La palabra estrategia significa según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua "arte o traza (plan) para dirigir un asunto", y por lo tanto es aplicable no sólo a lo militar sino a todo un conglomerado de asuntos. Lo digo porque en el caso de la fallida guerra contra la delincuencia organizada y el narcotráfico la palabra estrategia contiene varias acepciones: la política, la criminológica, la policiaca, la militar y obviamente la jurídica que es -debe ser- la base y sustento de aquellas. Recurro ahora a tres citas. Entrevistado en la autopista de Cuernavaca a México poco antes de su arribo a la Ciudad de México, Javier Sicilia sostuvo que es una "mala estrategia" la del Presidente en su guerra contra el narcotráfico. Por su parte el líder del PRD, Jesús Zambrano, le pidió al Presidente "rectificar la táctica (en rigor estrategia) debido a que ha probado su ineficacia por el baño de sangre que han recibido varias regiones del país". A su vez el Senador Manlio Fabio Beltrones, Presidente de la Cámara Alta, afirmó que la marcha que coordina Javier Sicilia "es una pequeña representación de los millones de mexicanos que están inconformes en cómo se están haciendo las cosas (en realidad estrategia), situación que no nos trae solución a los problemas". Las citas anteriores revelan la evidente coincidencia de criterios en una cuestión vital. Pero insisto y he insistido siempre en que la estrategia jurídica es la base y sustento de las otras, salvo que éstas se haya dado porque sí, a la ligera, sin sostén de ninguna clase. A lo bárbaro. En consecuencia hay un punto de apoyo constitucional y legal para sostener la guerra del caso, que es la reforma a la Carta Magna en materia de justicia penal y seguridad pública de 2008, fallida y equivocada, seguida de leyes secundarias (la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro y la Ley de Seguridad Nacional, tan debatida, llevada y traída) que derivan de la anterior. ¡Estrategia catastrófica! ¿Por qué el Presidente insiste e insiste en defender y sostener lo indefendible e insostenible? En efecto, y repito lo que he manifestado en diversas ocasiones y foros, a saber, que el Presidente únicamente puede "disponer de la totalidad de la Fuerza Armada Permanente o sea del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación", siendo que el concepto de "seguridad interior" nada tiene que ver en el contexto de la fracción VI del artículo 89 de la Constitución con la guerra que ha emprendido el gobierno. En cambio y en la especie habría que recurrir al artículo 29 de aquella (suspensión de las garantías individuales) donde sí se hace alusión a la "perturbación grave de la paz pública" o a lo que "ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto". Situaciones ambas que corresponden a las acciones violentas y criminales de la delincuencia organizada y del narcotráfico.
Ahora bien, las cinco primeras fracciones del artículo 1º de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos aluden a defender la integridad, independencia y soberanía de la nación; a garantizar la seguridad interior; a auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas; a realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país y, en caso de desastre, a prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas, de sus bienes y reconstrucción de las zonas afectadas. Lo incuestionable aquí es que a excepción hecha de una interpretación forzada y artificial, el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos carecen de facultades constitucionales para participar en la guerra contra la delincuencia organizada y el narcotráfico. Toda proporción guardada lo mismo sucede en cuanto a los artículos 1º y 2º, con sus quince fracciones, de la Ley Orgánica de la Armada de México. Desde luego en estas leyes se prescribe que el Presidente de la República es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, por lo que asume la plena responsabilidad de lo que disponga (artículos 11 y 5º, respectivamente, de la primera y segunda leyes citadas). En tal virtud es muy claro que la estrategia fallida que se critica tiene endebles cimientos constitucionales y legales, lo que sería absurdo soslayar. Quizá la gente no lo sepa pero hay que recalcarlo una y mil veces. Al inaugurar el Tercer Foro sobre Seguridad y Justicia el Presidente de la República dijo algo preocupante sin posterior observación