El poder en exceso conduce, a quienes lo ejercen, a extraviar los límites. Así les sucede a los directivos de Televisa. Durante largo tiempo, esa televisora ejerció un poder considerable pero con cierta discreción. La notoriedad que implica todo negocio mediático era atemperada por el cabildeo discreto, la promoción de sus intereses con mesura y, sobre todo, por atenerse a las reglas tanto legales como políticas. Sin embargo el poder en exceso suscita ambiciones mayúsculas. Televisa y sus beneficiarios quieren cada vez más: aprovechan su capacidad comunicacional no solamente para vender espacios publicitarios sino, cada vez con mayor desfachatez, para amagar y chantajear; a los políticos los tratan ya no como aliados sino como palafreneros sometidos a sus intereses corporativos; a las leyes, cuando no las tratan de torcer hacen lo posible por evadirlas si les estorban para expandir sus negocios. No es casualidad que, en varios flancos, Televisa enfrente reconvenciones y suspicacias. La empresa de Emilio Azcárraga Jean se ha expuesto a sí misma, como nunca antes. No sólo ha perdido impunidad. Fundamentalmente, parece haber perdido el rumbo. 1. La revelación de supuestos tráficos de influencia en los que estaría involucrado el IMSS, ha sido desenmascarada como un intento de Televisa para desacreditar a la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios, Cofepris, que ha exigido la suspensión de varios anuncios de productos farmacéuticos que engañan al público. La transmisión de varias conversaciones telefónicas fue un fraude de Televisa, en primer lugar porque engañó a los telespectadores al decir que se trataba de charlas entre un funcionario del IMSS y el directivo de una empresa farmacéutica cuando, en realidad, se trataba de conversaciones entre dos empleados de firmas particulares. Además la televisora infringió la ley al difundir conversaciones privadas y no se ha aclarado quién realizó tales intercepciones telefónicas. Durante dos días, la semana pasada, los noticieros de Televisa difundieron intensamente esas grabaciones. Pero no convencieron y la escasa credibilidad de Televisa quedó de manifiesto en poco tiempo. En distintos medios de comunicación y entre comentaristas de muy variados puntos de vista, se extendió la convicción de que Televisa quiso amagar tanto al IMSS como a la Cofepris para favorecer sus intereses de negocios. 2. Iniciativa México fue un fracaso político y publicitario. El propósito de esa campaña era entusiasmar a los ciudadanos en asuntos distintos del estruendo criminal y el desbarajuste político que presenciamos todos los días. Por eso el presidente Calderón la respaldó tan amplia cuan cándidamente. El saldo fue anticlimático, entre otros motivos porque a la sociedad no se la persuade con altruismo de papel maché. Ahora se sabe, además, que la selección de los ganadores estuvo contaminada por irregularidades e intereses muy distantes de la reivindicación social que se pretendía estimular con Iniciativa México. De acuerdo con la reconstrucción que ha publicado Raymundo Riva Palacio, el ganador del primer lugar ha estado involucrado en problemas de rendición de cuentas con el gobierno de Puebla e incluso en comportamientos irregulares en el manejo de fondos públicos. 3. Un Tribunal Colegiado del Distrito Federal condenó a Televisa a pagar derechos de autor por la transmisión de 568 películas, hace siete años. El triunfo legal de la Sociedad Mexicana de Directores Realizadores de Obras Audiovisuales, que encabeza Víctor Ugalde, confirma la debilidad de Televisa en el terreno jurídico. Durante seis años, ese consorcio quiso evadir el pago de derechos de autor. Tendrá que hacerlo, finalmente, con todo e intereses. 4. Enrique Peña Nieto es cliente, más que candidato de Televisa. Si las aspiraciones presidenciales del gobernador mexiquense prosperan, la televisora sabrá cobrarle el inusitado impulso que le otorga desde hace varios años. Si no, Televisa de todos modos habrá hecho un espléndido negocio. La transferencia de recursos públicos a esa televisora es tan frecuente, intensa e impúdica, que ya se está convirtiendo en motivo de debilidad para los gobernadores que, como Peña Nieto, no han tenido empacho en dilapidar centenares de millones de pesos para hacerse promoción en el llamado Canal de las Estrellas. Expuestos de esa manera, Peña y Televisa ganan algunos puntos de rating pero exhiben un flanco política y ética pero, también, legalmente vulnerable. 5. Todavía no aclara por qué se retiró de la alianza con Nextel, pero sin duda a Televisa le afectó el evidente favoritismo del gobierno al otorgarles las frecuencias, a precios de ganga, de la Licitación 21. La parcialidad oficial a favor del consorcio mediático subrayó los privilegios de Televisa. Sobre la Licitación 21, por cierto, no se ha dicho la última palabra.
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