lunes, 28 de diciembre de 2009

'Y YO ¿QUÉ HAGO?'

DENISE DRESSER

Termina el 2009 con un suspiro de alivio y comienza el 2010 con algo parecido a una pequeña esperanza; algo apenas vislumbrado, tenue, una cosa con plumas posada sobre el alma que canta sin palabras y nunca cesa, como escribiera la poeta Emily Dickinson. Pero no es una esperanza motivada por lo que podría pasar en Los Pinos, o lo que podría aprobar el Congreso, o lo que podría ocurrir en el ámbito económico. Nace de haber recorrido el país durante el último año, de ciudad en ciudad, de foro en foro, de conferencia en conferencia, y de haber encontrado -desde Mexicali hasta Mérida- a un montón de personas de corazón generoso y espíritu comprometido. Personas dispuestas a acortar la distancia que niega la responsabilidad con su propio país. Dispuestas a pensar y a participar, a denunciar y a transformar, a contribuir a México y a buscar formas de rescatarlo. Dispuestas a conjugar el vocabulario de la esperanza y a crear una sintaxis para la salvación.
Está allí, en Tabasco y en Tamaulipas, en Querétaro y en Quintana Roo, en Ciudad Juárez y en Ciudad Obregón. El ejército incipiente de los que caminan, paso a paso, sabiendo que la larga marcha para construir ciudadanía es una batalla que se debe dar y se puede ganar. El batallón creciente de los que saben -como dijera Vaclav Havel- que hay pocas cosas tan poderosas como un grupo de individuos actuando de acuerdo con su conciencia, y con ganas de ayudar. El escuadrón entusiasta de los asociados con una gran idea: México puede ser transformado a través de las acciones cumulativas, grandes y pequeñas, de millones de personas. Los maestros y las amas de casa y los médicos y los ingenieros y los biólogos y empresarios y los jóvenes. Esto es lo que me gustaría que dijeran en el 2010:
"Ser buen ciudadano entraña más que ir a votar, tachar la boleta, escoger a un candidato. Es tiempo de dejar atrás la idea de que si elegimos a la persona correcta, nos salvará. La verdadera solución no se encuentra en la silla de un senador o en la curul de un diputado o detrás de la banda presidencial, sino en las manos de cada ciudadano empeñado en serlo de a de veras. Sé que si no participo, contribuiré a ensanchar la franja de los impotentes, de los quejumbrosos. Sé que México sólo será un país mejor cuando sus habitantes renuncien al cinismo y rechacen la pasividad. Entiendo que la mejor cura para la irresponsabilidad social es volverme -yo mismo- responsable de algo".
"A partir de hoy me comprometo a hacerle marcaje personal a mi diputado, o a mi presidente municipal, o a mi gobernador; a esa persona que es mi empleado porque su sueldo proviene de los impuestos que pago. Y si yo no permitiría que alguien robara, se ausentara, mintiera, y malversara los fondos de mi compañía o de mi casa, no permitiré que alguien lo haga con mi país. En el caso del funcionario elegido, prometo seguir sus pasos, vigilar sus decisiones, estar al tanto de su actuación. En el caso de mi diputado, me informaré sobre cómo ha votado, qué iniciativas ha presentado, cuántos viajes ha hecho, cuántas veces ha regresado al estado que lo eligió. Le llamaré, le escribiré, y organizaré a otros para que lo hagan también. Lo obligaré a ser un verdadero representante de la ciudadanía; me convertiré en su sombra; seré una conciencia persistente, abocada a recordarle para qué llegó al poder y en nombre de quién debe usarlo".
"A partir de hoy me comprometo a recoger la basura afuera de mi casa, porque sé que ese simple acto llevará a que me vuelva responsable del espacio público. Y si comienzo con el camellón de enfrente, cobraré conciencia de lo que puedo hacer más allá de ese lugar. Después de un mes de recoger la basura con mi familia, me preguntaré por qué lo estoy haciendo solo, y organizaré a los vecinos en una tarea colectiva. Después de dos meses de organización vecinal para limpiar la colonia, me preguntaré por qué lo hacemos nosotros si pagamos impuestos y es tarea del gobierno asegurar la limpieza de la ciudad. Iré a ver al delegado o al presidente municipal, y así, poco a poco, construiré círculos virtuosos de exigencia, participación y rendición de cuentas. Recoger la basura se volverá una metáfora para la asignatura más amplia que me corresponde".
"A partir de hoy reconoceré que toca dar algo de vuelta al país en el cual nací. Ya sea un poco de mi tiempo, algo de mi dinero, una porción de mi talento, una dosis de mi energía. Circularé una petición para reducir el financiamiento a los partidos por internet, o me afiliaré a una ONG que promueva los derechos humanos, o escribiré una carta al editor de mi periódico para denunciar alguna arbitrariedad, o seré voluntario en un albergue de mujeres que han sido víctimas de la violencia doméstica, o armaré una marcha en favor de la reforma educativa integral, o me afiliaré a 'Al Consumidor' para pelear por mis derechos, o serviré a mi comunidad de cualquier manera. Porque si con mis acciones altero -aunque sea por un milímetro- la realidad de mi país, habrá sido un buen día. Y un buen 2010".

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