jueves, 8 de septiembre de 2011

LAS VÍCTIMAS

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

En su V Informe de Gobierno el presidente Calderón anunció la creación de la Procuraduría Social Para la Atención de Víctimas de la Violencia la cual, según él, "va a unificar y a potenciar la atención del Gobierno Federal hacia quienes han sido lastimados por la violencia de los criminales". Yo no dudo de la bondad de la idea siempre y cuando se la ubique en el contexto del México actual, además de que se trata de algo similar a eso de que "te maltrato y golpeo pero te curo, no te preocupes, podré hasta matarte pero habrá una institución que velará por tus intereses y los de tus deudos". ¿Es eso? Si no, es sin duda algo parecido. Lo cierto es que desde los albores del positivismo penal (Lombroso, Ferri, Garofalo, Fioretti) el concepto de víctima tuvo tres vertientes: la directa, la indirecta y la social o general. En Derecho Penal, por ejemplo, hay un sujeto pasivo directo y otro u otros indirectos, incluida por supuesto la sociedad. Frazer, en La Rama Dorada, señala cómo en el escudo de Aquiles estaba grabado el castigo al homicida, el que imponía la sociedad representada por varios hombres. O sea, todos somos víctimas del crimen. Así las cosas yo entiendo que una Procuraduría como la que propone el Presidente deberá procurar justicia a la sociedad entera. El panorama de México es desgarrador en este quinto año de gobierno de Calderón. Más de 50.000 muertos en el quinquenio es el resultado de una verdadera guerra contra el crimen que llaman organizado, muy al margen de los eufemismos que se manejan en relación con la palabra guerra. Y dígase lo que se diga para desvirtuar el hecho, lo evidente es que de un lado de la batalla está el gobierno, del otro los criminales desorganizados o no, y en el medio nosotros los ciudadanos y gobernados, en calidad de víctimas indefensas y obviamente inocentes. ¿Cómo restringir entonces el concepto de víctima, ajustándolo exclusivamente a los que de manera directa han sufrido las consecuencias de esta desastrosa guerra? ¿Cómo ignorar que se ha incendiado a México con una estrategia absurda, equivocada, que arrastra al país entero? Ahora el discurso oficial es reiterativo en el sentido de que no se claudicará. Nadie pide claudicar sino cambiar de método. Pero hay timidez o "provecho político" en abordar el asunto. Los aspirantes del PAN a la Presidencia de la República ni siquiera se han definido, los de las izquierdas medianamente pues proponen apoyar a Calderón en su guerra y tibiamente se refieren a la posibilidad de un cambio. Los del PRI se hallan en condiciones similares. Lo que a mi juicio les falta a todos ellos es una definición clara y contundente. Y para colmo algunos politólogos trasnochados, sin la menor idea de que México es un país con una Constitución y leyes, ¿las conocerán aunque sea por encima?, dicen que a estas alturas del sexenio es ingenuo suponer que el Presidente cambie su estrategia. Opinión la suya ingenua y descabellada que omite la violencia diaria, persistente, atroz.
En suma, en la propuesta de creación de la Procuraduría a la que me he referido se desconoce e ignora que la población civil de México, aparte de su ideología política y afinidad o no con la estrategia del Presidente, es víctima indiscutible e indirecta de la guerra contra el crimen. Procuraduría que de acuerdo con las palabras de Calderón "tendrá como función la identificación de cada una de las personas y la organización de búsquedas, a fin de cerrar las heridas que se han abierto en el país y avanzar hacia un México de paz". Yo no creo al respecto que se cierren esas heridas identificando a personas desaparecidas o de plano muertas. Qué bueno que el Presidente reconozca las heridas porque implícitamente reconoce lo terrible de su guerra. ¿Inevitable? Su presunto delfín, el panista Cordero, dice a su vez, insistiendo en la no claudicación, que "aún habrá mucho dolor". ¡Qué presagio para el 2012 si es el abanderado de su partido! En lugar de hacerlo y dejando a un lado el presumible "delfinazgo" debería mejor, lo mismo que los demás aspirantes y suspirantes, pensar en una estrategia constitucional y humana. Parece mentira que políticos anhelantes de ocupar un cargo de representación popular pasen por alto los principios constitucionales, sin los que es imposible que subsista un Estado de Derecho.

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