jueves, 1 de noviembre de 2012

ADICTOS


MIGUEL CARBONELL

Los resultados que acabamos de conocer de la Encuesta Nacional de Adicciones 2011 no dejan mucho lugar para la esperanza. El consumo de drogas ha subido de manera importante desde 2008 y afecta a nuestros jóvenes a edades cada vez más tempranas.

La cifra más escandalosa de consumo no tiene que ver, como podría creerse, con la mariguana o la cocaína, sino con drogas que están `socialmente bien vistas`, como lo son el alcohol y el tabaco.

Uno de cada 20 mexicanos reconoce ser adicto al alcohol y consumirlo de forma compulsiva y desproporcionada. El mayor incremento en el consumo de bebidas alcohólicas desde 2008 se produjo entre las mujeres, según la encuesta del 2012.

El uso de drogas ilícitas subió ligeramente, pasando de 1.6% en 2008 a 1.8% en 2012. Eso significa que hay en México medio millón de personas que consumen drogas prohibidas con frecuencia. Se trata, en lo fundamental, de consumidores de mariguana y cocaína. Entre los usuarios de cocaína, la encuesta nos informa que uno de cada cinco la consume en forma de piedra o crack, que hace que los efectos dañinos de la droga sobre la salud aumenten considerablemente.

La edad de inicio en el consumo de drogas prohibidas disminuye en relación a 2008 y se sitúa en los 18.8 años en promedio (18 años en el caso de los hombres, 20 en el caso de las mujeres). Se trata de un dato muy relevante, no solamente por lo que representa para nuestros jóvenes, sino porque a muchos de ellos no hemos sabido brindarles las oportunidades educativas o laborales que los hubieran mantenido alejados de las drogas. Al fracaso personal que el consumo casi siempre refleja se suma un fracaso social y político del que todos somos al menos corresponsables. Solamente una de cada cinco personas adictas recibe atención o tratamiento: 139 mil personas fueron atendidas durante el año 2011.

Un problema muy serio que pone de manifiesto la encuesta es el consumo de tabaco. Más de 17 millones de mexicanos son fumadores activos. La mayoría de ellos son hombres: 12 millones, contra 5 millones de mujeres. El drama, de nuevo, se refleja en el consumo de nuestros jóvenes: 1.7 millones de adolescentes de entre 12 y 17 años fuman.

La peor respuesta que se puede dar a estos preocupantes datos es la prohibicionista. Ya sabemos que no sirve de nada que la ley señale que consumir drogas es un delito. El costo de esa política es altísimo y países como México lo han pagado con creces durante décadas.

Pero eso no significa que no se deba o no se pueda hacer nada. Sería importante utilizar todos los medios a nuestro alcance para desalentar el consumo de drogas, tanto las que están prohibidas por la ley como las que están permitidas. Sobre todo, convendría poner de manifiesto lo dañinas que son las drogas `legales` como el alcohol y el tabaco, no solamente por los daños directos que causan sobre la salud de los consumidores, sino también por los efectos indirectos sobre el conjunto de la sociedad: incremento de gasto sanitario que se destina a curar enfermedades respiratorias y hepáticas, baja productividad de individuos que faltan al trabajo o tienen escaso rendimiento por el consumo de drogas, accidentes de tráfico, aumento de situaciones de violencia, etcétera.

Hay que decirlo sin medias tintas: consumir alcohol y cigarros no es nada edificante. Ni nos hace mejores personas, ni nos vuelve más atractivos, inteligentes o interesantes. Todo lo contrario. Los hábitos del alcoholismo y del tabaquismo nos ponen en riesgo a nosotros mismos y a nuestras familias.

Asusta la permisión social que existe alrededor del consumo de alcohol sobre todo. Muchos jóvenes presumen en las redes sociales que toman cada fin de semana o suben fotos de ellos mismos y de sus amigos en estado `inconveniente`. Y son felicitados por ello, como si de una hazaña se tratara, cuando en realidad se están asomando a un abismo del cual les será muy difícil salir y que les traerá graves consecuencias.

La Encuesta Nacional de Adicciones es una clara advertencia de una incipiente descomposición. No se trata de cifras estratosféricas si las comparamos con países con un desarrollo económico semejante al nuestro, pero lo cierto es que estamos ante un grave riesgo de que una generación entera de jóvenes acabe afectada por el consumo de las drogas. Hay que tomar las medidas necesarias para que su futuro sea mejor de lo que vaticina la encuesta. Ojalá no nos tardemos en tomar las medidas oportunas.

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