miércoles, 4 de julio de 2012

REPARTO DEL PODER


JORGE ALCOCER

Al momento de entregar a Reforma este artículo, el PREP había llegado al 96.8% del total de casillas federales computadas; para la elección presidencial, se confirman los rangos mostrados la noche del domingo por el conteo rápido del IFE. Enrique Peña Nieto es el presunto ganador de la elección presidencial con el 38% del total de la votación emitida, superando a Andrés Manuel López Obrador por 7 puntos, que en términos absolutos representa 3 millones de votos.
Con una participación de más del 63% del total de electores, de las urnas ha surgido un ganador, pero no un mandato. Casi un 62% de los votantes sufragaron por candidatos distintos al que será, salvo que otra cosa ocurra, el próximo titular del Poder Ejecutivo federal. Una vez más, solo que ahora de manera acentuada, los ciudadanos repartieron el poder.
Conforme a los datos del PREP, los tres candidatos presidenciales obtuvieron victorias estatales. Josefina Vázquez Mota en Guanajuato, Nuevo León y Tamaulipas, y además peleando en Veracruz, frente al abanderado tricolor, voto por voto. Andrés Manuel López Obrador se alzó con la victoria en el Distrito Federal, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco y Tlaxcala; en los otros 21 estados, Enrique Peña Nieto fue el candidato de mayor votación.
Por su importancia, en términos de número de electores y participación ciudadana, merecen atención los casos del Distrito Federal y del Estado de México, que por sí mismos explican un porcentaje significativo de la votación total de cada uno de los tres candidatos. En efecto, para López Obrador representan el 31% de su resultado nacional; para Peña Nieto el 23% y para Josefina Vázquez Mota el 17%.
Terminados los festejos por la victoria, el PRI y su candidato presidencial harán bien si miran el espejo de la primera alternancia, para no incurrir en el mismo error de Vicente Fox, quien pretendió convertir su victoria -por mayoría relativa- en mandato absoluto, olvidando que el PAN carecía del número de legisladores necesarios para decidir, por sí mismo, en cualquiera de las dos Cámaras del Congreso de la Unión.
Peña Nieto abogó durante su campaña por el retorno a la época en que el PRI tenía mayoría absoluta en el Poder Legislativo; para tal propósito puso sobre la mesa propuestas para reducir o eliminar los legisladores plurinominales. El electorado se ha pronunciado en un sentido contrario a tal idea. No sólo ha confirmado la composición plural de las dos Cámaras del Congreso, sino que, además, conforme a los resultados del PREP, en la próxima legislatura, tanto en San Lázaro como en el Senado, prevalecerá la ausencia de mayoría absoluta, incluso sumando a los legisladores del PRI y PVEM en cada Cámara.
Si cabe interpretar el mandato de las urnas, los electores decidieron repartir el poder, acentuando el mosaico de la pluralidad en la representación popular. El presunto ganador de la elección presidencial tiene como primera tarea conocer y entender la futura composición del Congreso de la Unión para empezar, desde ayer, a tender los puentes del diálogo, sin exclusiones ni intenciones aviesas. Cuenta para ello con un activo: la aceptación de la derrota, generosa y sin condicionamientos, de la ex candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, y el reconocimiento de su victoria por parte del presidente Felipe Calderón.
Con los partidos del Movimiento Progresista, más allá de la reacción de López Obrador, que ayer se negó a reconocer el resultado (infancia es destino), el presunto ganador de la elección presidencial y su partido tendrán que mantener y ensanchar los puentes de entendimiento que, contra viento y marea, se tendieron y utilizaron en la LX y LXI Legislaturas, especialmente desde el Senado. Las reformas pendientes tendrán mejores posibilidades de convertirse en buenas leyes si cuentan con el aval de las tres fuerzas políticas a las que el electorado ha confiado la tarea y el reto de ponerse de acuerdo.
El nuevo reparto del poder incluye las victorias del PRD en Morelos y Tabasco; la reforzada hegemonía de la izquierda en el Distrito Federal, y el fin del predominio panista en Jalisco. Como ya sabíamos, y el domingo se refrendó: en democracia, nadie gana todo, y nadie pierde todo, mucho menos para siempre.
Hace 12 años empezó esta historia; la segunda alternancia está en curso. Luego...
Ya veremos.

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