejemplo, piden como condición para terminar con su ilegal toma de la Rectoría que se termine con la explotación que conlleva el sistema capitalista. Sería de risa, sino fuera porque los que pronuncian esa "reivindicación" (por llamarla de algún modo), están armados por palos y tubos. 

Lo peor de todo es que hay "intelectuales" (pocos; bueno, solamente uno, en rigor) que los justifican, ya que pretende ver nexos entre los asaltantes de Rectoría y la lucha magisterial en Guerrero y Oaxaca. Es el mismo delirio, pero enfocado desde otro punto de vista. 

Veremos en qué termina todo. De momento las autoridades universitarias han demostrado temple y prudencia. La comunidad entera está con ellas. Y lo estará también si deciden recurrir a la aplicación de la ley, que para eso está. El diálogo y el ejercicio de la paciencia siempre son recomendables, pero no hay que descartar el uso de la legalidad, que nos protege a todos los que queremos una Universidad abierta y trabajando, para rendirle buenas cuentas a los ciudadanos que financian con su dinero el presupuesto universitario.

*Nexos 24-04-13

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