martes, 22 de marzo de 2011

CHUCHO Y LOLA

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

La foto de ayer en Reforma (p. 6) es más que elocuente; rodeados por personajes que parecen sacados de los cuentos de la familia Burrón, Jesús Zambrano y Dolores Padierna rinden protesta, al unísono y sin dirigirse una mirada, uno como presidente del PRD, la otra como secretaria general. Ayer mismo, en el noticiero de Carmen Aristegui, protagonizaron su primer duelo de monólogos.
Si alguien pensó que lo peor que le podía pasar al PRD ya había ocurrido, se equivocó. La comedia que escenificaron los consejeros y jefes de las tribus queda para el libro de la picaresca política. Los adversarios irreconciliables terminaron por unirse en santa alianza para cada uno tomar su parte en el reparto de los despojos.
Nada resolvieron de sus discrepancias actuales, salvo el compromiso de no aliarse con el PAN para las elecciones presidenciales de 2012. Mientras tanto, cada tribu seguirá su propio camino, en espera de lo que ocurra el domingo próximo con la consulta para definir la alianza en el Estado de México. Los Chuchos optaron por darle esquinazo a Marcelo Ebrard, al que dejaron en distante tercer lugar, con solamente 36 votos, ya que el jefe de Gobierno perdió siete de los que habían apoyado sus propuestas en la primera ronda.
Jesús Zambrano Grijalva, el ex guerrillero que en su juventud salvó la vida de milagro, asume la conducción formal de un partido que ha perdido toda noción de ética política, cualquier recato en su imagen pública. Si para retener el control del aparato burocrático es necesario dormir con el enemigo, bienvenida la solución, nada les quita el sueño.
La flamante secretaria general clama por el retorno a la identidad perdida, mientras proclama su lealtad para con Andrés Manuel López Obrador, a quien agradece el apoyo que les brindó a ella y a su esposo, René Bejarano, el mismo al que Carlos Ahumada entregó fajos de billetes para financiar las campañas perredistas, según consta en el inolvidable video titulado "el señor de las ligas".
Con lenguaje socarrón, Bejarano confiesa a los reporteros que nunca dejó de participar en el PRD, cosa que ya sabíamos pero los dirigentes de ese partido se empeñaban en negar. El ex jefe de asesores de Andrés Manuel López Obrador se muestra a la luz pública como lo que nunca dejó de ser: el emisario del tabasqueño en las negociaciones con las tribus adversarias, con un poder que le permite colocar a su esposa en la segunda posición dentro de la dirigencia, lista para tomar por asalto la oficina de la presidencia, o encabezar a sus huestes en la fuga, si así lo decide el líder que los respalda.
Dolores Padierna anuncia que combatirán la alianza que los Chuchos preparan en el Estado de México, pero nada dice de las alianzas en Nayarit, en Coahuila o la que se está fraguando para competir por los municipios en Hidalgo. Zambrano le responde que será "el pueblo" quien tome la decisión, pero que si no hay un candidato aceptable, entonces irán con Alejando Encinas a pedirle que acepte la candidatura, que sabe destinada al fracaso.
Lola y Chucho omiten dar explicaciones de lo que han pactado para compartir lo que del PRD queda. Pronto lo veremos, cuando anuncien la integración del Comité Ejecutivo Nacional y el reparto de posiciones y candidaturas, lo que seguramente corresponderá al número de delegados que cada tribu tiene bajo control, conforme a la demostración de fuerza -o de pobreza política- que dieron la tarde del domingo.
Si a lo dicho ayer por Zambrano atendemos, la coalición entre amarillos y azules en el Estado de México está muerta, ése es el precio que los Chuchos decidieron pagar a López Obrador a cambio de los votos controlados por René Bejarano. Con o sin consulta, el PAN se quedará colgado de la brocha y tendrá que decidir si rompe los pactos en los otros estados.
A Ebrard las fichas no le alcanzaron para convertirse en fiel de la balanza. Con apenas 36 votos, el jefe de Gobierno exhibió una extrema debilidad, en el balance de fuerzas internas y en sus dotes como negociador. Fue hecho de lado por tirios y troyanos, sin el menor respeto por su cargo y aspiraciones, a las que el resultado del domingo descarrila, quizá de manera irreparable.
Como lo proclamó López Obrador en su arenga dominical: el PRD tiene líder, y su morena, candidato presidencial: es él.

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