martes, 27 de noviembre de 2012

LUCES Y SOMBRAS*


JORGE ALCOCER

La obra de todo gobernante es producto, antes que nada, de sus propios aciertos y errores, pero también de los de sus colaboradores y de las fuerzas políticas que acompañan y contrapesan el ejercicio del mandato.

El mayor acierto del presidente Calderón fue su respeto a las libertades políticas y, salvo contadas excepciones, a la crítica contra su persona y sus decisiones; de igual manera, cabe reconocerle el respeto a los otros dos poderes federales, a los gobernadores y presidentes municipales. Aunque en términos de crecimiento económico y generación de nuevos empleos los resultados que entrega son muy pobres, justo es reconocerle que hereda a su sucesor una situación económica estable, base necesaria para emprender reformas que impulsen la inversión y el empleo.

Por formación y convicción, Calderón fue un impulsor de cambios democratizadores durante los años previos a su arribo a Los Pinos; por esa historia personal, y por su experiencia como candidato presidencial, respaldó de manera activa la reforma electoral de 2007-2008, especialmente el modelo de acceso de partidos y autoridades electorales a la radio y la televisión; luego impulsó la reforma política, que daría frutos en agosto del presente año. Esas dos reformas constituyen su principal aporte al desarrollo democrático.

En cambio, Calderón no supo, o no admitió, cambiar el enfoque asistencialista de la política social; preservó y perseveró, como sus dos antecesores, en el modelo instaurado por Carlos Salinas: paliar la pobreza extrema, sin atacar sus causas. Al final de su mandato, México tiene el mayor número de personas con ingreso diario por abajo del mínimo de subsistencia; ese es el saldo más negativo de su política económica y social.

En la política exterior, el michoacano no encontró la brújula que lo guiara; la relación con Estados Unidos y Canadá, nuestros socios en el TLCAN, fue guiada por la inercia, sin iniciativas ni acciones dignas de recuerdo. Con América Latina, México ha perdido liderazgo tanto en los temas de integración económica como en el fortalecimiento de los procesos democratizadores. Frente a Europa no se tuvo claridad en los objetivos, ni consistencia en las acciones.

Hay consenso en que el saldo más negativo del sexenio que termina es la cauda de violencia y muertes que ha provocado la llamada "guerra contra el narcotráfico". Hasta el día de hoy no sabemos los motivos que llevaron al Presidente a emprender tal "guerra"; mientras los muertos y las víctimas colaterales se siguen acumulando en siniestro récord. Me constó que ese tema no formaba parte de las reflexiones y análisis en su equipo de transición; Calderón se va sin haber ofrecido una explicación al respecto.

Hay otro saldo negativo: la corrupción se extendió de manera imparable, sin que las iniciativas y acciones para combatirla y sancionarla hayan arrojado resultados; la corrupción y la impunidad guardan estrecha relación con el rompimiento de los pesos y contrapesos en la relación entre los tres órdenes de gobierno; son el saldo más pernicioso del feuderalismo.

Con su gabinete, Calderón actuó bajo la premisa de privilegiar a sus amigos de confianza, sin que por ello se abstuviera de despedirlos al influjo de sus cambiantes humores. Es cierto que la tragedia lo privó de tres de sus colaboradores más cercanos, pero visto de conjunto, su equipo cercano se distinguió por el bajo perfil, y al final por la designación de secretarios sin méritos ni experiencia. El suyo fue un gobierno de cuates.

Al PAN lo trató como si fuera una dependencia del gobierno; ignoró que, por historia y cultura propias, los panistas no comparten las formas del presidencialismo de antaño. Para enfrentar al PRI, promovió alianzas electorales con el PRD, sin cuidar candidaturas ni compromisos. Llegado el momento de la sucesión, Calderón enredó los hilos, con los resultados ya conocidos. Perdió el gobierno y hundió al PAN en una crisis sin precedente.

Felipe, a sus 50 años, tiene mucho tiempo por delante para hacer su personal balance; su lugar en la historia de México está asegurado, ya fue Presidente. Lo que vendrá es el juicio de la historia, una vez que los ánimos se sosieguen y haya tiempo para aquilatar y valorar la obra de su gobierno, con sus luces y sombras.

*Reforma 27-11-12

No hay comentarios: