miércoles, 30 de diciembre de 2009

PIEL DE LEOPARDO

SERGIO AGUAYO QUESADA

Si la democracia no funciona en México, se debe a que una parte importante del sistema de valores de su sociedad sigue anclada en el pasado. Desmenuzar este enunciado en sus múltiples elementos y encontrar maneras de modificarlo son propósitos de año nuevo.
La columna de hace un año la dediqué a la pasividad de los mexicanos ("Echarle ganas", 24 de diciembre del 2008). Cité entonces una encuesta del Grupo Reforma según la cual la alta aprobación a la gestión de Felipe Calderón se debía a que un 66 por ciento de los mexicanos juzgaba a Calderón no por resultados sino por subjetividades como las de que "le está echando ganas", que "al presidente hay que apoyarlo incondicionalmente", y que "[Calderón] es una buena persona". En los meses que han pasado desde entonces, seguí investigando el tema y encontré evidencia de que los valores de una sociedad son un factor importante para el atraso o para el progreso.
Miguel Basáñez es un mexicano intelectualmente inquieto y políticamente comprometido con la transformación democrática. Después de una incursión en la política, se concentró en las encuestas de opinión, es decir en esas instantáneas de lo que una sociedad piensa. En 1988 fue el autor de la primera encuesta hecha pública sobre las preferencias en una elección presidencial (lo encargó y fue la noticia principal de La Jornada del 23 de mayo de aquel año).
Sus inquietudes académicas y la vida lo llevaron a la Universidad de Tufts en Boston, donde dirige el Instituto de Cambio Cultural, dentro del cual hay un proyecto llamado la "Cultura importa" (Culture Matters). La tesis central del proyecto es que en las sociedades coexisten dos sistemas de valores ideales -es decir, ninguna se encuentra en estado puro- y, para demostrarlo, han investigado lo que sucede en países de todo el mundo. En un extremo están los valores que favorecen la democracia y en el otro, los que la inhiben. Aun cuando todavía no incluyen a México en sus estudios, una conversación con Basáñez me hizo concluir que el marco teórico es útil para entender por qué se desvió la transición mexicana.
El sistema de valores que propone aisló 25 factores (a su vez subdivididos en varios elementos), que tienen una expresión positiva y otra negativa. Como sería absurdo comprimirlos en un texto tan breve, daré una probada de su potencial explicativo con tres factores que me permiten sostener, como hipótesis de trabajo, que en México carecemos todavía de una cultura propicia para el desarrollo de la democracia: El manejo de los tiempos. Los humanos nos distinguimos de otras especies porque tenemos conciencia del pasado, el presente y el futuro. Sin embargo, las personas y las sociedades la manejamos de manera muy diferente. Quienes tienen la mirada clavada en épocas pretéritas desalientan la planificación y menosprecian el tiempo suyo y el de los demás. Una consecuencia es la impuntualidad. Las sociedades más democráticas y desarrolladas amarran su presente en el futuro, valoran el tiempo y respetan los horarios fijados. Los perredistas consideran que su partido abandera la innovación y el progreso, pero tienden al desorden cuando se trata de la puntualidad.
La competencia. Miguel Basáñez utiliza una cita de un trabajo clásico de Mariano Grondona, el académico y periodista argentino que escribió Las condiciones culturales del desarrollo económico (Planeta, 1999): "la competencia es una forma de cooperación en la cual ambos competidores se benefician al ser forzados para hacer lo mejor, como en los deportes... la competencia nutre la democracia". En el polo opuesto están las sociedades reacias al cambio, en las cuales los competidores son combatidos porque amenazan los privilegios de unos cuantos. Con este criterio es un contrasentido la política seguida por el PAN de favorecer a los monopolios y oligopolios económicos, políticos y educativos.
Las relaciones Iglesia-Estado. La tesis del proyecto La cultura importa es contundente: "en ninguna de las democracias avanzadas la religión juega un papel significativo en la esfera cívica". Por el contrario, existe una muralla que evita la "intromisión de las instituciones religiosas en el proceso político". En el México actual, es lógico que el conservador PAN apadrine el regreso de la jerarquía católica al centro de las decisiones. Es absurdo que el PRI se ofrezca como el compadre acomedido que ofrenda la laicidad en el altar del oportunismo.
El sistema de valores mexicano está sumido en la esquizofrenia. Como bosquejé en el texto, los tres partidos tienen valores que inhiben la cultura democrática. Y sin embargo, ellos mismos han ido implementando políticas de modernidad. Eso significa que, en términos de valores, México es como una piel de leopardo en la cual las manchas son los islotes de una mejor democracia. Cuáles son y cómo lograr que se multipliquen son temas que iré tocando en esta columna durante el año que está a punto de iniciarse.

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