Todo indica que el próximo 3 de julio el Partido Revolucionario Institucional se quedará con las tres gubernaturas en disputa (Coahuila, Estado de México y Nayarit), y el PAN y el PRD competirán por el segundo lugar en las preferencias electorales. El nuevo repunte del tricolor en las intenciones de voto tiene que ver con el rompimiento de las alianzas entre el PAN y el PRD, que de haberse concretado hubiesen tenido muy altas probabilidades de ganar Nayarit y, eventualmente, el Estado de México. Después del éxito electoral de las alianzas en julio del 2010 todo hacía suponer que serían un hecho también en Coahuila y Nayarit, pues en dichas entidades las diferencias en las preferencias electorales entre el PAN y el PRD eran muy claras, por lo cual era fácil ponerse de acuerdo en que el abanderado en Coahuila sería un panista, y en Nayarit, un perredista. Las dificultades se centraban en el Estado de México, donde además de que las diferencias no eran muy claras entre ambos partidos, tampoco había un candidato que tuviera un reconocimiento incuestionable de la opinión pública; además, la situación se complicaba por la trascendencia de la elección en la política nacional. Las alianzas prácticamente se habían concretado en las dos primeras entidades, pero disputas de última hora las derrumbaron. En el caso de Coahuila, el PRD exigía que su exlíder estatal Gustavo de la Rosa encabezara la lista de candidatos a diputados plurinominales; como el PAN no accedió a dicha solicitud, la alianza se rompió. Sin embargo, allí la ruptura no tiene ningún impacto real sobre las preferencias electorales, pues el PRD y la izquierda en general captan muy pocos votos. De acuerdo con una encuesta de Consulta Mitofsky, levantada entre el 6 y el 8 de mayo pasados, el candidato del PRD, Genaro Fuantos Sánchez, obtendría 1.7% de los votos; y el de la alianza PT-Convergencia, Jesús González Schmal, 0.8%; en contrapartida, el candidato de la alianza PRI-PVEM-Panal, además de dos partidos locales (Socialdemócrata y Primero Coahuila), Rubén Moreira, el 64.3%, y el del PAN, junto con la Unidad Democrática de Coahuila, Guillermo Anaya, el 15.1%. Así que en este caso no parece que dicha ruptura tenga alguna consecuencia sobre el resultado electoral. Nayarit es un caso totalmente distinto, ya que la alianza se derrumbó porque el PRD se empecinó en que el abanderado de la misma fuera su exlíder nacional Guadalupe Acosta Naranjo, aunque en las encuestas se encontraba ligeramente debajo de Martha Elena García. De acuerdo con tres encuestas internas que habían realizado el PRD y el PAN y que divulgó en abril el periódico El Universal, la legisladora y esposa del exgobernador Antonio Echeverría superaba en dos de ellas a Acosta Naranjo, en una con 18 puntos porcentuales, y en otra con 2; y en la confrontación contra Roberto Sandoval, García obtenía 4 puntos más. Según la encuesta levantada por Investigaciones Sociales Avanzadas, las preferencias electorales serían de 40% para la Alianza “Nayarit Paz y Trabajo”, conformada por el PRD y el PAN, y de otro tanto para la coalición que sí conformaron el PRI, el PVEM y el Panal. En este caso, el PAN se apoyaba en dichas encuestas para preferir la postulación de García, que fue candidata del PRD hace seis años, en tanto que el PRD insistía en Acosta Naranjo. Finalmente esto provocó la ruptura: el PAN postuló a García, y el PRD a Acosta Naranjo, pero cada quien por su cuenta. Esto modificó totalmente el panorama a pesar de las disputas internas tricolores, y, según una encuesta aplicada entre el 6 y el 8 de mayo por El Universal, el candidato tricolor cuenta con 49% de las preferencias electorales, contra 33% de la abanderada blanquiazul y 17% del perredista. Así, las diferencias sobre cuál candidato perredista postular (García o Acosta) rompieron la alianza y prácticamente acabaron con las posibilidades de arrebatarle la gubernatura al PRI. Las diferencias