GENARO DAVID GÓNGORA PIMENTEL
El pasado lunes 29 de agosto, en una entrevista al Presidente Felipe Calderón por Carlos Loret en Primero Noticias, al preguntarle sobre si cambiaría su estrategia para enfrentar la guerra contra el crimen organizado, parte de su respuesta fue: “…la verdad es que básicamente las recomendaciones van en ese sentido, de más educación, hay que generar oportunidades de trabajo, qué más quisiéramos todos, generar más oportunidades de trabajo, hay que hacerlo, estoy totalmente de acuerdo pero eso no veo que implique un cambio verdaderamente fundamental...”
Hay 2.6 millones de desempleados según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía[1] y la mayoría sólo ha terminado la secundaria.
¿Cómo se sentirá la parte de la población que se encuentra desempleada, sin tener algo en la mesa para darle de comer a sus hijos, o para pagar la renta, quedándose sin un techo donde dormir, o que ni siquiera tienen lo del transporte para trasladarse a buscar empleo? Escuchar esto del Presidente de la República, resulta ¡indignante!
Nos encontramos en una gran crisis económica en México, ante la debilidad de la economía de Estados Unidos. En términos generales, la crisis, sin embargo, produce una consecuencia común: el desempleo. A partir de esa amarga realidad las crisis económicas se transforman en crisis sociales[2].
El fenómeno de la inflación: enfermedad de la economía, vive paralelamente al fenómeno de la desocupación; enfermedad de la sociedad. El problema más grave derivará, sin embargo, del tratamiento para ambas enfermedades. Al parecer, no obstante tener un origen común, no pueden ser sanadas al mismo tiempo. Lo paradójico es que los economistas, a quienes se les atribuye la responsabilidad de la curación, no pueden encontrar otra solución que la de impedir la inflación creando más desempleo.
En la misma línea, la aspiración suprema por la productividad tiene que pasar por el camino complicado de la reconversión industrial, piedra de sacrificios que sólo puede alimentarse de despidos colectivos. Las exigencias de la tecnología reclaman el cierre de las empresas con instalaciones antiguas. A los trabajadores también se les declara en estado de obsolescencia.
Ante la crisis, hay pocas expectativas que aumenten rápidamente las oportunidades de empleo.
¿Qué efecto negativo trae el desempleo al país? Los diversos efectos negativos que impactan en el empleo, incrementan el número de pobres, los niveles de vida se deterioran y precipitan a millares de trabajadores hacia un gigantesco bazar formado por naciones que “ofrecen su mano de obra en competencia unas con otras, proponiendo los precios más bajos para conseguir el trato[3]”.
Un gran número de personas tienen que aceptar trabajos precarios para evitar la desocupación en masa, que amenaza conducirlos de manera ineluctable hacia el “imperio de la pobreza[4]” ¿El pleno empleo como aspiración futura de la clase trabajadora, será ahora una reliquia del pasado?[5]
Estamos conscientes que el derecho del trabajo no ha nacido para cambiar al mundo, sino para hacerlo más aceptable garantizando niveles de vida que se aproximen a la dignidad que exige la condición humana de los trabajadores.
Sólo así, el trabajo podrá cumplir una función nueva, que lo revele como factor de producción y de lucro empresarial, por lo que es necesario recordar que éste no surge como “un lujo de países ricos, sino para mejorar y garantizar condiciones más justas, que repartan recursos y riquezas creadas por el trabajo[6]”
Los trabajadores, desde hace siglos observan que, a pesar de todo, el sol, con sus resplandores, en su vuelta diaria, no deja de iluminar a la humanidad. La justicia social, con escudo en ristre y pasos lentos pero firmes, en su afán por preservar los valores y promover el progreso incesante, “no ha dejado de actuar en defensa del reino del hombre y su justicia”, y persiste en su aspiración tesonera por continuar como la “expresión de la más avanzada cultura jurídica[7]”
Además, si las personas no tienen oportunidad de empleo para tener un trabajo licito, se le da más ventaja a los criminales de reclutarlas, y conseguir un empleo ilícito que le cubra la necesidad de alimentar a su familia.
La falta de educación, limita a sólo un campo de empleo, dejando sin muchas opciones para buscar trabajo. Pero, tener oportunidad de una educación universitaria otorga más ventaja para competir en el área laboral.
Muchos jóvenes, que se quedan sin esa oportunidad, también son presas fáciles de los criminales al acecho, que les abren más oportunidades de trabajo que su gobierno.
Claro, que es un cambio verdaderamente fundamental el abrir más oportunidades a un empleo digno y lícito, de una educación completa al alcance de todos, eso si, sería parte de una gran estrategia para acabar con el crimen organizado.
No podemos compartir el criterio de un gobernador que no tiene empatía con las verdaderas necesidades de su pueblo, que no sale a la calle a ver el sufrimiento y desesperación que viven día con día la mayoría de las personas, que la única preocupación en el momento es tener para comer y donde dormir sólo por ese día.
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[1] Véase, RESULTADOS DE LA ENCUESTA NACIONAL DE OCUPACIÓN Y EMPLEO Cifras durante el segundo trimestre de 2011, INEGI.
[2] DE BUEN, Néstor, La lucha contra el desempleo, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, Número 56, Sección de Artículos, 1986, p. 467.
[3] OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO, El empleo en el mundo 1996-1997, Ginebra, 1996, p.5.
[4] OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO, El empleo en el mundo 1995, Ginebra, 1995, p.217.
[5] Lastra Lastra, José Manuel, Escasez y precariedad del empleo, Revista de la Facultad de Derecho de México, Número 215-216, Sección de Temas y Opiniones, 1997, p.175.
[6] LAPERRIÈRE, René, Droits su travail et commerce international, Department des sciences juridiques, UQAM, Les Éditions Yvon Blais, Inc., 1995, p. 122.
[7] ROMAGNOLI, Umberto, op. cit., p. 221.
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