jueves, 17 de diciembre de 2009

LA CIRT Y EL GATO POR LIEBRE

PURIFICACIÓN CARPINTEYRO

Es innegable que la industria de la radio comparte con el resto del mercado de telecomunicaciones obstáculos que parecen ser insalvables: el problema para el refrendo de concesiones; la ausencia por 15 años de nuevas concesiones; la inseguridad jurídica con la que conviven. Pero los grupos representados por la poderosa Cámara de la Industria de la Radio y Televisión -la CIRT- defienden en su mayoría los mismos intereses.El poder mediático representado por la CIRT hace que los actores políticos de todos los partidos busquen ansiosamente sus favores esforzándose en complacerla en sus peticiones. Ejemplo de ello son, entre muchas otras, la iniciativa para el otorgamiento de estaciones FM a los concesionarios de AM (las famosas "combos"), introducida hace 18 meses por el senador Manlio Fabio Beltrones; el Acuerdo para el cambio de frecuencias expedido por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el 15 de septiembre de 2008; y la frustrada iniciativa que pretendió someter a votación el presidente de la Cámara de Radio, Televisión y Cinematografía, el senador Carlos Sotelo, el pasado 7 de diciembre.Es del conocimiento público que la CIRT se percibe a sí misma como un grupo cerrado y uno de sus principales intereses es garantizar que así permanezca. Si la CIRT defiende la competencia es sólo entre sus actuales miembros, evitando la aparición de nuevos entrantes que compitan con ellos por el mercado publicitario. No es casualidad que las iniciativas y acuerdos hasta ahora promovidos por el Ejecutivo federal y por el Congreso en ningún caso consideraran la licitación de nuevas concesiones.Pero el dictamen que se pretendió someter a votación el lunes 7 de diciembre pasado, y que hasta ese momento contaba con el respaldo del PRI, contenía una propuesta con dinamita pura. Pese a que el proyecto había sido negociado con miembros de la CIRT, el mismo lunes apareció en todos los diarios un inusitado desplegado de página entera que argumentaba que la ley que el senador Sotelo pretendía impulsar buscaba "imponer el modelo de comunicación chavista en México". La señal de oposición a la iniciativa por la CIRT era clara: en pocas horas el PRI comunicó a Sotelo su decisión de retirar su apoyo, y el PRD decidió no presentar la iniciativa.Pero lo descabellado del desplegado lleva a pensar que se trató de una cortina de humo atrás de la que exitosamente la CIRT ocultó una preocupación inconfesable, por indefendible. Los argumentos esgrimidos por la CIRT en su desplegado no podían ser, como pretendieron hacer creer, reacción a la propuesta de establecer un marco jurídico para la regulación de medios públicos, comunitarios e indígenas: éstos ya existen como legítimos permisionarios. Entonces, además de mandar una señal al PRI que no dejaba duda de su oposición a la frustrada iniciativa, las razones tenían que ser otras.Y es que la iniciativa planteaba, entre otras propuestas más o menos debatibles, la de modificar la Norma Oficial Mexicana para disminuir de 800 a 400 Kilohertzios el espacio entre emisoras de FM. Las implicaciones de este cambio caen por su propio peso: a menor separación entre estaciones de radio mayor el número de estaciones posibles en el mismo cuadrante.El alcance demoledor de esta inocente propuesta aparentemente pasó desapercibido para muchos de sus críticos, pero no para la CIRT. Reducir la separación entre emisoras de FM daría lugar a que los concesionarios que principalmente transmiten en AM, obtuvieran sus tan anheladas concesiones de radio en FM, para así competir en igualdad de condiciones por el 75 por ciento de los recursos publicitarios que hoy se reparten en exclusiva las estaciones de FM. Pero además, y principalmente, abriría la posibilidad para la aparición de nuevos grupos que tendrían fundamento para solicitar la licitación de las frecuencias despejadas para establecer nuevas estaciones de radio FM.Es claro que el desplegado nada tuvo que ver con preservar "una radiodifusión nacional democrática, sin injerencia extranjera". Su virulencia es síntoma de una reacción alérgica a un riesgo más serio aún: la competencia, que forzaría a los grupos actuales a defender su posición en el mercado, y los expondría al riesgo de ver pulverizado el poder político que hoy concentran. Anatema para la CIRT, pero aspiración nacional que busca promover mayor diversidad de información en aras de la verdadera democracia.El desplegado logró su cometido y descarriló la iniciativa. Una vez más nos dieron gato por liebre, y nos la tragamos.

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