JOSÉ WOLDENBERG
1. El método electoral sigue arrojando los resultados previsibles: millones de personas votaron -en lo fundamental- en calma. Manifestaron su voluntad y ello remodeló el mundo de la representación política.
2. La labor del IFE resultó eficaz, transparente, apegada a derecho. Espectacular el número de casillas instaladas. Solo dos no se colocaron. El conteo rápido funcionó como reloj suizo y el PREP entregó resultados desagregados que cualquiera puede consultar. La trama para recibir, contar y dar a conocer los resultados funcionó a la perfección.
3. Los candidatos se pasearon a lo largo y ancho del país. Ejercieron con intensidad sus derechos y libertades. Entraron en contacto con cientos de miles de personas en las plazas públicas y también se reunieron en recintos cerrados con diversos grupos de interés. Plantearon sus diagnósticos y propuestas, debatieron con sus adversarios, solicitaron el voto y cargaron el ambiente de política.
4. Las condiciones de la competencia fueron equilibradas durante la precampaña y la campaña. Los partidos recibieron un generoso financiamiento público que se repartió conforme a las normas. Luego de las fricciones entre televisoras y autoridades electorales en torno a las nuevas reglas, las pautas publicitarias entregadas por el IFE a los concesionarios se cumplieron en una amplia proporción (99 por ciento). La radio y la televisión desde las precampañas realizaron una cobertura más o menos pareja (ahí están las mediciones del IFE). No obstante, lo que pasó antes de esas fechas, la complicidad apenas disfrazada entre las televisoras y el candidato del PRI, sigue generando irritación.
5. La participación fue alta (63.14%). Se detuvo el incremento en la abstención. En 1994 sufragó el 77.8 por ciento de la lista nominal, en 2000 el 63.97 y en 2006 el 58.55. Pues ahora volvimos a una votación similar a la del 2000. Se revirtió la tendencia a una menor participación. Es una buena noticia.
6. El triunfo de quien será Presidente fue holgado, pero con una diferencia menor a la que habían proyectado las encuestas. 18.7 millones de votos que representan el 38.15 por ciento de los votos. El segundo lugar obtuvo 15.5 millones de votos y el 31.64 por ciento. Más de 3 millones de votos de diferencia. La caída del PAN no puede ni debe maquillarse. 12.5 millones de votos y el 25.40 por ciento del total.
7. También contra lo que preveían las encuestas, ningún partido tendrá mayoría absoluta de diputados ni de senadores. En esta última Cámara, el PRI ganó 10 entidades, la alianza PRI-PVEM otras 8, el PAN 8 y la coalición PRD-PT-MC 6. El PAN quedó en segundo lugar en 13 estados, el PRI-Verde en 12 y la coalición de izquierda en 7. Para diputados, con cerca del 99 por ciento de las actas computadas, los porcentajes de votos son los siguientes: PAN 25.91; PRI, PRI-PVEM y PVEM (las tres combinaciones): 37.99; PRD-PT-MC, 27.02 y Panal 4.08. Esa es una buena nueva. Las fuerzas políticas seguirán obligadas a escucharse, a negociar y a pactar si quieren que sus iniciativas se hagan realidad. Continuaremos con los llamados "gobiernos divididos". La pluralidad de fuerzas políticas que cruzan al país estará representada de manera equilibrada en el Congreso.
8. El PRI-PVEM gobernará tres estados (Chiapas, Jalisco, Yucatán), pero otros tres serán encabezados por la coalición de izquierda (Distrito Federal, Morelos y Tabasco). El PAN solo refrendó uno de sus reductos (Guanajuato). En Chiapas y el DF los ganadores barrieron. En cuatro estados hubo alternancia (Chiapas, Jalisco, Morelos y Tabasco), y en los otros tres seguirán gobernando las mismas fuerzas.
9. La compra y la coacción sobre el voto es el "frijol en el arroz". Mientras México siga siendo una sociedad tan marcadamente desigual, mientras tantas personas tengan carencias materiales tan extremas, existirá la tentación de intercambiar bienes por votos. Pero, no es una práctica privativa de un solo partido, aunque el PRI parece ser el que más recurre al expediente. No obstante, el antídoto diseñado por el IFE mucho logra atajar: el hecho constatable que en el momento de votar solo puede estar dentro de la mampara una sola persona.
10. Tenemos, sin embargo, un problema mayor: la no aceptación de los resultados por quien encabeza una fuerza más que relevante. Lo respaldan 15.5 millones de votos. ¿A ellos, no les dice nada que Andrés Manuel López Obrador haya ganado en 8 entidades, cuando hace seis años triunfó en 16? ¿No expresa algo que en 22 estados la alianza de izquierda no haya ganado ni uno de los diputados uninominales? Solo en 10 entidades obtuvieron diputados por distrito: DF (26), Oaxaca (10), Guerrero (9), México (7), Tabasco (6), Michoacán (4), Morelos (4), Tlaxcala (2), Veracruz (1) y Quintana Roo (1). ¿No resulta significativo que para el Senado solamente hayan triunfado en seis entidades? Al parecer, no. Es triste. Pero así es.
11. A pesar de eso, todo lo que se haga por transparentar aún más la elección será bienvenido.
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