dentro del PRI provocaron que los senadores Gerardo Montenegro y Raúl Mejía, quienes habían solicitado licencia para participar en las contiendas internas por las candidaturas del tricolor, abandonaran sus aspiraciones y regresaran al Senado culpando al mandatario estatal, Ney González, de no respetar acuerdos previos y de imponer a su gente. Incluso estas disputas ocasionaron el cambio en la dirigencia estatal del tricolor, donde entró al relevo el diputado federal Manuel Cota Jiménez. En Nayarit, el PAN y el PRD parecen haber perdido una buena oportunidad de propinarle otro descalabro al tricolor. Y de mantenerse las encuestas, el PRD podría desplomarse al tercer lugar; lo mismo que le pasó en Baja California Sur, y también por los conflictos internos. En el Estado de México, la historia es muy distinta y mucho más conocida: allí fueron las diferencias entre las tribus nacionales del PRD las que impidieron la alianza con el PAN para tratar de arrebatarle una gubernatura clave al PRI. Aunque en esa entidad las probabilidades de triunfo de una alianza PAN-PRD no eran tan claras, una encuesta realizada por el Gabinete de Comunicación Estratégica para el periódico Milenio (28 de marzo) señalaba que si el voto era por partidos o coaliciones: la alianza PRI-PVEM-Panal se llevaba el 36.3%, la alianza PAN-PRD el 34.1%, y PT-Convergencia el 3.8; al colocar candidatos y dejar una confrontación entre PRI-PVEM-Panal, con Eruviel Ávila, y PAN-PRD, con Alejandro Encinas, las preferencias eran 44.9 y 37.8%, respectivamente. Conforme a los resultados de esta encuesta, la alianza entre el PAN y el PRD, con Alejandro Encinas como abanderado, era una opción que sí tenía probabilidades reales de triunfo, ya que aunque siempre aparecía abajo en las preferencias electorales, la diferencia era remontable. Esto se modifica ahora diametralmente, pues de acuerdo con el tracking poll de la misma empresa y el mismo medio de comunicación, según el levantamiento del jueves 19 de mayo, el candidato de la alianza encabezada por el PRI tiene 47.1% de las preferencias electorales; Encinas, por la alianza de las izquierdas, 20.7%, y Bravo Mena, por el PAN, 18.1%. Esto puede modificarse, pero se ve muy remoto que cualquiera de los dos últimos candidatos remonten una diferencia de alrededor de 30 puntos porcentuales. Seguramente el candidato que logre posicionarse en el segundo lugar, que hasta hoy parece ser Encinas, logrará potenciar su crecimiento por el efecto del voto útil, pero no tanto como para representar un peligro para el tricolor, Eruviel Ávila. Todo indica que el tricolor se queda con las tres gubernaturas; el PAN será segunda fuerza, muy lejana en ambos casos, en Coahuila y Nayarit; y el PAN y el PRD se disputarán la segunda posición en el Estado de México, que eventualmente decidirá cuál de ellos obtiene mayor cantidad de votos absolutos en las tres elecciones. En buena medida este resultado electoral muestra que el PRI aprendió que las alianzas sí reditúan electoralmente, y por ello, además de fortalecer su alianza con el Verde, ahora suma en las tres entidades al Panal, con lo que eso significa de apoyo de los maestros. En cambio en el PAN y el PRD, particularmente en este último, las fuerzas antialianzas ganaron posiciones sin importar los resultados electorales inmediatos; en el mediano plazo, sin embargo, el PRD (en su alianza con el PT y Convergencia) puede cosechar un buen producto si logra ubicarse claramente como segunda opción en el Estado de México, pero hasta hoy las encuestas no lo muestran así. Aunque es claro que esa fue la apuesta de Andrés Manuel López Obrador. De manera que el resultado de las elecciones de julio próximo, si se ensancha la brecha en el Estado de México, sí puede empezar a definir más claramente cuál será la fuerza que le disputará el triunfo al PRI en la elección presidencial un año después.
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