lunes, 7 de enero de 2013

LA COSECHA ELECTORAL, NUNCA SE ACABA*

RICARDO BECERRA LAGUNA

Si ustedes suponen que el 2013 será un año aburrido o baladí en temas, asuntos y parafernalia electoral, se equivocan.  


Véanlo con cuidado: a pesar de que se elige a un solo gobernador (pero a casi la mitad de los Congresos del país), el año deviene cargado de procesos y sucesos que por si solos configuran un capítulo delicado e incierto de la agenda política y sobre todo, una muy real prueba ácida para el recién celebrado Pacto en el que se embarcaron los principales partidos de México.

He aquí el peliagudo almanaque de nuestro eterno electoral:  

1)      En primer lugar están las 14 elecciones estatales que ahora convergerán en una misma fecha: el domingo 7 de julio. 441 diputados y 1,348 Ayuntamientos, a parte de la gubernatura estatal en Baja California. Allí se volverá a poner a prueba todo el entramado constitucional, pero sobre todo, el famoso “modelo de comunicación política” qué, como se sabe, disgusta a algunos pero funciona bastante bien si es que los concesionarios de la radio y la televisión deciden cooperar con las autoridades electorales.

En el año 2012 –especialmente a partir de la campaña electoral- radiodifusoras, y sobre todo, las grandes televisoras, cumplieron a pie juntillas con la ley, dejando atrás excusas, resistencias y lamentos. Y lo que demostraron ellas mismas es que el modelo de comunicación resulta perfectamente viable en las condiciones mexicanas, con niveles de cumplimiento superiores al 98 por ciento.

¿Este también será el escenario de 2013? ¿la industria de la radio y la televisión pondrá su malestar en donde debe estar, es decir en el Congreso, para promover un cambio ordenado y dentro de la lógica legal? ¿habrá un pronunciamiento explícito y claro para cambiar el código electoral que prohíbe la contratación de spots pero cumpliendo, entre tanto y sin pretextos, el mandato de la Constitución? La respuesta –de los Azcárraga, los Salinas Pliego y pocos más- es una de las grandes determinaciones político electorales en el año que comienza.

2)     En segundo lugar y desde ahora, el Congreso y el Gobierno de la República tendrán que tomar una decisión de gran calado, eludida y pospuesta al menos, por 20 años: ¿México va a duplicar un esfuerzo de dos décadas, de decenas de miles de millones de pesos y se lanzará a emitir la cédula de identidad entre los mayores de 18 años? La credencial para votar, de historia larga y acreditación masiva ¿debe competir con otro documento oficial emitido por la Secretaría de Gobernación? ¿habrá un “mercado” de documentos de identificación en el que se dupliquen recursos, esfuerzos, funciones publicas? ¿al final, no acabarían estorbándose mutuamente? ¿no es hora de una discusión franca y abierta sobre el documento (uno solo) que constitucionalmente acredite la identidad de los mexicanos?

El futuro de la credencial para votar con fotografía -la columna vertebral de todas las elecciones en México- depende de esa decisión.  

3)     En paralelo, el IFE volverá a protagonizar otro de sus enormes desafíos técnicos y demográficos: en 365 días contados, debe retirar de la circulación unas 11.1 millones de credenciales marcadas con el año “09”.

Como se sabe la nueva ley le ha impuesto una caducidad de diez años a todas las credenciales para votar, de tal suerte que, las que fueron emitidas en aquellos años y en aquellas condiciones (conocidas genéricamente como “09”), deben ser reemplazadas por micas nuevas y con mayores elementos de seguridad.

Esto representa una escala de actualización del 14 por ciento de la lista electoral ¡en solo un año! Una tarea vasta e intensa como las ha vivido el IFE en otros momentos clave de su historia.           

4)      La formación de nuevos partidos es el cuarto gran suceso electoral del 2013. Al menos hay tres organizaciones candidatas para volverse nuevos partidos, pero la lista puede incrementarse (lo sabremos el 30 de este mismo mes, cuando se cierre el plazo para dar aviso). Es una buena noticia y una oportunidad que no debe desaprovecharse, pues desde hacía nueve años (si, nueve años) que no habían sido abiertas las compuertas legales para la admisión de nuevas fuerzas, propuestas, sensibilidades, intereses, en el sistema de partidos mexicano.

2013 es el año para una nueva apertura, para la llegada de nuevos contendientes, para un reacomodo político que sea expresión del pluralismo realmente existente en el país.

5)     Finalmente, es indispensable que los legisladores acometan una reforma electoral múltiple, abarcadora, al menos de tres campos: por un lado, existen modificaciones en la Constitución que ya fueron promulgadas pero que no han encontrado su traducción en el código electoral (el asunto de los candidatos independientes es ya un caso clásico de falta de regulación, por ejemplo). Por otro lado, están la multitud de propuestas de reforma –casi 40- que diversos legisladores han hecho a partir del fin del proceso electoral 2012 y que tocan los más diversos temas; finalmente, las reformas que se derivarían del Pacto por México y que tendrían un impacto notabilísimo en nuestra estructura electoral, especialmente la propuesta para convertir al IFE en autoridad nacional, incluso para elecciones locales y municipales. 

 Hay otros temas que podrían ser parte de esta agenda, por supuesto, pero creo que se han subrayado los más esenciales: las elecciones locales y el modelo de comunicación política; el compromiso de televisoras y radiodifusoras con la competencia democrática y su lealtad con la Constitución; la definición y decantación hacia un solo, necesario, documento de identidad ciudadana; la apertura del sistema político y la consiguiente llegada de nuevos partidos; la más grande renovación de credenciales en un solo año y la múltiple, compleja, cuidadosa, reforma al marco legal electoral.

No hay tregua: la materia electoral sigue gravitando y tocando lo fundamental de la política nacional. Su agenda, su importancia y su cosecha… nunca se acaban. 

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