JORGE ALCOCER VILLANUEVA
Cuando en 1981 puso fin a su existencia, el Partido Comunista Mexicano (1919) informó que en su padrón de militantes había poco más de 13 mil inscritos. Hoy en día no se conoce una cifra verídica de afiliados al PRD; hay un padrón viejo y uno nuevo, en ambos suman millones. Ninguno de los dos es confiable. Para cumplir la reciente sentencia del TEPJF las tribus decidieron utilizar los dos padrones, permitiendo la actualización "personal o colectiva" de los afiliados que no aparezcan en el más reciente. La Constitución establece que la afiliación de los ciudadanos a los partidos debe ser individual, por lo que prohíbe cualquier forma de afiliación corporativa, es decir, colectiva.
En 1988 el entonces dirigente nacional del PRI ofreció a su candidato presidencial 20 millones de votos; Carlos Salinas obtuvo -cifra oficial- 9.7 millones. En ese año el tricolor decía tener más de 10 millones de afiliados, distribuidos entre los sectores y organizaciones que componen su estructura. Más afiliados que votantes. Es difícil encontrar una persona afiliada al PRI de manera personal; la inmensa mayoría de los afiliados lo son a través del sindicato, organización popular o agraria a la que están adscritos. Busqué, infructuosamente, la cifra actual de afiliados; si existe, es un secreto; no lo es que, en 2006, los votos por el PRI, en la elección presidencial, fueron 9.3 millones.
En los años que el PAN ha gobernado en México su padrón de militantes y adherentes se multiplicó por 6, hasta alcanzar, al último corte, poco más de 1.8 millones. Parecería explicable que el ejercicio del poder haya atraído a casi millón y medio de ciudadanos a inscribirse en las filas del blanquiazul. Sin embargo, según denuncias públicas y fuentes internas, se han detectado crecimientos anómalos en muchos estados, particularmente en aquellos que tienen o tuvieron gobernador panista. Miles de nuevos afiliados fueron registrados en muy breves periodos de tiempo y muchos de ellos son empleados públicos. Todo apunta (dicen) a extendidas prácticas de afiliación corporativa. Si el padrón interno del PAN es invalidado, su candidato presidencial será designado por el Comité Ejecutivo Nacional.
En el PRD y el PAN la inflación de los padrones internos ha sido el antecedente del método de consulta directa (a los afiliados o abierta) para seleccionar candidatos o elegir dirigentes; aunque se supo a tiempo, no se hizo nada para evitarlo. El PRI escapó del pantano gracias al método de consulta abierta que utilizó en 1999, y luego recurriendo a candidaturas de unidad y convenciones con delegados.
En 2007 los partidos convinieron en establecer normas obligatorias en materia de transparencia, entre ellas la publicidad de sus listados de afiliados y adherentes. Hoy el IFE sigue batallando para que los partidos las cumplan. En aquel año también se convino en regular las precampañas; desde entonces, los partidos han optado por utilizar, en forma generalizada, métodos cerrados de selección de candidatos. Las precampañas, con método de consulta abierta, se volvieron la excepción.
Como en otros asuntos, los partidos parecen arrepentidos de su propia obra. En lugar de corregir la ley, buscan la forma de eludirla. Siendo ya imposible cambiar el Cofipe, y visto que los estatutos de los partidos no podrán ser modificados una vez iniciado el proceso electoral venidero (7/10/11), los partidos que decidan consultar a sus militantes tendrán que hacerlo con padrones cuestionados, o acudir a la consulta abierta a la ciudadanía, método que les provoca dolor de cabeza por la incertidumbre que implica y por el riesgo de confrontaciones entre precandidatos. Si no quieren riesgos, acudirán a las candidaturas de unidad, dejando la democracia interna para mejores tiempos.
Queda una rendija para la democracia: que, en la precampaña cada partido convoque a los ciudadanos interesados para que, en el mismo acto, confirmen -o inicien- su afiliación, y voten para seleccionar al candidato presidencial del partido de su preferencia.
De aprovechar esa rendija, se tendrían padrones verídicos y candidatos democráticamente seleccionados. Sería una doble ganancia.
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