Todos tenemos la impresión de que los horrorosos fracasos del PAN en sus dos administraciones presidenciales casi garantizan que no se produzca la clásica continuidad, como ocurrió a lo largo de los tantos años del PRI. Pero la conclusión es que el resultado de las elecciones presidenciales para dentro de dos años tendrán como vencedor al PRI, lo que evidentemente no garantiza que las cosas vayan a cambiar. De hecho el PAN ha sido el continuador de la política priísta de varias décadas en la que se ha hecho evidente el dominio de una derecha bancaria y prepotente y la represión en contra de las organizaciones sindicales que han demostrado hacer valer sus derechos constitucionales a la autonomía y a la libertad sindical. Sin embargo, el extraño mecanismo de las alianzas entre el PAN y el PRD, entre otros partidos, ha traído como consecuencia el fracaso rotundo del PRI en las recientes elecciones y nadie podría pensar en este momento que esos mismos efectos no se puedan producir en la elección presidencial. Yo estoy en contra de las alianzas de partidos políticos que son esencialmente contrarios. No imagino como va a ser la política de Oaxaca y ahora de Guerrero con respecto a los temas centrales que en este momento agobian al país. Quién va a decidir la política a seguir cuando las plataformas de los partidos hoy aliados no sólo son discrepantes, sino esencialmente antagónicas. Es normal, por lo mismo, que la atención se fije en el estado de México gobernado hoy por el más viable candidato del PRI, pero que podría quedar desplazado si el sistema de alianzas sigue funcionando como hasta ahora. La izquierda no parece tener dudas sobre quien podría ser el candidato a la presidencia. Marcelo Ebrard está destacando de manera notable, aunque no puede echarse en saco roto que Andrés Manuel López Obrador, cuyo carisma nadie puede poner en tela de juicio, lleva a cabo una campaña por todo el país, que en su caso tendrá una duración previsible de por lo menos ocho años. En el PAN parece que se hace notable el interés de Josefina Vázquez Mota por ser la candidata y debo decir que no encuentro un prospecto mejor. Me haría mucha gracia que llegara a la Presidencia una mujer. En México no hemos tenido esa experiencia, que en otros países, Argentina, Chile y Brasil ahora parece pegar. Y curiosamente para el PRI no debe dejar de tenerse en cuenta a su antigua presidenta, Beatriz Paredes, cuya capacidad política y discursiva es notable, como lo ha demostrado sobradamente al contestar informes presidenciales y en su administración difícil del PRI. Leo ahora y no deja de llamarme la atención que el gobernador de Jalisco, el panista Emilio González Márquez, respalda la alianza de partidos y propone una con el PRD –que les ha salido bueno– con el propósito de apoyar la candidatura de Juan Ramón de la Fuente, antiguo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y cuya capacidad no puede ser discutida. Si así fuese, la campaña y sus resultados serían sorprendentes. Como quiera que sea, el problema no es tanto la determinación de los candidatos, sino esa alianza entre partidos que plantean soluciones tan diferentes para los problemas del país. ¿Cómo se integrarían los gabinetes y, suponiendo que fuere posible, de que manera se inclinarían por una u otra posición? Naturalmente que el problema mayor parecería ser el de la elección de la cabeza visible que mereciera el respaldo de los votos de partidos tan encontrados y tan evidentemente rivales en temas fundamentales de nuestra existencia. Es evidente que esas alianzas persiguen ahora un fin: impedir el triunfo del PRI. Pero esa posición no construye soluciones concretas que resuelvan los inmensos problemas que enfrentamos: violencia inaudita, narcotráfico, desempleo, crisis en la educación, sector al que se le restan recursos, y relaciones internacionales nada bien definidas. Todo parece indicar que si estas alianzas llegan hasta el final, el futuro del país será una interrogante infinita. ¿Por quien votaría usted?
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