jueves, 19 de mayo de 2011

EL QUIEBRE EDUCATIVO

MIGUEL CARBONELL


Con motivo del Día del Maestro se han organizado debates y escrito editoriales sobre los enormes problemas educativos que tiene México. La situación de desastre educativo en la que vivimos no solamente es preocupante para el presente, sino que supone el mayor obstáculo para construir el país que queremos en el futuro.
En su número del mes de mayo, la revista Nexos dedica buena parte de su contenido a analizar lo que desde la portada denomina el “escándalo educativo”. Cuando uno lee los datos que citan los autores de varios de los ensayos publicados, se da cuenta de que no exageraban cuando diseñaron la portada.
Nos enteramos, por ejemplo, que apenas 62 de cada 100 niños terminan la primaria en los seis años en que deben hacerlo. De ellos apenas 59 ingresan en la secundaria, nivel que terminarán sólo 45 de cada 100. Es decir, a los 15 años de edad, la mitad de los jóvenes en México ya están fuera de la escuela. Esa falta de oportunidades educativas será un lastre enorme para su futuro profesional y para su desarrollo personal. Todo lo que deberían seguir aprendiendo en la escuela, no lo hallarán en las calles ni en un puesto de trabajo, suponiendo que puedan conseguir uno.
Aunque la dimensión cuantitativa de nuestros problemas educativos es muy importante, parece que tales problemas crecen cuando uno examina la calidad con que estamos formando a nuestros jóvenes.
En la prueba PISA correspondiente al año 2009 (cuyos resultados fueron dados a conocer apenas en diciembre de 2010), México aparece en el último lugar de los 34 países de la OCDE -en lectura, matemáticas y ciencias-. Entre el año 2000 y el 2009 los alumnos mexicanos tuvieron un avance de tres puntos porcentuales en la medición de lectura que hace PISA, mientras que los niños chilenos tuvieron (en ese mismo periodo) un avance de 39 puntos, en Israel avanzaron 29 puntos, en Perú 47, en Portugal 18 y en Brasil 19. No solamente hemos avanzado poco, sino que otros países nos han rebasado de forma decidida. Están haciendo las cosas mejor que nosotros.
Los resultados de las pruebas aplicadas a los alumnos mexicanos indican que casi la mitad de nuestros jóvenes no tienen la capacidad de comprensión de lectura necesaria para desempeñarse correctamente en las sociedades contemporáneas. No se trata de saber leer, de comprender las letras y poder repetir las frases que se leen. Se trata de advertir el significado de lo que se está leyendo y tener la capacidad de aplicarlo a situaciones concretas para resolver problemas. Esa capacidad no la tienen la mitad de nuestros niños y jóvenes.
El mundo del siglo XXI exige que las personas desarrollen capacidades que no se fomentan en las escuelas mexicanas. Hoy en día se debe aprender a trabajar en equipo y a utilizar la imaginación para poder desarrollar ideas innovadoras que tienen un gran valor económico. Por eso Bill Gates fue durante muchos años la persona más rica del mundo y por eso Mark Zuckerberg es el multimillonario más joven de la historia.
La pregunta que debemos hacernos entre todos es ¿cómo lograr que los próximos Gates o Zuckerberg salgan de una escuela mexicana?, ¿qué necesitamos enseñarles a nuestros jóvenes para que sean capaces de inventar lo que en el futuro sustituirá a Google, a Facebook o a Windows?
No estoy seguro de tener la respuesta acertada para contestar tales preguntas, pero me queda claro que con muchos de los maestros que hoy están frente a nuestros niños no iremos a ninguna parte. No veo de qué manera un maestro que apenas sabe utilizar la computadora les enseñará a sus alumnos a diseñar nuevos programas o podrá apoyarse en YouTube para explicarles los temas más relevantes del mundo en el que vivimos.
Lo peor de todo es que no se observa un proyecto de cambio sustantivo en el horizonte político de México. La mayor parte de los políticos se limita a decir que hay que invertir más en educación, como si hoy en día se gastase poco. No todo se resuelve con dinero. Si no somos capaces de ampliar la cobertura e incrementar los años de escolaridad con rapidez, estaremos condenados a seguir siendo un país maquilador, mediocre en su desempeño y subdesarrollado en su crecimiento. Necesitamos escuelas de tiempo completo, en las que se enseñen las habilidades que necesita toda persona para desarrollarse con éxito en el mundo globalizado de nuestros días.
La apuesta que deberíamos hacer entre todos es a favor de un quiebre educativo de fondo, que nos pueda poner en línea con los países que han logrado dar el salto, dejando atrás la mediocridad que hoy en día nos atenaza. Ojalá que lo logremos y que sea pronto. A México le urge tener un mejor sistema educativo.

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