CIRO MURAYAMA RENDÓN
Las naciones se encuentran ante dos disyuntivas políticas centrales para enfrentar sus severos problemas económicos. La primera es decidir si la política económica se enfoca en reactivar el crecimiento y recuperar el empleo, o si la prioridad es reducir el déficit y la deuda públicos. La segunda disyuntiva consiste en determinar si los costos de la crisis se van a redistribuir o si se dejará que sean las clases medias y trabajadoras las que sigan en resintiendo en lo fundamental la carga.
La propuesta política que opta por la recuperación y el empleo también está pensando en la redistribución de los costos, sobre todo a través de eliminar privilegios fiscales a los individuos de mayores ingresos. En cambio, quienes optan por bajar el déficit y la deuda lo antes posible son más proclives a los recortes del gasto que a mejorar la recaudación con impuestos más progresivos. Es una disputa ideológica sobre la conducción de la economía, pero es, sobre todo, una batalla política auténtica que puede ubicarse en un plano donde hoy día se distinguen izquierda y derecha.
El país donde esta disputa se presenta con toda claridad es Estados Unidos, con la confrontación de los proyectos del presidente Obama versus el del Partido Republicano.
En lo que va del mes, Obama ha lanzado dos importantes iniciativas políticas contra la crisis. El día ocho presentó ante el Congreso su plan para la recuperación del empleo. En sus palabras, el objetivo “es simple: conseguir que más gente regrese a su puesto de trabajo y que haya más dinero en el bolsillo de quienes trabajan”. Para el presidente estadounidense es un sinsentido que existan carreteras atestadas y escuelas en ruinas mientras millones de trabajadores de la construcción están desempleados. La propuesta consiste en dar estímulos fiscales a las compañías que contraten nuevos empleados, así como deducciones fiscales que beneficiarían a la mitad de los trabajadores y a las pequeñas empresas. Al mismo tiempo, Obama propone incentivar el empleo en sectores como la construcción y la educación, invirtiendo en infraestructura. El costo de la iniciativa alcanza los 450 mil millones de dólares, y la intención es trasladar productivamente esos recursos a las familias, cuyo consumo significa el 70% del gasto total del país.
La segunda iniciativa, de esta semana, tiene como fin impulsar el crecimiento y reducir el déficit vía incremento de impuestos a los más favorecidos económicamente; en especial a los que ganen más de un millón de dólares al año. Como señaló Obama, con las leyes actuales una enfermera que percibe 50 mil dólares paga una tasa impositiva mayor que la del acaudalado que, a través de sus inversiones financieras, gana 50 millones de dólares. Adicionalmente se considera eliminar deducciones fiscales a las grandes fortunas y corporaciones. Estos recursos servirán para financiar el plan de recuperación del empleo.
En el caso de Europa, la balanza se inclina a dar prioridad a la estabilización más que al crecimiento, lo que ya implica drásticos recortes sociales y, sin embargo, la Unión Europea es el área de la economía mundial que más incertidumbre económica genera en este momento.
En México la orientación de la política económica para 2012 continuará teniendo como estrella polar la búsqueda del equilibrio presupuestal, la contención del déficit y del gasto. Ello a pesar de que esas prioridades estén dando como resultad bajo crecimiento, niveles récord de empleo informal y desempleo absoluto, así como una caída constante de los ingresos de las familias y el aumento de la pobreza.
Con todo, en esta economía que no crece, con una elevada concentración del ingreso y niveles críticos de pobreza, la redistribución a través de la política impositiva es tabú. Aquí la batalla política por la economía parece estar eclipsada y resuelta de antemano. Esto muestra que la discusión sobre la economía aún no se ha democratizado.
La segunda iniciativa, de esta semana, tiene como fin impulsar el crecimiento y reducir el déficit vía incremento de impuestos a los más favorecidos económicamente; en especial a los que ganen más de un millón de dólares al año. Como señaló Obama, con las leyes actuales una enfermera que percibe 50 mil dólares paga una tasa impositiva mayor que la del acaudalado que, a través de sus inversiones financieras, gana 50 millones de dólares. Adicionalmente se considera eliminar deducciones fiscales a las grandes fortunas y corporaciones. Estos recursos servirán para financiar el plan de recuperación del empleo.
En el caso de Europa, la balanza se inclina a dar prioridad a la estabilización más que al crecimiento, lo que ya implica drásticos recortes sociales y, sin embargo, la Unión Europea es el área de la economía mundial que más incertidumbre económica genera en este momento.
En México la orientación de la política económica para 2012 continuará teniendo como estrella polar la búsqueda del equilibrio presupuestal, la contención del déficit y del gasto. Ello a pesar de que esas prioridades estén dando como resultad bajo crecimiento, niveles récord de empleo informal y desempleo absoluto, así como una caída constante de los ingresos de las familias y el aumento de la pobreza.
Con todo, en esta economía que no crece, con una elevada concentración del ingreso y niveles críticos de pobreza, la redistribución a través de la política impositiva es tabú. Aquí la batalla política por la economía parece estar eclipsada y resuelta de antemano. Esto muestra que la discusión sobre la economía aún no se ha democratizado.
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