de algún representante del Poder Judicial: que las instituciones de procuración y administración de justicia "no bajen la guardia" y realicen los cambios profundos que se requieren para hacer realidad la reforma (la de 2008) al sistema de Justicia Penal". Y pienso que es preocupante porque sigue insistiendo en una estrategia jurídica (constitucional y legal) no sólo fallida e insuficiente sino opuesta a muchísimos principios rectores del Derecho. ¡Qué gran cosa que un poeta coordine la marcha! No un político ni un líder social convenenciero, acomodadizo y carente de convicciones. ¡Qué gran cosa, qué formidable, que un poeta, señor de la palabra, convoque al silencio dolorido, a la elocuencia del silencio! Yo, que en mis ratos de ocio creador me regocijo en el Derecho, en mis ratos profundos que forman un hilo conductor hacia el espíritu lo hago con la literatura y la poesía (insertados en el verdadero Derecho). Y me atrevo hoy a poner esta gota poética en medio del esfuerzo colectivo por encontrar la paz y el amor:
Ahora bien, las cinco primeras fracciones del artículo 1º de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos aluden a defender la integridad, independencia y soberanía de la nación; a garantizar la seguridad interior; a auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas; a realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país y, en caso de desastre, a prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas, de sus bienes y reconstrucción de las zonas afectadas. Lo incuestionable aquí es que a excepción hecha de una interpretación forzada y artificial, el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos carecen de facultades constitucionales para participar en la guerra contra la delincuencia organizada y el narcotráfico. Toda proporción guardada lo mismo sucede en cuanto a los artículos 1º y 2º, con sus quince fracciones, de la Ley Orgánica de la Armada de México. Desde luego en estas leyes se prescribe que el Presidente de la República es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, por lo que asume la plena responsabilidad de lo que disponga (artículos 11 y 5º, respectivamente, de la primera y segunda leyes citadas). En tal virtud es muy claro que la estrategia fallida que se critica tiene endebles cimientos constitucionales y legales, lo que sería absurdo soslayar. Quizá la gente no lo sepa pero hay que recalcarlo una y mil veces. Al inaugurar el Tercer Foro sobre Seguridad y Justicia el Presidente de la República dijo algo preocupante sin posterior observación de algún representante del Poder Judicial: que las instituciones de procuración y administración de justicia "no bajen la guardia" y realicen los cambios profundos que se requieren para hacer realidad la reforma (la de 2008) al sistema de Justicia Penal". Y pienso que es preocupante porque sigue insistiendo en una estrategia jurídica (constitucional y legal) no sólo fallida e insuficiente sino opuesta a muchísimos principios rectores del Derecho. ¡Qué gran cosa que un poeta coordine la marcha! No un político ni un líder social convenenciero, acomodadizo y carente de convicciones. ¡Qué gran cosa, qué formidable, que un poeta, señor de la palabra, convoque al silencio dolorido, a la elocuencia del silencio! Yo, que en mis ratos de ocio creador me regocijo en el Derecho, en mis ratos profundos que forman un hilo conductor hacia el espíritu lo hago con la literatura y la poesía (insertados en el verdadero Derecho). Y me atrevo hoy a poner esta gota poética en medio del esfuerzo colectivo por encontrar la paz y el amor:
Un canto de dolor
despierta el alma adormecida
de la República.
¡Es un poeta que clama a la Justicia!
No son los malos políticos
ni tampoco las leyes acomodaticias
serviles a los intereses ajenos.
Es la rabia contenida que ahora, en el silencio,
se expresa en el pudor de la palabra sabia.
Palabra reprimida en los labios de millones
y encendida por el fuego del dolor.
Luz que alumbra la fatiga
de la desesperación.
Te siguen, te seguimos,
los jóvenes de cuerpo y los de espíritu
aireados por el viento del recuerdo
de pasadas batallas
que fueron y que son de amor mas nunca de odio,
enjambres de ilusiones y esperanzas.
¡Canta poeta!
Canta con nosotros el silencio del dolor
y recupera en el espasmo de tu grito dolorido
el amor que se acuna en el olvido.
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