HERMILIO LÓPEZ BASSOLS
Los más importantes diarios europeos como The Guardian, Le Monde, The Times, Le Figaro, y The New York Times, en su edición del lunes pasado, destacaron en su primera plana, con fotografías, lo que se supone es el cierre de la Monumental de Barcelona y el fin de la fiesta brava en esa ciudad. ¿Por qué la prensa más importante del mundo ha reflejado en espacio privilegiado un acontecimiento de tal naturaleza? Ciertamente porque la fiesta de los toros es un espectáculo -arte- que ha traspasado las fronteras de los Pirineos. Hace unos meses, el Parlamento catalán decidió abolir la fiesta en parte por un equivocado sentimiento nacionalista catalán frente a Madrid, en parte frente a un lobby muy intenso de grupos ambientalistas y animalistas que hostilizan las corridas argumentando que el toro sufre de una violencia innecesaria en el ruedo. Esta argumentación resulta estúpida -como si al no estar de acuerdo con una religión se destruyeran las iglesias, cuando lo que convendría al oponerse es simplemente, el respeto de las costumbres, no asistir y así todo mundo viviría en paz-. Soy de la opinión, como aficionado a la fiesta por más de sesenta años y cronista taurino del diario ESTO ("Jardinero de San Mateo"), que no será, la última la corrida celebrada el domingo en el coso de Marina y Diagonal de la capital catalana. Existen varios mecanismos que pueden invalidar la decisión absurda. Uno de ellos es la próxima decisión del Tribunal Constitucional; otro es obtener 500 mil firmas que exijan la revisión del caso y la inmediata reparación del absurdo. Es verdad que en estos días acababa la temporada y que la decisión se impone hasta el 1 de enero del próximo año, y sería aplicable en la primavera del 2012, por lo que abrigamos la esperanza de que continuarán las corridas en la ciudad Condal.
Pero las dos corridas que se celebraron en la Feria de la Merced el último fin de semana fueron un espejo evidente de lo que está ocurriendo en Cataluña. Por una parte, el sábado, encartelados Julián, Manzanares y Morante de la Puebla, se dio una de las tardes más bellas de que tengamos memoria. Cada uno de los maestros, en su propio estilo hizo una faena cumbre y para la historia -prefiero la de Morante de la Puebla al sobrero-. Se cortaron nueve orejas y durante la lidia se oyeron estremecedoras voces de "libertad, libertad" y "Cataluña taurina". El domingo, triunfador en grande José Tomás y en otros términos Serafín Marín, fueron paseados en hombros con la bandera catalana. Éste último inclusive toreó con un capote decorado por la pintora María Franco y que en los vuelos se leía la palabra "libertad". Para demostrar la viva existencia de la fiesta en Barcelona, vimos un espectáculo inusitado. Los tres matadores fueron llevados en hombros hasta las puertas del hotel Diplomatic por una multitud que celebraba en apoteosis que acababa de ver en la plaza.
Hago esta alusión indispensable en México porque me he topado con la noticia de que un tránsfuga diputado panista, envuelto en las filas del PRI, se le ha ocurrido proponer que se prohíba la lidia de los toros en el estado de Coahuila, precisamente donde nació uno de los grandes toreros de México, Fermín Espinoza, "Armillita". El camino por donde debíamos marchar para evitar estas torpezas políticas -de muy diferente cuantía- que afecta la fiesta más hermosa que ha creado el hombre, sería acompañar la iniciativa que ha surgido en varios países sudamericanos y también en la Península: proponer que la fiesta brava sea declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural y Material de la Humanidad, lo que se lograría a través del reconocimiento de los toros como un bien de interés cultural.
Señores, jóvenes: hay algo inobjetable, la fiesta de los toros es inmortal. ¿O no, Sancho, caminamos que los perros están ladrando?
1 comentario:
¿Y tú qué opinas respecto de esta nota, mi estimado Israel?
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