miércoles, 4 de julio de 2012

LA DEMOCRACIA MEXICANA EN EL CONCIERTO LATINOAMERICANO

DANTE CAPUTO

Hace unos treinta años atrás en nuestra América teníamos tres formas políticas: muchas dictaduras, dos o tres democracias razonablemente estables y México.

Para los países del Sur, ciertamente México no era una dictadura. Es más, siempre nos ayudaron acogiendo a los perseguidos. Sin embargo, tampoco era la democracia que imaginábamos para nuestros países; de hecho, la delimitaba una estructura con partido único y severos límites a la libre expresión, aunque, salvo en ocasiones excepcionales, las formas represivas estaban cuidadosamente escondidas.
Uno se podía pasear  con un libro marxista debajo del brazo, y no pasaba nada. En el Sur era otra historia.
En fin, México era excepcionalmente distinto. Pero no lo era sólo por sus contrastes internos, por no ser ni democracia ni dictadura. Había rasgos muy poco repetidos en América Latina, por ejemplo, su aparato de Estado. A ese Estado no lo inventaron en una década, fue una laboriosa construcción social y política que, paradojalmente, habiendo nacido de la hegemonía de un partido único, vino a darle a la democracia mexicana una fuerza poco habitual.
La democracia es una forma de organización de poder para crear ciudadanía, es decir, para que los individuos ejerzan realmente los derechos que teóricamente poseen.  Ese objetivo no se puede lograr sin Estado.
El Estado no es una idea abstracta, se encarna en organizaciones bien concretas. Las instituciones, sus cuadros administrativos, son la condición necesaria para que el proyecto democrático cambie la realidad, se legitime frente a la sociedad y renazca más fuerte y más amplio.
Naturalmente no todo es alegre con las burocracias, trámites y colas. Eso es evidente y cotidiano. Lo que se ve menos, es el hecho de que en México se hayan formado instituciones y cuadros que facilitaron enormemente su transición democrática y su progreso.
Estas elecciones están en gran parte bajo la responsabilidad del Instituto Federal Electoral. No hay muchas instituciones así en el mundo. Bien me gustaría que la tuviéramos en mi país. De hecho, hace un par de años con un colega de otro partido, publicamos un artículo en el Clarín de Buenos Aires, proponiendo la creación de un IFE argentino. Algún día lo haremos.
Comparado con otras democracias en la región, en México han desaparecido las experiencias relacionadas con golpes militares; los procesos democráticos se han establecido como un medio para el procesamiento de las diferencias en el terreno político en una esfera pacífica donde la fortaleza de sus instituciones ha jugado un rol protagónico.
Es natural que no nos demos cuenta de lo que tenemos en el haber de nuestros países. Para recordarlo estamos los no mexicanos, que miramos con sorpresa lo que ustedes ven como habitual.

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