La disculpa del productor de Top Gear, el socarrón programa de la televisión británica que tanta indignación suscitó en nuestro país, dejó sin motivo de queja a muchos inconformes con la insolencia y la ramplonería que tanto llamaron la atención en esa serie de la BBC. No se trata de una excusa a fondo, pues alega que en ese programa se hace mofa de estereotipos nacionales. En otras palabras, para esos productores la fama pública de los mexicanos corresponde a las insolencias que se dijeron en el muy comentado programa. Auténtica o no, la disculpa cancela muchos de los cuestionamientos que conocimos en los días recientes y que pusieron en pie de guerra –en términos retóricos, por supuesto– a tantos indignados ciudadanos y líderes de opinión. Ese apasionamiento crítico, que condujo a ver en el programa de la BBC la paja que no acostumbramos mirar en los medios propios, podría encontrar motivos para redoblarse y mantenerse en asuntos como los siguientes. 1. Laura Bozzo en Televisa. A estas alturas y no porque toda tele pasada haya sido invariablemente mejor, podemos hablar de una degradación de la televisión mexicana. El ejemplo más palmario es hoy en día la presencia, junto con la promoción que ha recibido, de la manipuladora señora Laura Bozzo en la empresa de Emilio Azcárraga. No hace falta entrar en detalles. La explotación de supuestas o reales desgracias, la suplantación de hechos por dramatizaciones, el engaño una y otra vez y aunque sea muy conocido vuelto a reiterar, la concepción del público como destinatario de basura aderezada con un discurso pretendidamente bienhechor, son rasgos del programa tan interesadamente publicitado por Televisa. Cada emisión de esa serie dice más de Televisa que todos los Teletones que ha organizado. 2. Niurka en TV Azteca. En televisión, a diferencia de la historia, personajes y programas transcurren de la comedia a la tragedia y viceversa. Francisco Báez Rodríguez ha descrito, con enterado juicio, el significado de tales series: “Los programas de Laura y de Niurka, por su horario y contenido, están dirigidos principalmente a los segmentos sociodemográficos D y E, a las amas de casa y, de rebote, a los jóvenes. Para decirlo en otras palabras, se dirigen a los que el Tigre Azcárraga llamó en su momento ‘los jodidos’, a los que un ex funcionario de Azteca bautizó como ‘el infelizaje social’, a los que tienen escasa escolaridad, a los que sólo poseen un televisor (y por lo tanto ven todos juntos el mismo canal), a quienes tienen menos posibilidad de ser críticos ante lo que ven en la tele. A los más vulnerables”. ¿Con qué talante puede Ricardo Salinas Pliego ufanarse de su Fundación Azteca después de cualquier segmento bajo la conducción de la señora Niurka? 3. Los productos milagro. Todos los días, a cualquier hora, las televisoras privadas anuncian medicamentos todopoderosos, afeites fenomenales y hasta zapatos providenciales que supuestamente son capaces de curar, embellecer y hasta modificar la complexión de los incautos que quieren creer en tales patrañas. ¿Quién ofende más, un cómico de mal gusto que estereotipa con vulgaridad, o las empresas y televisoras que venden y difunden productos engañosos a sabiendas de que son un fraude e incluso pueden resultar peligrosos para la salud? 4. Predicadores. Prefieren horarios de madrugada quizá porque a esas horas los televidentes están más desprevenidos, pero en cualquier momento los supuestos o reales ministros de credos tan variados como extravagantes aprovechan espacios pagados en televisión y radio en busca de incautos. Los predicadores electrónicos son una plaga internacional pero en México, además, violan la ley con programas de carácter religioso. También lo hace la iglesia católica al difundir servicios religiosos que están prohibidos. Unos y otros buscan lucrar con la fe de televidentes y radioescuchas. 5. El Panda Show. No es el único, pero sí el más notorio de los programas radiofónicos que cifran su audiencia en el engaño intencional. El locutor, acompañado o enterado por alguien que conoce a la víctima, llama por teléfono a una persona para relatarle una infidelidad, una tragedia o una amenaza. El desconcierto o el sobresalto del incauto suscitan la hilaridad, siempre cómplice, de los radioescuchas. ¿Qué agresión es peor, la de tres payasos de pacotilla que se burlan de los mexicanos pero de cara a las cámaras o la del locutor que simula otra identidad para ridiculizar a las personas a las que engaña? 6. Horóscopos. Quien quiera creer en la astrología, ejerce su derecho a la superstición. Igual hay quienes no pasan delante de un gato negro o creen en el mal de ojo. Pero presentar horóscopos como si fueran vaticinios confiables constituye un embuste y eso es lo que hacen cada vez más espacios en radio, televisión y prensa. ¿Quién se burla más de los mexicanos, los nefastos conductores de Top Gear o los astrólogos que aseguran que el día de hoy todos los Cáncer padeceremos las mismas vicisitudes? 7. Medios mentirosos. En diciembre de 2005, Televisa y Azteca engañaron a sus televidentes al difundir a control remoto un presunto operativo policiaco para capturar a una banda de secuestradores. Luego se sabría que era un montaje: los delincuentes habían sido aprehendidos tiempo antes y todos –policías, víctimas, malhechores y periodistas– fingieron que se trataba de una captura en directo. Ninguna de las televisoras admitió la falsificación. Ninguna dio explicaciones sus públicos. Es un solo ejemplo, entre tantísimos otros. ¿Quién engaña peor, el bufón de la televisión británica que busca risotadas a costa de los mexicanos, o los operadores de la televisión mexicana que buscan audiencias a costa de la verdad? 8. Uso faccioso de la prensa. En vísperas de la elección en Guerrero, cuando ya habían terminado las campañas, el diario Reforma publicó las presuntas declaraciones de un “testigo protegido” que acusaba al candidato del PRI por ser cómplice del narcotráfico. Sin más sustento que la imputación de una persona de identidad desconocida (es decir, con cero respaldo fáctico) ese periódico dedicó su nota principal a un asunto claramente filtrado, o manejado, para influir en las votaciones que habría tres días más tarde. La prensa al servicio de la manipulación y la artimaña engaño políticas, independientemente de los partidos a los que beneficie o perjudique, es un fraude. 9. El refocilamiento en la violencia. Las fotografías de cadáveres decapitados, la exaltación voluntaria o no de delincuentes, la reproducción de mantas y otros mensajes de las pandillas criminales, atiborran los medios de comunicación. Para no pocos medios, el enfrentamiento contra el narcotráfico se ha convertido en negocio indirecto cuando tales escenas les permiten aumentar circulación o rating. ¿Qué resulta más inmoral, las necedades en un programa londinense o la exaltación de la violencia en medios a lo largo de todo México? 10. La rabia contra Top Gear. Los bufones británicos se excedieron. Los defensores de nuestra identidad nacional, también. Si tanto nos inquietan la exageración chapucera, el agravio malsano y la burla embustera en la televisión británica, en los medios mexicanos tenemos abundantes y cotidianos motivos para mantener esa ira ciudadana.
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