Lo que está pasando en la frontera de México con los Estados Unidos es de la mayor trascendencia. Los muertos, los heridos, los individuos que protestan (incluso niños) con la cabeza y el rostro cubiertos con capuchas, entre los cuales yo creo que hay de todo; gente coludida con el narcotráfico o el crimen organizado y ciudadanos comunes y corrientes, hartos, hastiados de la tragedia que se vive allí. La frontera en llamas. Se ha dicho hasta el cansancio, pero la verdad es que el crimen y la violencia aumentan. Las explicaciones que oficialmente se dan al respecto no satisfacen. Por ejemplo, aunque se trate de enfrentamientos sangrientos de grupos de narcotraficantes, de cárteles, esto no le quita al hecho la gravedad ni tampoco su alarmante proliferación. La realidad es casi siniestra y las palabras optimistas del gobierno suenan huecas. Las "fuerzas del mal" aumentan y van ganando la batalla. Lo mejor es reconocerlo y llegado el caso cambiar de estrategia en la lucha contra ellas. Y agréguese el atentado a la escolta del gobernador de Chihuahua. Pero por si fuera poco lo anterior hay algo más grave todavía: el Estado norteamericano de Texas ha dispuesto que haya tanques y aviones en la frontera con México. La vocera del gobernador de Texas precisó sobre el particular que sólo en el caso de que sus agentes de seguridad llegaran a ser atacados por traficantes de drogas y de personas. Así mismo se habla de la participación de la Guardia Nacional. Ya el gobernador de Texas recomendó a la Casa Blanca que algunos de los recursos destinados para la guerra de Irak y Afganistán se usen en la frontera; el objetivo es, se añade, evitar que la lucha entre los cárteles mexicanos llegue a territorio estadounidense. Medidas que abarcan igualmente el posible éxodo de mexicanos. No nos engañemos, por supuesto es entendible que los norteamericanos y en concreto Texas cuiden y vigilen sus fronteras y sus intereses, pero en el fondo se oculta algo de mayores proporciones y que se reduce a cinco palabras: poner la mira en México. Nuestro país hoy por hoy es un caos. Aquí obviamente el gobierno no lo acepta ya que el decirlo se califica de "catastrofismo"; y si abundamos en la palabra se nos tildará seguramente de poco patriotas, como si el verdadero patriota fuera un avestruz...Ahora bien, la presencia en la frontera de tanques, aviones y Guardia Nacional, provenientes de los Estados Unidos, no sería nunca estática, meramente preventiva. Desde luego harían operaciones e incursiones, correrías de guerra, de naturaleza militar. Al efecto es ingenuo pensar que no penetrarían (incluido el espacio aéreo) ni un palmo, ni un centímetro en el territorio mexicano. ¿Se ha pensado en las consecuencias? Que me equivoco, que no tocarían siquiera con la punta de un dedo o con el vuelo de un avión lo que es México, o sea, que no violarían nuestra soberanía. Me parece absurdo, pero tal vez. Sin embargo la mirada feroz de ciertos intereses norteamericanos cruzaría la atmósfera nacional, como ya la ha cruzado. ¿Se ha pensado en esto, en las consecuencias de esto? El gobierno actual poco puede hablar y decir al respecto. Aunque lo aplaudan acaloradamente y lo feliciten por el valor y energía desplegados en la batalla (¿qué otro nombre hay?) contra la delincuencia organizada y el narcotráfico, está maniatado pues la sangría es impresionante. Además, hay una serie de acuerdos, convenios, tratados, que taparían el sol con un dedo diplomático. Y ni quién dude de ellos. ¿Cómo no va a ser importante acordar lo conveniente en materia de venta de armas, que van y vienen cruzando la frontera con, digamos, absoluta impunidad? ¿O lo que atañe al tránsito fronterizo de drogas, o de personas indocumentadas y que son carne de cañón de los narcotraficantes? El dedo diplomático se pone o pondrá en la llaga. No obstante la frontera arde y los Estados Unidos se aprestan a tomar medidas defensivas. ¿Nada más defensivas o preventivas? Por eso yo sostengo que los paliativos son insuficientes, engañosos e improcedentes. Me refiero a paliativos legales que ni siquiera mitigan, suavizan o atenúan los terribles efectos de la criminalidad; que no atemorizan al delincuente y por lo tanto no son útiles. En las condiciones actuales yo pienso que son una especie de cortina de humo. No niego la importancia del derecho positivo y de los cambios en la ley a los que se ha dado y se da tanta relevancia, que deben ser oportunos y hechos por conocedores del asunto, por especialistas de verdad. Pero en los momentos por los que atraviesa México no mellan en lo más mínimo la ferocidad ni la actualidad de la delincuencia.
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