lunes, 16 de febrero de 2009

CARLOS RAMIREZ

ERNESTO VILLANUEVA

Uno de los principios universales del periodismo de opinión es que existen límites. Nadie tiene, por ejemplo, derecho a la mentira. Este punto de partida no lo observa el señor Carlos Ramírez, quien el pasado martes 11 de febrero, en su columna de El Financiero, formuló una serie de imputaciones sobre mi persona que no puedo dejar pasar. Si el señor Ramírez se tomó la molestia de escribir sobre mí, creo que los lectores tienen derecho a leer la otra versión. Vayamos a las afirmaciones.Primera. Carlos Ramírez afirma que yo presenté una denuncia contra María Elena Pérez Zermeño, comisionada del Instituto de Acceso a la Información del Distrito Federal (InfoDF), y que mis abogados son mis amigos y maestros Jorge Carpizo y Diego Valadés. Es totalmente falso que yo haya presentado tal denuncia. En consecuencia, los doctores Carpizo y Valadés no pueden ser abogados míos.Segundo. Es una fantasía pensar que los doctores Carpizo y Valadés, el diputado Víctor Hugo Círigo, presidente de la Asamblea del Distrito Federal (ALDF), y yo busquemos debilitar al InfoDF para apoyar al doctor Salvador Guerrero Chiprés como presidente en lugar del maestro Óscar Guerra Ford. Conozco a Guerrero Chiprés, quien fue mi alumno en la maestría, donde se graduó con las mejores calificaciones de su generación, y lo propio hizo al terminar su doctorado en el Reino Unido. El maestro Guerra Ford ha tenido la ingrata tarea de conciliar en el InfoDF para darle vida institucional, y a esas tareas ha dedicado muchos de sus esfuerzos.Tercero. Es falso que yo haya sido un "frustrado aspirante" a la coordinación general de comunicación social de la ALDF. En tiempo y forma, la comisión de gobierno de la Asamblea y posteriormente el pleno votó a favor de mi designación de ese cargo, a propuesta del diputado Víctor Hugo Círigo. Agradecí su generosa confianza al proponerme, sin embargo, en su momento decliné al cargo, como les consta a todos los coordinadores parlamentarios.Cuarto. Es falso de la misma forma que LIMAC, la ONG que fundé y presidí, haya tenido algún problema de manejo de recursos. Las auditorías externas practicadas por los donantes demuestran exactamente lo contrario.Quinto. Es falso de nueva cuenta que yo haya pactado "convenios secretos" con Andrés Manuel López Obrador. Fue en público y con la presencia de la embajadora Sally Shelton Colby, de la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos. Se logró reformar la Ley de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal, con cambios significativos a favor del gobernado, como es público y notorio.Sexto. Es falso que yo haya impuesto cargos públicos en el InfoDF. Ello, además, representa una afrenta a los comisionados de ese instituto, quienes jamás permitirían una situación semejante.Séptimo. Es falso también que la revista que dirijo, Transparencia y Corrupción, tenga una "relación orgánica" con el periódico del cual forma parte Alejandro Encinas. No hay pruebas de esa afirmación. ¿Puede explicar -por cierto- Ramírez por qué se fue y dejó sin pago a casi todos los colaboradores de su malogrado diario Transición en Puebla, como también pasó en La Crisis, siempre en crisis?Octavo. Dolosamente, Ramírez injuria al maestro Carpizo y a mí al pretender armar navajas con el doctor Héctor Fix, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, del cual formo parte. Sin falsa modestia, debo decir que soy investigador titular por oposición y tengo la máxima distinción académica (SNI III) que otorga el Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt. Además, mi obra ha sido publicada en México y en el extranjero y es citada internacionalmente.Noveno. El origen de los misiles contra mí, la señora Pérez Zermeño, tiene problemas con la ley imputables a su propia persona y ambición económica. Ha demandado al InfoDF por unos pagos que supuestamente le deben. Peor todavía, ha falsificado facturas en el extranjero para comprar bebidas alcohólicas y puros con cargo al erario. No tiene llenadera. Pretende seguir utilizando como coartada su odio a Andrés Manuel López Obrador, como si ello fuera el pasaporte a la impunidad.En estos días me han comentado de las andanzas financieras del señor Carlos Ramírez bajo el amparo de la libertad de comercio y de expresión por varios estados, entre ellos Puebla. No tengo todavía las pruebas de ello, razón por la cual prefiero documentarme antes de poder siquiera insinuar que es un comerciante del periodismo.

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