jueves, 11 de noviembre de 2010

LA REVOLUCIÓN. LAS DOS PRIMERAS BATALLAS JURÍDICAS

SERGIO ARMANDO VALLS HERNÁNDEZ

-El Plan de San Luis y los Tratados de Ciudad Juárez (Segunda Parte)
Don Francisco I. Madero pretendió en un primer momento reformar el sistema político por la vía electoral, en forma pacífica, como se anunciaba en "La sucesión presidencial en 1910". Emprendió un largo recorrido por las ciudades más importantes de más de las dos terceras partes de los estados de la República, despertando el entusiasmo popular. Porfirio Díaz sin embargo, al percibir el inesperado apoyo social hacia el bisoño político coahuilense -al que claramente había subestimado-, ordena aprehender a Madero y es entonces cuando la vía pacífica queda definitivamente cancelada. Madero huye a los Estados Unidos y llama al pueblo de México a restablecer el orden constitucional en el "Plan de San Luis" -Orden constitucional sepultado en la simulación de la división de poderes, así como de todos y cada uno de los procedimientos constitucionales.
El movimiento armado liderado por Madero triunfa en muy poco tiempo. El régimen porfirista aparentemente se derrumba, porque deja la jefatura Porfirio Díaz. Pero los intereses y los personajes del antiguo régimen, darían todavía una larga batalla antes de sucumbir. En su rendición en los "Tratados de Ciudad Juárez", el muy astuto general Porfirio Díaz se hace representar por un personaje no suficientemente destacado por los libros de historia, a pesar de que -sin disparar una sola bala- rompió, con su estrategia jurídica, en los albores mismos de la Revolución, la unidad de las fuerzas revolucionarias. El personaje en comento fue el jurista campechano, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Francisco S. Carvajal.
Carvajal negocia con Madero, ingeniero agrónomo de profesión, asistido por el Dr. Francisco Vázquez Gómez y el abogado José María Pino Suárez, los términos jurídicos de la rendición del General Porfirio Díaz. Se asume en dichos Tratados que el dictador renunciaba de acuerdo al artículo 82 de la Constitución vigente (1857), debiendo ser sustituido por un presidente que venía predeterminado en la propia Ley Fundamental. Este debía convocar elecciones extraordinarias para Presidente y Vicepresidente, pero no para renovar las cámaras del Congreso y a los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El punto a destacar es que, desde el punto de vista jurídico, los Tratados de Ciudad Juárez asumen la existencia de un estado de normalidad constitucional. El efecto de ello es que de esta manera se anulaba la potencia del Plan de San Luis, donde se disponía el desconocimiento de los tres poderes de la Unión integrados todos por personajes afines al dictador. Ello condujo a que permanecieran en sus cargos los miembros de la XXV Legislatura de las dos Cámaras del Congreso de la Unión, la Corte integrada en su totalidad por elementos del Porfiriato, y que la propia jefatura del Ejecutivo recayera en un empleado del general Porfirio Díaz al dejar éste el poder.
Para las fuerzas revolucionarias que habían apoyado a Madero, pero que exigían reivindicaciones sociales a la vez profundas y urgentes -particularmente en materia agraria y laboral-, el acuerdo jurídico de Ciudad Juárez significó la interrupción de la Revolución para el ala moderada, pero una franca traición a la misma por el ala más radical del movimiento. Esta última se levantaría en armas contra Madero, con fundamento en "El Plan de Ayala". Pascual Orozco también desconocería la autoridad de Madero como efecto directo de los Tratados de Ciudad Juárez, hábilmente negociados por Francisco S. Carvajal.
Aunque en el bando históricamente equivocado, nadie puede restarle luces al jurista Francisco S. Carvajal, ni escatimar su enorme poder de persuasión. A los meses de haber negociado con tanto éxito para su causa los Tratados de Ciudad Juárez, con los que subrepticiamente provocó la división de las fuerzas revolucionarias, el Ministro Carvajal fue nombrado por sus pares Presidente de la Suprema Corte, siendo Madero Presidente de la República. Durante su gestión en el máximo tribunal del país recobra su libertad tras su fallida revuelta "el sobrino del tío" Félix Díaz, quien al tiempo encabeza el golpe de Estado en febrero de 1913, primero con Bernardo Reyes -quien muere en los días de la decena trágica- y luego como aliado del torvo Victoriano Huerta. Unos cuantos meses después del ascenso al poder del golpista Huerta, Carvajal sería miembro de su gabinete. Huerta eventualmente sale del poder y en su calidad de Secretario de Relaciones Exteriores, el licenciado Carvajal sustituye efímeramente a Huerta en la presidencia, por mandato constitucional, y después se exilia en los Estados Unidos.

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