sábado, 20 de octubre de 2012

LA FORMA ES FONDO


ANA LAURA MAGALONI

El proceso a través del cual se nombra a los máximos jueces de un país influye en el resultado y en la percepción social sobre su legitimidad. En este sentido, proceso y sustancia van de la mano. Por ello, es una buena noticia que la Comisión de Justicia del Senado haya aprobado, por primera vez desde la reforma a la Suprema Corte de 1994, un procedimiento mucho más riguroso para evaluar a los candidatos a ministros de las dos ternas que envió el Ejecutivo al Senado el pasado 10 de octubre.

Generalmente las comparecencias de los candidatos a ministros han sido más bien improvisadas y sin mucha brújula sobre cuáles son las características que debe tener un ministro de la Corte en función de los desafíos más relevantes que tiene enfrente el máximo tribunal. En esta ocasión, la Comisión de Justicia decidió hacerse de información relevante, de solicitarle a los candidatos de las ternas otra más y de delinear los grandes temas que deberán abordar los senadores durante la comparecencia de los candidatos a ministros. Ello quedó por escrito en el Acuerdo de la Mesa Directiva de la Comisión de Justicia, publicado en la Gaceta del Senado el pasado 18 de octubre.

Por falta de espacio, voy a resaltar algunos de los puntos que me parecen más importantes. La Comisión de Justicia solicitó a la Suprema Corte información sobre las tesis jurisprudenciales en donde los magistrados hayan participado como ponentes. Esta información permite a los senadores evaluar si los candidatos propuestos por Calderón son jueces que están articulando nuevos criterios jurisprudenciales o, más bien, son jueces que administran justicia de forma rutinaria. Además, permite conocer las posiciones ideológicas de los candidatos y el tipo de criterios que sustentan.

Asimismo, la Comisión de Justicia les solicitó a los seis magistrados de las dos ternas que seleccionara cada uno tres sentencias en donde ellos hayan sido los ponentes y que expresaran por escrito las razones que motivaron su selección. Esta información me parece crucial para evaluar la capacidad que tienen los magistrados propuestos para desempeñar el cargo de ministros en términos jurisdiccionales. La fuerza y legitimidad de los tribunales depende de las razones que ofrecen en sus sentencias. La diferencia entre un buen juez y uno malo no depende sustancialmente de a quién de las dos partes le dan la razón, sino de su capacidad para construir una arquitectura argumental en sus sentencias que resulte jurídicamente sólida y, a la vez, persuasiva en términos de justicia, razonabilidad y utilidad social de la solución propuesta. La función jurisdiccional es el arte de la persuasión. El lenguaje acartonado, formalista, poco asequible y redundante que caracteriza muchas de las sentencias de los jueces en México poco sirve para persuadir a la colectividad de que las normas constitucionales y legales que nos rigen son justas y razonables. Los candidatos a ministros, me parece, deben demostrar que tienen el talento para construir un ropaje argumental en sus sentencias que permita a la Corte liderar un cambio de paradigma en la retórica judicial mexicana. Sólo así nuestro tribunal constitucional podrá desplegar toda su potencia para enfrentar la gran asignatura pendiente de la justicia mexicana: transformar una cultura judicial autoritaria en una propia de una democracia constitucional.

La Comisión también pidió a los candidatos que eligieran las tres sentencias de la Corte que consideren las más relevantes en cuanto a sus implicaciones jurídicas, institucionales y sociales. Qué tipo de sentencia de la Corte considera paradigmática cada candidato es una fuente de información valiosa para que los senadores evalúen la concepción de cada candidato respecto al papel de la Suprema Corte y si éstos tienen o no la formación para entender que lo relevante de una decisión de la Corte no es la resolución del caso concreto, sino su impacto a futuro en términos sociales, jurídicos e institucionales.

Finalmente, la Comisión de Justicia enumeró algunos temas clave que deben abordarse en las comparecencias de los candidatos. Entre estos temas destacan el papel de la Suprema Corte en las reformas constitucionales en materia de derechos humanos, justicia penal, amparo y política, así como las relaciones entre la Constitución, los tratados internacionales y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Estos temas, me parece, constituyen el desafío más importante que tiene la Corte en los próximos años. Resulta clave que el Senado cuente con la certeza de que está nombrando a ministros que tienen la capacidad y el talento para detectar, entender y proponer buenas soluciones a los muchos problemas que subyacen en cada una de estas reformas.

Las reglas están puestas para que las comparecencias de los candidatos a ministros sean una oportunidad para debatir colectivamente el papel que debe jugar la Suprema Corte en un momento tan delicado como el que estamos viviendo. Ahora falta que los senadores de la Comisión de Justicia utilicen estas reglas como brújula para que el Senado pueda tomar la mejor decisión posible con relación al nombramiento de dos de los 11 máximos jueces del país.

No hay comentarios: